Mari Carmen Jaime
Martes, 2 de junio 2015, 00:01
Poco antes de las 19.00 horas de la tarde del 30 de agosto de 2012 se iniciaba en el entorno natural de Barranco Blanco -limítrofe entre Coín y Alhaurín el Grande- un incendio que acabó arrasando 8.225 hectáreas según el Plan de Prevención y Extinción de Incendios de Andalucía (INFOCA). Casi tres años después, buena parte del entorno arrasado ha vuelto a la vida, gracias a las ayudas de administraciones públicas y la labor de voluntarios.
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Inmaculada Panduro, vecina de Coín, estuvo presente desde el día 1 de septiembre. En la actualidad, recuerda que «se ha hecho mucho por parte de colectivos vecinales y ecologistas, pero aún quedan zonas negras de difícil recuperación».
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La Junta de Andalucía a través de Medio Ambiente puso en marcha, un año después de la catástrofe un el primero de los dos planes especiales de emergencias que se decretaron desde el gobierno andaluz para encauzar la recuperación natural. Así, se destinaron dos millones de euros dedicados principalmente a la retirada de restos vegetales y limpieza, centradas en las localidades de Ojén -el municipio con más territorio calcinado 3.800 hectáreas- y Mijas -el segundo, 2.560- . La segunda fase -dotada de 1,5 millones de euros- se desarrolló a lo largo de 2014 con la que se trabajó en el encauzamiento de arroyos y a las primeras labores de reforestación, también en estos entornos.
Una de las mayores complicaciones ante la que se han encontrado tanto afectados públicos, como privados e incluso las propias administraciones es la legislación vigente. Las llamas llegaron a los términos municipales de Alhaurín el Grande, Coín, Marbella, Monda, Mijas y Ojén y aunque para la gente de a pie la mayor parte es sierra, convergen de terreno forestal -7.175 hectáreas del total-, suelo urbano y agrícola, denominado interfase.
Esta catalogación enmarca a territorio de monte bajo, donde residen desde hace años vecinas como Carmen Conde, cuya casa fue pasto de las llamas y que, como casi dos centenares más, están a la espera de recibir algún tipo de ayuda, porque los inmuebles son irregulares. Para atender estas solicitudes, las administraciones locales facilitaron las gestiones a través de diversos departamentos pero, finalmente, «sólo han cobrado quienes tenían seguro propio», explica Salvador Porras, mijeño del diseminado de La Alquería. En su caso recibió «una pequeña parte» de los daños en su finca «porque tengo ganado de vacas».
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Plataformas conjuntas
Ante desastres como éstos se demuestra que, por encima de las siglas, las administraciones y la burocracia están los afectados. Ejemplo de ello fue la puesta en marcha de la plataforma para la regeneración de la Sierra Parda, en Ojén. El alcalde en funciones, José Antonio Gómez , agradece «a vecinos, alumnos de los colegios e incluso colectivos llegados de otros puntos de la provincia que se hayan «volcado en la recuperación de un ecosistema mediterráneo único. Como ejemplo recuerda un dato, entre noviembre y marzo de 2013 se plantaron unos 15.000 árboles, entre plantones y semillas de encinas y alcornoques.
Por diseminados mijeños como Fuente de la Teja y Arroyo del Hinojal han participado asociaciones y voluntarios de todas las edades. Una de las últimas programadas tuvo lugar a principios de marzo, en la que participaron colectivos en riesgo de exclusión social.
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Con el objetivo de facilitar las siembras desde los ayuntamientos se potenció la ampliación y donación de ejemplares, algo en lo que también ha colaborado la Diputación provincial. En todos los casos, se ha apostado por pinos, encinas, alcornoques, algarrobos, plantas arbustivas y matorral «porque no solo los árboles son importantes, también cualquier planta de las que apenas se ven ya en los altos de Marbella», explica María Gil, residente en una urbanización cercana a La Mairena en Marbella. Coineña de nacimiento recorre esos caminos «porque me relaja andar por las tardes» y opina que «que aún les queda mucho para ser lo que eran». A estas alturas del calendario ya ha arrancado la época de mayor riesgo de incendios, que se prolonga hasta el 15 de septiembre. Las escasas lluvias del invierno ponen en alerta a toda la comunidad pero, son las comarcas de la Costa del Sol y el Guadalhorce, donde se hace especial hincapié en que la eliminación de restos vegetales en cualquier parcela fuera de los núcleos urbanos «debe hacerse manualmente, para que no se repita ni una sombra de lo que ya padecimos», apunta el coordinador en funciones de Medio Ambiente de Mijas, José Manuel Moreno.
Adecuación de carriles
Las labores preventivas van más allá de concienciar a la población y recordar, una y otra vez, los plazos administrativos para que los residentes no hagan fogatas ni hogueras. Entre estas destaca el acondicionamiento de caminos rurales que, aunque no gusta a todos por igual, sí facilita las labores de los cuerpos de extinción y emergencias, policías locales, guardia civil y sanitarios los desplazamientos. Y es que, no hay que olvidar que, a lo largo de los tres días que duró el devastador fuego, por la media docena de localidades afectadas pasaron 1.100 efectivos de toda Andalucía y «es vital facilitarles el trabajo, sobre todo a equipos que deben resolver catástrofes de este tipo en el menor tiempo posible», considera Jesús Miranda, director de la Cátedra de Emergencias de la Universidad de Málaga.
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