Las maquinaria pesada convierte, desde la semana pasada, en escombros el hotel Los Álamos de Torremolinos. Concluye así la historia de un establecimiento unido al desarrollo de la Costa del Sol como destino de éxito que, desde finales de los 50 del siglo pasado y ... hasta su abandono, en 2014, fue lugar de alojamiento, a un paseo de la playa que le da nombre. Cuando la demoledora, que, en apenas unos días ya ha logrado dejar en estado esquelético el inmueble, concluya su tarea, nada quedará del edificio.
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Nuovit Corporate es la promotora que está detrás de esta operación que transformará este complejo de vacacional en otro pensado para lo que se ha definido como 'flex living'; es decir, alquiler flexible, un concepto pensado para los llamados nómadas digitales, personas que pueden teletrabajar donde mejor les convenga y que, por lo general, prefieren los lugares de climas agradables, como el malagueño. Del viejo Los Álamos, del que todavía se conserva la placa del vallado que mira a la antigua Nacional 340, adornada por Hércules y sus leones, del escudo de Andalucía, nada quedará en píe, tal y como confirma el el subdirector general de Nuovit Corporate, Luis Acacio Ortega. «Estaba en muy mal estado el edificio y tampoco tenía ningún valor que mereciera su protección», hace hincapié Ortega. De hecho, en el lugar que actualmente se derriba, junto a la gasolinera que, desde mediados del siglo pasado está al pie de la carretera, se levantará una superficie comercial. Este aprovechamiento está incluido en la licencia de obra concedida por el Ayuntamiento de Torremolinos para el proyecto, tal y como confirma el responsable de la promotora, al igual que los alojamientos y las áreas comunes. No será una zona de tienda grande, ya que contará con unos dos mil metros cuadrados y su destino todavía no está definido, aunque, probablemente, haya un supermercado en el local, como indican en Nuovit.
En cuanto a los plazos que se manejan para la conclusión de las obras del nuevo negocio, bautizado Oceanika, giran en torno al año y medio, tal y como apunta Luis Acacio Ortega. Esto es posible porque, en paralelo que se echa abajo lo que queda en pie, se cimenta ya el edificio nuevo. Cuando esta fase concluya, en lo que fue Los Álamos se ofrecerán, a partir de ese momento, servicios propios de este formato de alojamiento, como gimnasio, espacio de trabajo compartido, la mencionada área comercial y zonas verdes. Esta sí tendrá algo del antiguo hotel, puesto que los árboles que dieron sombra a los clientes que disfrutaban allí de su asueto sí se salvarán en buena parte. Los ejemplares, actualmente, están trasplantados, para que no se vean afectados por los trabajos de construcción, pero regresarán, confirma Nuovit.
El alojamiento estará gestionado por Habyt, la principal empresa de vivienda flexible del mundial. Cuenta con una superficie proyectada superior a 15.000 metros cuadrados y ofrecerá 210 camas, con 180 estancias, lo que supone el 36% de la nueva oferta prevista de 'flex living' en la ciudad en los próximos años, según los datos de la consultora Savills, que ha asesorado en esta operación.
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Habyt es una compañía de origen alemán con presencia en más de 50 ciudades y 30.000 apartamentos bajo gestión en Europa, Norteamérica y Asia. En España, Oceanika supone su expansión a una tercera ciudad (Málaga) tras sus aperturas en Madrid y Barcelona. El proyecto cuenta con el certificado BREEAM de sostenibilidad, que se refleja, entre otras medidas, en ascensores y especies vegetales de bajo consumo, carpintería con rotura de puente térmico, paneles solares o puntos de recarga eléctrica para vehículos. Se optará por una construcción industrializada desde fases tempranas con materiales como la madera procedente de bosques con gestión sostenible certificada. Nuovit asegura que este complejo se convertirá «en la mayor construcción en madera por volumen de toda España», reduciendo hasta en un 20% el tiempo de construcción del activo y ayudando a reducir la huella ecológica.
Fue en el año 2014 cuando la empresa que gestionaba el hotel entró en concurso de acreedores y el edificio quedó a su suerte casi durante una década, lo que generó preocupación entre los vecinos y distintas propuestas, para su aprovechamiento, como darle usos sociales u habitacionales, planteadas por partidos y colectivos. En ese tiempo se interesaron por este espacio varias empresas, pero ninguna operación había cuajado hasta que la promotora Nuovit puso sobre la mesa la propuesta para darle un nuevo uso a los terrenos. Hay que recordar que en 2019, Edipsa adquirió la parcela, hasta ese momento propiedad de la Tesorería General de la Seguridad Social. La inmobiliaria anunció entonces que construiría 56 viviendas, en su mayoría de dos y tres dormitorios, aunque también habría dos áticos con cuatro habitaciones y otros cinco con tres dormitorios.
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En su proyecto Edipsa contempló zonas comunes, jardines y una piscina, además de un aparcamiento de dos plantas. Iba a ser un residencial donde las viviendas oscilarían entre los 616.400 euros, en el caso de los áticos más amplios, y los 245.600 euros para los pisos de dos dormitorios. Pero todo aquello se quedó en un mero anuncio.
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