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javier lara
Martes, 1 de diciembre 2015, 00:33
El nombre de Valle de Abdalajís vuelve a relacionarse con problemas en el suministro de agua potable. Representantes de cuarenta familias residentes en una zona rural del municipio junto a su alcalde, Víctor Castillo, inician hoy en el Consistorio una huelga de hambre indefinida que no concluirá hasta que sus casas cuenten con suministro de agua potable. «Este encierro ya no se parará hasta que el agua salga por los grifos de nuestras casas, llevamos esperando más de doce años», señaló a este periódico el portavoz de los vecinos afectados, Antonio Bravo.
Además de las familias, seis ganaderías se ven perjudicadas por el retraso en la puesta en marcha de una red de suministro cuya instalación está finalizada, solo a falta de realizar la conexión. «Se trata de una simple llave de paso que un fontanero tardaría en instalar tres o cuatro horas, pero desde Aguas de los Verdiales, empresa que surte de agua a la zona no se ponen de acuerdo», explicó Bravo.
El pasado verano, los vecinos ya anunciaron una huelga de hambre, pero un compromiso de los ayuntamientos de Almogía, Antequera, Casabermeja y Villanueva de la Concepción, que participan en Agua de los Verdiales les hizo suspenderla. «Hubo palabritas, pero los meses pasan y seguimos sin agua, nos dicen que la empresa está en concurso de acreedores, pero no es excusa porque solo se trata de una conexión», manifestó el portavoz.
Esta zona rural lleva desde el año 2003 suministrándose con cubas de agua. «Supone un alto coste y además es un grave perjuicio para una población que se hace mayor», dijo Antonio Bravo.
Los vecinos no entienden que no se ponga en marcha la red cuando la inversión principal está ejecutada, ya que formó parte de un proyecto ejecutado por la Consejería de Medio Ambiente en los presupuestos de 2012. «Se ha realizado la canalización y los vecinos ya hemos puesto nuestros respectivos contadores hace más de un año, pero el suministro se sigue retrasando sin razones», manifestó Bravo.
Los vecinos se irán rotando para que al menos haya un miembro de cada familia siempre presente en el encierro, que contará con el activista Antonio Ramiro y su burra Margarita, emblemas de las movilizaciones de la zona.
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