Almogía forma parte de la vida de Antonio Montiel desde niño. «Mi padre nació en Almogía, y siempre veníamos a ver a la familia. Quién me iba a decir que al cabo de los años iba a tener mi propia casa», explica el pintor, que ... pasa largas temporadas en el pueblo, donde también tiene su estudio. «Es un pueblo maravilloso y con mucho encanto, cuando paseas por él te teletransportas a otras épocas, tiene muchas reminiscencias árabes», cuenta Montiel, que además fue nombrado hijo predilecto de Almogía, donde una de las calles lleva su nombre.
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Asimismo, el pintor destaca las «fuertes» tradiciones del pueblo, comenzando por su Semana Santa. «La gente se involucra mucho, hay un respeto increíble. Los almogienses que no viven aquí hacen todo lo posible para venir, es espectacular, las calles se llenan». Junto a esta celebración, Montiel destaca la romería de San Isidro Labrador y el Día de la Almendra. «Estos eventos se hacen más famosos cada año».
Para los visitantes, Montiel recomienda la iglesia de la Asunción y su techo mozárabe, la ermita del Sagrado Corazón o la vista desde el Castillo. «También merece la pena descubrir los campos, hay olivos ancestrales que son auténticas esculturas», explica el pintor, que asegura que se siente «muy arropado» en el pueblo. «La gente es muy cariñosa, me da una sensación de paz increíble, salgo todas las tardes a pasear y descubro entornos maravillosos, es calidad de vida».
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