¿Cada cuánto pasa un autobús en la Gran Málaga?

Hay otra cuestión compleja, los vecinos de la Cala del Moral, donde reside un tercio del censo de Rincón, tienen problemas para coger el bus, ya que llegan llenos a esta parada (al partir la principal línea de Cotomar, en el extremo opuesto del término). Para solventarlo, se creó una expedición 'ad hoc', la M 164, sufragada, al 50%, por el Ayuntamiento.

Las ventajas del transporte en autobús, sin vías específicas para estos vehículos, se esfuman cuando, como en el caso de Rincón, no pueden sortear los atascos. Por eso, una de las alternativas para mejorar la movilidad que plantean desde el Gobierno local de Rincón es habilitar, «a la mayor brevedad», medidas como un 'Bus rapid transit' (BRT). El Ministerio de Transportes licitó, en diciembre de 2023, el estudio para la mejora de la A-7, la autovía estatal que, con dos carriles en el término rinconero, es un cuello de botella.

Antes de culminar el análisis, para cuyos resultados todavía «quedan unos meses», como explicó el subdelegado Javier Salas, se desliza ya la posibilidad de crear un carril exclusivo para buses y vehículos de alta ocupación. Pero, advierte Salas, mirando a otras administraciones, es preciso solventar la movilidad de proximidad. En los presupuestos participativos de Rincón, precisamente, los vecinos han votado mayoritariamente por un plan de eficiencia del transporte. El Gobierno local dice que lo hará en el transporte urbano, mientras continúa negociando para acabar con los problemas del interurbano con otras administraciones.

En el lado oeste de la Gran Málaga, Alhaurín de la Torre reclama también que los autobuses vayan más rápido y por su propia vía. La agregación de las frecuencias de seis líneas (M 170, M 137, M 133, M 169, M 132 y M 135) cubre la franja entre las 6.16 y las 22.19, de lunes a viernes; los sábados laborables, hasta las 23.00; domingos y festivos, a las 22.06. Desde Málaga, los días laborables, de 6.45 a 22.50 (viernes) y 0.03 (en sábados y con una hora antes, domingos y no hábiles).

La línea M 135 funciona a demanda, es útil, al conectar con el aeropuerto y el Cercanías, enlaces que también proporciona la M 169 que deja cerca del metro, en la capital. El intervalo medio de paso, repasadas todas las opciones, ronda los 50 minutos.

El alcalde, Joaquín Villanova, es beligerante en la reclamación de un aumento de combinaciones y la última idea que lanzó al Consorcio, sin respuesta aún, es que las tres rutas de la empresa de transporte de la capital (EMT) entre Churriana y el centro de Málaga, recorran los siete kilómetros que distan hasta Alhaurín de la Torre y atiendan a esta población. Así, considera, podría haber servicios cada 10 minutos. Como añadido, pide rescatar el antiguo trazado del ferrocarril a Coín. Los 35.000 vehículos diarios, según cálculos municipales, que circulan por el «pueblo», de 46.000 habitantes ya, y la contaminación y atascos asociados, espolean la búsqueda de soluciones de movilidad.

Cártama está unido a la capital con la línea de bus M 131, y C2 de Cercanías. La primera opción opera de 6.50 a 21.50 hora y, los fines de semana y víspera de festivos, hasta las 2.15 horas. La frecuencia de paso oscila entre los 40 minutos y los 70. En cuanto al tren, hay que estar en el andén, mínimo, unos 60 minutos (de 7.04 a 23.04) y, los fines de semana (9.10 a 23.10), el doble. En el recorrido inverso es igual. El alcalde, Jorge Gallardo, quiere que los tiempos del tren se reduzcan a 20 minutos, como ocurre, sostiene, en la Costa Occidental y más circulaciones los fines de semana. Además, juzga crucial un corredor ferroviario por el interior, ante la «saturación» del litoral, para unir Málaga y Marbella por su municipio.

Apunta otro hecho: las «restricciones» en el bus. Se refiere al marco reglado de funcionamiento de las compañías, dentro del Consorcio, previa licencia de explotación, que, se extraña, hace que, en ocasiones, sí puedan bajar pasajeros en Cártama, de camino a Málaga, pero no puedan subir.

Las «restricciones» a las que alude al alcalde cartameño o el hecho de que el regidor de Alhaurín de la Torre no pueda firmar directamente con la EMT la llegada de sus autobuses al municipio responde a que el modelo de transporte metropolitano consorciado, al que están adheridos ambos municipios, se basa en la cooperación y la coordinación, de forma voluntaria, con el ingreso en la entidad, integrada por la Junta, la Diputación y más de una docena de ayuntamientos. Los operadores tienen permiso para explotar servicios, con zonas y con condiciones claras. Es un mercado reglado, ni una administración ni una compañía toman decisiones unilaterales, todo se negocia en el Consorcio. A cambio, la Administración regional asume parte de los costes, lo que permite rebajas considerables en las tarifas, y facilita la creación de líneas, también urbanas.

Sin conexión con el tren, carreteras saturadas o frecuencias «no competitivas», la movilidad de la Gran Málaga interior u oriental, es distinta a la del oeste. Si se toma como ejemplo Torremolinos, que se beneficia del Cercanías de Fuengirola a Málaga (C1) y del bus entre Benalmádena y la capital (M 110), los tiempos son, al menos en teoría, de 15 o 20 minutos, con picos de media hora para sábados, domingos y festivos. Los usuarios, desde antes del amanecer, hasta la madrugada, pueden combinar el ferrocarril o el bus, puesto que se mueven en tiempos y horarios complementarios. La falta de mantenimiento y las consiguientes averías frecuentes de la línea férrea, eso sí, desdibujan este escenario «ideal». Esto motivó al pleno de Torremolinos a elevar acuerdos al Gobierno central, responsable de este medio, para exigir que se revierta su «abandono». Hay que tener en cuenta que, según fuentes técnicas, un Cercanías asume 600 pasajeros, frente a las 54 del bus (75 los articulados), por lo que un solo fallo en el ferrocarril, multiplica por diez los afectados.

Con esta realidad, Apetam, patronal del transporte en bus, es clara. Si se quiere que este medio crezca, es preciso actualizar las licencias por parte de la Junta, algunas, caducadas desde el siglo XX. Si no, lo operadores no tendrán seguridad jurídica para afrontar inversiones, que, siempre, son cuantiosas: no menos de 260.000 euros un autobús normal y más del doble, si es eléctrico; rozando el millón si, además, es de capacidad máxima. El Gobierno andaluz ya anunció que solventará esta cuestión, que afecta a 70 empresas en la Gran Málaga, en 2024.

Hay que indicar otro punto, no baladí, las necesidades exactas del transporte público andaluz son ignotas. La Junta contrató, a principios de mes, un gran estudio para concretarlas. Esta auditoría, adjudicada a Ayesa Ingeniería y Arquitectura y Tool Alfa, para la demarcación oriental (Málaga, Granada, Almería y Jaén) se calcula que estará lista en 2027. Mientras tanto, a pesar de los problemas y del margen de mejora, el interés por viajar en autobús existe, en 2023, según los datos del Consorcio de Transporte Metropolitano del del Área de Málaga, 10,2 millones de viajeros se movieron en buses gestionados por la entidad en 2023, un 21% más que en 2022.