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El entorno que va desde el puente de la Azucarera hasta el acceso a Churriana y que pasa por Makro y aeropuerto es hostil para el peatón, las bicicletas e, incluso, para el transporte público. Además, los tres carriles por sentido son estrechos. Desempeñarse en ... este ecosistema es peligroso andando. También para acceder a los polígonos, zonas comerciales y empresas de servicios. Urbanismo ya redacta un proyecto para tratar de revertir esta situación.
El anuncio lo realizó la concejal de Movilidad, Trinidad Hernández, durante la última comisión sectorial, tras reconocer que la movilidad en el entorno es muy complicada, pues está al servicio del coche.
«Cuando yo era directora general de Movilidad me encomendaron hacer un estudio en su totalidad en el tramo de la MA-21 cedido por el Ministerio, entonces de Fomento, para cambiar la configuración. Con un objeto: el dotar de accesos peatonales, en bicicleta, seguros y más permeabilidad a los distintos núcleos urbanos en ese tramo», aseguró Hernández. Aquel estudio se entregó a finales de 2022 a Urbanismo.
Posteriormente se incorporó al programa electoral del PP: «Es un compromiso del equipo de Gobierno y tratar de ejecutarlo a la mayor brevedad. De hecho puedo decir que en la Gerencia ya están desarrollándolo porque nos piden informes técnicos».
El contexto del debate en la comisión partía de una iniciativa del PSOE para mejorar todo lo referido a la movilidad peatonal y en transporte público en el entorno aeroportuario. El texto de la iniciativa hablaba de los francos problemas de seguridad y riesgo de atropello. Entre otras cuestiones, se ponía el acento en la deficiencia de paradas de transporte público; el exceso de maleza en las cunetas y bordes, y la mala iluminación, cuestión que se acrecienta en invierno incluso.
La antigua 340 pasó a ser MA-21 cuando su gestión fue traspasada al Ayuntamiento de Málaga por parte del entonces Ministerio de Fomento. Fue en 2013, dentro de un lote de los 34,9 kilómetros de carreteras estatales que pasaron a ser responsabilidad municipal a cambio de obtener los suelos del campamento Benítez para habilitarlo como parque.
Entre las cuestiones que analizan los técnicos se encuentran varias fundamentales. La primera es bajar la velocidad de los actuales 80 kilómetros por hora a los 50. La segunda implicaría la reducción incluso de los actuales tres carriles por cada sentido a dos. Eso permiría dar paso a las amplias aceras, carriles-bici y paradas de bus. Y la tercera, para redistribuir los flujos de tráfico, mejor alude a al menos dos rotondas.
La primera glorieta iría en el entorno de la barriada La Concha (Azucarera) para que los vehículos puedan acceder a esta zona o cambiar de sentido sin necesidad de adentrarse en la carretera Azucarera-Intelhorce ni tomar la salida hasta la rotonda del Martín Carpena. La segunda se ubicaría a la altura del polígono Villa Rosa y de Makro para canalizar el tráfico rodado hacia estas áreas empresariales y el aeropuerto.
Una tercera se estudia entre la barriada de San Julián y el parque comercial Bahía Azul, frente a la pista principal del aeropuerto y estaría relacionada con los viales de las zonas comerciales y sus ampliaciones (Plaza Mayor, Porcelanosa...)
«Hemos hablado con el Aeropuerto y vamos a conectar con carriles bici de nuestro Plan Director de la Bicicleta con tramos que ellos van a hacer dentro», reseñó Hernández, quien aprovechó para afearle al PSOE las carencias del servicio de Cercanías. «Tiene que tener más frecuencia y capacidad. No se pueden imaginar cómo llega al aeropuerto», apostilló.
Se trata en suma de entretejer un nuevo viario y sus conexiones con características más urbanas que interurbanas. Y es que, además, los principales movimientos con el aeropuerto podrían asumirlos el acceso Sur (inaugurado en 2014) y el Norte. Este último acumula 17 años de trámites y ha tenido que volver a la casilla de salida. Ahora el proyecto se encuentra en fase ambiental. Supondrá un vial de menos de 2 kilómetros que partirá de la rotonda de salida de Alhaurín de la Torre desde la hiperronda.
El proyecto no está concluido por lo que no se pueden aventurar plazos y cifras, pero ahí quedan la luz y taquígrafos de una comisión municipal. Lo que queda claro es que va a ser una obra de calado, incluso con proceso de expropiaciones. «Es un proyecto de calado, no se trata de pintar una línea», remarcó gráficamente Hernández.
Con este proyecto, el Consistorio también atiende a las reclamaciones históricas de los empresarios. También es fruto de la interlocución con la Asociación de Polígonos y Parques Industriales y Comerciales de Málaga (Apoma) para mejorar los accesos a áreas empresariales como las de Azucarera, Guadalhorce, Málaga Nostrum, Velázquez, Villa Rosa y el aeropuerto.
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