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Iván Gelibter
Domingo, 21 de mayo 2017, 01:23
El Castillo de Álora contempla, en estos días, todo el municipio perote, siendo el principal monumento de esta localidad del Valle del Guadalhorce. Sin embargo, esta situación no es nueva, ya que la historia de Ilura (Álora para los romanos) es casi tan antigua como este Castillo de las Torres.
La localidad estuvo ocupada en sus orígenes por turdetanos y luego fenicios, que hallaron en el Valle del Guadalhorce lugares idóneos para el asentamiento de colonias. El objetivo era aprovechar la riqueza natural de la vega, pero también por los puntos estratégicos en las vías naturales de comunicación con las tierras del interior. Los cimientos del Castillo del Álora fueron construidos entonces por los colonizadores fenicios.
Unos siglos después, durante la época visigoda, fue cuando se comenzó a construir el Castillo, aunque no fue hasta la conquista árabe cuando se terminó de edificar tal y como se conoce hoy día. Durante la dominación musulmana, y debido a su privilegiada situación estratégica -el castillo domina toda la Hoya de Málaga- la fortaleza fue objeto de asedio en varias ocasiones por distintos reyes de la cristiandad. En concreto, en 1184 por Alfonso VIII, en 1319 por Alfonso XI.; y posteriormente por Juan II en 1434 y Enrique IV en 1455, aunque siempre sin éxito.
Además, el Castillo también fue escenario de la rebelión que protagonizaría, en el siglo XI, el líder muladí Omar Ben Hafsún contra el Califato de Córdoba debido a la proximidad de Bobastro, lugar donde se hizo fuerte el caudillo cristiano.
Álora, la 'bien cercada'
Sin embargo, el capítulo más famoso del Castillo se relaciona con su fama de fortaleza inexpugnable, que dio lugar a un bello y conocido romance fronterizo: el Romance de Álora, que la llama "la bien cercada", y que puede verse reproducido en una placa incrustada en la muralla del enclave. La historia se sitúa en 1434, cuando en uno de los asedios falleció el adelantado de Andalucía, don Diego de Rivera, una 'trágica' noticia que se encargó de difundir el citado Romancero, que comienza con estos conocidos versos:
Álora, la bien cercada,
tú que estás en par del río,
cercóte el Adelantado
una mañana en domingo,
de peones y hombres de armas
el campo bien guarnecido;
con la gran artillería
hecho te habían un portillo.
La plaza caería definitivamente en manos de los Reyes Católicos el 10 de junio de 1484. Las tropas ofensivas estaban al mando del capitán don Luis Fernández Portocarrero. Tras la conquista, la población siguió viviendo dentro de la fortaleza, y sobre los cimientos de la antigua mezquita se construyó la primitiva parroquia, hoy capilla del cementerio. Con el paso de los siglos, el asentamiento de la población fue ocupando también la falda de la colina. Por orden de Felipe IV en 1628, Álora dejaría de formar parte del municipio de Málaga "para siempre jamás", según reza el documento presentado en este año. Sin embargo, un terremoto en 1680 arruinaba la primitiva iglesia y destruiría los barrios más antiguos.
Con posterioridad, el Castillo, testigo de tantas muertes en el intento de su conquista y de su defensa, se convertiría en el cementerio de la villa, pasando posteriormente a ser uno de los monumentos más visitados de todo el Valle del Guadalhorce, siendo declarado monumento nacional en el año 1931.
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