Julio J. Portabales
Pizarra
Domingo, 6 de octubre 2024, 23:51
En la silenciosa plaza de la Cultura, justo a las puertas del Ayuntamiento de Pizarra, se erige un monumento que, aunque discreto en su estructura, ... carga con un simbolismo profundo y desgarrador: el Árbol de las Ausencias. Esta escultura, inaugurada en 2020 por el Área de Igualdad del Ayuntamiento, dirigido por Mariola Vergara, es un espacio de memoria colectiva, un tributo a las víctimas de la violencia machista. El árbol, cuyas ramas delgadas sostienen delicadas flores de diversos colores, se ha convertido en un lugar de reflexión, homenaje y lucha en el municipio.
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En sus ramas, cuelgan flores que no deberían existir. Cada una de ellas simboliza una vida truncada por la violencia, una mujer asesinada por su pareja o expareja. En noviembre de 2023, el aire en la plaza se volvió más denso y pesado con la incorporación de 25 nuevas flores, en memoria de las mujeres asesinadas en los meses previos. La imagen del árbol cargado de flores, bajo la luz del sol, es un recordatorio persistente de que estas mujeres no están olvidadas.
Cada flor que adorna las ramas del árbol lleva consigo un nombre, una edad, una fecha. En cada homenaje, los nombres de las mujeres asesinadas son pronunciados como una forma de resistencia contra el olvido. En uno de los actos más recientes, el nombre de Laura, asesinada junto a su hija, fue mencionado con especial solemnidad. Y no fue la única; Amal y sus hijos también fueron recordados en una ceremonia que busca honrar no solo a las mujeres, sino a las familias destrozadas por esta lacra social.
El Árbol de las Ausencias no solo es un espacio de duelo; es también un símbolo de lucha y concienciación. Cada 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, la plaza de la Cultura se llena de personas comprometidas con la causa. En uno de estos actos, el alcalde Félix Lozano expresó un deseo que resonó en los corazones de todos los presentes: «Me conformaría con no poner más flores en este árbol este año». Sin embargo, el crecimiento del árbol, con cada flor añadida, es un recordatorio de que la violencia machista sigue arrebatando vidas, y de que la lucha no puede detenerse.
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Las imágenes de los homenajes reflejan este compromiso. La comunidad de Pizarra, unida en torno al árbol, participa activamente en las ceremonias. Las flores, colgadas delicadamente en las ramas de metal, contrastan con la fría fachada del Ayuntamiento. Este contraste es una metáfora poderosa de la brutalidad de las vidas arrebatadas y del dolor que ha dejado la violencia de género. Pero también es un símbolo de esperanza; esperanza de que, algún día, este árbol no deba seguir creciendo.
El Árbol de las Ausencias se ha convertido en un espacio de encuentro y de reflexión en Pizarra, donde la comunidad se enfrenta a la dura realidad de la violencia machista. La plaza de la Cultura, que sirve de escenario para los homenajes, es testigo del dolor compartido y del compromiso con la justicia. Las imágenes muestran cómo las personas se acercan al árbol con respeto, colgando nuevas flores, pronunciando los nombres de las víctimas, mientras la luz del sol se filtra a través de las ramas de metal.
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Sin embargo, el deseo de todos es que, algún día, no sea necesario añadir más flores a sus ramas. Félix Lozano, junto a la concejala Mariola Vergara y las asociaciones feministas del pueblo, insisten en que la denuncia y la sensibilización son fundamentales para erradicar esta violencia. El CMIM (Centro Municipal de Información a la Mujer) de Pizarra, con su equipo de asistencia social, psicológica y jurídica, sigue ofreciendo apoyo a todas las mujeres que lo necesiten, recordando que la lucha contra el machismo es una responsabilidad colectiva.
El Árbol de las Ausencias sigue de pie, firme y sereno, sus ramas adornadas por flores que nunca deberían haber existido. Es un recordatorio constante de las vidas que se han perdido, pero también de la urgencia de actuar para que no haya más ausencias. Porque, al final, este árbol no solo es un homenaje a las que ya no están, sino un grito silencioso para que ninguna mujer más se convierta en una flor colgada en sus ramas.
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