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Mar García
Miércoles, 9 de septiembre 2015, 18:00
Cada vez son más jóvenes adolescentes y también más mujeres los que participan en la tradicional carrera de Cintas a Caballo de Fuente de Piedra, declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía y de Singularidad Turística Provincial. Una tradición que tiene origen medieval y que se celebra cada 8 de septiembre durante las fiestas patronales del municipio villafontense. Este año, un total de 40 caballistas llegados de distintos pueblos de la comarca de Antequera y desde los 12 años de edad, cabalgaron por la calle principal de Fuente de Piedra para conseguir las cintas que enrollan previamente en carretes y son colocadas en una cuerda a unos tres metros del suelo. A galope, los jinetes deben coger estas cintas con una pica de madera, explicó el organizador de la carrera, Diego Sánchez. Este año, el Ayuntamiento de Fuente de Piedra ha otorgado 300 euros para el ganador, 200 euros para el segundo y 180 para el tercero, más otros 200 euros para el caballista mejor ataviado, explicó la concejala de Fiestas, Chari Castillero quien añadió que los caballistas bien ataviados engrandecen la imagen de las fiestas patronales en honor a la Virgen de las Virtudes y que sale en procesión acompañada de cientos de vecinos y visitantes.
La carrera de Cintas a Caballo lleva más de dos siglos celebrándose, al igual que la presidencia, compuesta por Manolas, mujeres oriundas del pueblo que residen o han vivido en el pueblo pero que vuelven al municipio con regularidad, y que desde un palco ataviado con mantones de manila y ellas vestidas con mantilla, disfrutan de la carrera como los cientos de personas que las acompañan.
María del Carmen Hidalgo, vecina de Fuente de Piedra y una de las promotoras en recuperar la carrera de cintas a caballo en el año de 1980, cuenta que antiguamente los caballistas que participaban en la carrera eran los señoritos que paseaban con sus caballos por las tierras agrícolas de su propiedad. Sin embargo, a mediados de la década de los 60 desapareció la carrera ya que estos hombres comenzaron a perder sus caballos porque se impuso el transporte mecánico.
Lejos de que quedara en el olvido, un grupo de amigos, entre ellos María del Carmen Hidalgo, miembros de la Hermandad de la Virgen, aún sin constituir, consiguieron que se recuperara la tradición de este festejo. Para llamar la atención de los caballistas de los pueblos de alrededor decidieron premiarlos con dinero, que recaudaron con una rifa donde regalaban un mantón de manila. La primera carrera celebrada tras la suspensión en la década de los 60 atrajo a cuatro caballistas, que poco a poco se fueron incrementando hasta llegar al medio centenar en algunas ediciones. Junto a ellos, siempre acompañaron las Manolas aunque entonces eran ellas las que bordaban las cintas que debían coger los jinetes, los cuales intentaban coger los colores de sus amadas
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