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Mar García
Lunes, 16 de febrero 2015, 01:05
El 14 de diciembre de 1978 se fundaba en el municipio de Cuevas Bajas, una de las cooperativas textiles con más caché de la comarca de Antequera: La Inmaculada, en honor a la orden religiosa y a las monjas que recogían a las niñas que salían de la escuela sin futuro alguno. Con la ayuda de la cooperativa de Cuevas de San Marcos, montaron el taller y emprendieron una labor que poco a poco fue en aumento, logrando trabajar para grandes compañías del sector como Intelhorce, Mayoral, Cortefiel, El Corte Inglés, entre otras firmas de diseñadores. No obstante, también pasaron malos momentos con el cierre de Confecciones del Sur, pero salían adelante, incluso cuando esas grandes empresas se marcharon a países asiáticos o Marruecos porque la mano de obra era mucho más barata, recuerda una de las socias fundadoras, María Dolores López.
Sin embargo, nada de eso ha sido tan duro como la denuncia impuesta por una inspectora de trabajo y que les provocó en julio del pasado año, la baja de la actividad ante la imposibilidad de hacer frente a 42.000 euros de multa. «Teníamos a tres chicas de prueba y nos faltaban tres días para hacerles el contrato, pero la inspectora no nos oyó y nos aplicó la sanción máxima sin tener en cuenta todo lo que llevábamos hecho a costa de muchos esfuerzos», lamenta López.
Esta situación les llevó a trabajar solo para pagar multa y gastos, por lo que las socias se fueron saliendo y en la actualidad, de las 37 que hubo, solo quedan ocho que pagan la multa con el sueldo de sus familias para evitar que les quiten la nave.
A la venta por 150.000 euros
La única solución que tienen es vender la nave de 500 metros cuadrados de superficie y equipada con todas las medidas de seguridad, aula de formación, silla para minusválidos, montacargas y oficinas. La nave está valorada en 316.000 euros pero piden 150.000 euros. Con este dinero, aseguran que lo pagarían todo y empezarían a trabajar en un local más pequeño, adecuado al volumen de trabajo y personal que tendrían en este momento. «Trabajo tendríamos y posibilidad de aumentar plantilla, cuando se resuelvan todos los gastos», señala López, quien afirma que «no pedimos que nos regalen nada, sólo vender nuestra nave para poder seguir trabajando y no perder del todo un grupo de mujeres muy preparadas en confección de prendas de alta calidad, y que preparar a una buena costurera cuesta al menos dos años y no existen módulos que acrediten esta profesión».
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