El aviso de un testigo apuntaba en una dirección que no era descabellada, porque desafortunadamente ocurre con mucha frecuencia: el tren AVE de última hora de la tarde del lunes había parado en Antequera-Santa Ana sin que estuviera previsto, y la seguridad de la estación había acompañado fuera del recinto a un grupo de personas.
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Al principio, todo apuntaba a otro caso de los habituales desórdenes públicos que se producen a bordo de los trenes, generalmente protagonizados por grupos de jóvenes que vienen a Málaga o la Costa del Sol para celebrar despedidas de soltero. Estos hechos, cuando se pasan de tono, obligan a los responsables de la operativa y a los maquinistas a parar en la siguiente estación y desalojar a los alborotadores, con ayuda de los agentes.
Pero al intentar confirmar lo ocurrido, tanto con fuentes de Renfe (por la parte del convoy afectado) como con Adif (por la parte de la estación), la historia ya no estaba tan clara. Tampoco la policía tenía constancia de haber tenido que intervenir en un escándalo de este tipo. Y es que, en realidad, la situación que se había producido era radicalmente distinta, pero igualmente llamativa y extraordinaria.
Un grupo de nueve pasajeros (no se ha podido confirmar el motivo del viaje, si era por ocio o laboral) tenían previsto ir en trenes de alta velocidad desde Barcelona hasta Granada el pasado lunes por la tarde. El problema comenzó cuando el primer convoy, desde la Ciudad Condal hasta la capital española, llegó con retraso a Atocha, por lo que estos no pudieron enlazar con el último AVE con destino a la ciudad de la Alhambra, según la información aportada por la operadora pública ferroviaria.
En ese momento, los responsables de la operativa de largo recorrido en Renfe, de la mano de Adif, tomaron una decisión: los nueve afectados iban a llegar a su destino, pero de una forma un tanto especial. En primer lugar, «para garantizar el viaje de estos clientes, se les reubicó en el AVE 2202 con destino a Málaga», indican estas fuentes.
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Por parte del Administrador de Infraestructuras se autorizó que ese convoy en concreto se detuviera en la estación de Santa Ana, donde en principio no estaba previsto que lo hiciera. Los viajeros bajaron y, finalmente, en la puerta de la terminal les esperaban varios taxis que los trasladaron en el trayecto final desde Antequera hasta Granada.
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