El azud de Aljaima o del Barullo, en Cártama, es una de esas infraestructuras poco conocidas pero que opera con eficacia marcial al servicio de un bien común: el ahorro de agua de pantano. A corto plazo, esto se ha traducido en que en el ... último mes ha estado suministrando durante muchos días todo el consumo de Málaga capital, 1.500 litros por segundo. A lo largo de un año seco, el ahorro para los embases del Guadalhorce puede ser de un 10%, cifra que va creciendo según las lluvias.
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El hito se produjo en el tercer fin de semana de enero, en el que el consumo completo vino de este recurso superficial procedente del río Grande. Aquí se aprovecha el agua que fluye procedente de ese río, que nace en la Sierra de las Nieves, y confluye con el Guadalhorce por su derecha, unos metros aguas arriba del azud. Y aquí radica otra cuestión que lleva años sobre la mesa: la necesidad de que Málaga regule el Grande: sólo con las lluvias aisladas de después de Navidad el río ha sido capaz de quitarle toda la presión a los tres embalses del sistema (Guadalhorce-Conde-Guadalteba). Durante al menos 10 días, ha estado aportando todo el caudal que bebe la ciudad. Este viernes, el agua superficial ya iba de bajada, pero todavía suponía 680 litros por segundo, prácticamente la mitad del suministro.
SUR ha visitado estas instalaciones gestionadas por Emasa de la mano de Pablo Temboury, ingeniero y responsable del Área de Tratamiento de Agua Potable en la empresa pública.
Un azud es una pequeña presa de derivación que frena el curso de un río, lo deriva y bombea el caudal para mandarlo a potabilizar. Pero no almacena, tiene que aprovechar en tiempo real. Si el caudal superase la altura de la pequeña represa, pasaría por encima y seguiría aguas abajo, hacia la desembocadura. Un buen año de lluvia pueden ser 25 hectómetros cúbicos anuales los que se pierden desde el Grande. Un año tirando a bajo, la cifra de aprovechamiento puede ser de 6. Como marco comparativo, el consumo anual de la ciudad ronda los 54 hectómetros de agua de embalse, de los que se ponen en red algo menos de 40 tras los rechazos de la desalobradora.
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Para comprender el azud, hay que entender el terreno, rodeado por pozos que están siendo recuperados en tiempos de sequía. Un trabajo ingente. Estos depósitos subterráneos recogen el agua del subálveo del río. No son muy hondos, pero, según explica Temboury, tienen una capa impermeable a 20 ó 30 metros de profundidad que los hace muy interesantes. También van a parar al punto desde el que se bombea el agua hasta El Atabal, a través de una tubería de 20 kilómetros.
Todo el agua, la que trae el río y la que vierten los pozos, se acumula en una cántara o gran foso de 8 metros de profundidad desde el que se extrae el agua con varias bombas. Esta es la medida de seguimiento que usan los técnicos. Todos los días se hacen una o dos visitas a estas instalaciones pero el control real se tiene desde el Atabal, que es el verdadero centro de inteligencia del agua en la ciudad.
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Aguas abajo del azud están los pozos de Fahala. Llegaron a aportar 3 hectómetros cúbicos el año pasado. Ahora los de la margen izquierda de Aljaima suman más de 100 litros por segundo y, con las obras en la derecha, se espera otros 200. Son cifras importantes porque sólo con estos recursos se garantiza gran parte del caudal diario de la ciudad. Los pozos están sellados por registros por seguridad. Se van acondicionando y poniendo en carga. Entre Fahala y Aljaima son una veintena.
Todo el conjunto río y pozos abasteció con 3,40 hectómetros cúbicos a Málaga entre octubre y enero. En todo el año hidrológico 22/23, aportaron 5. Son los datos oficiales manejados por el comité de sequía en sus informes y dictámenes, que siguen otorgándole un papel relevante al azul de Aljaima en la gestión de la sequía. Y eso más allá de que el agua que viene del Grande tenga mejor sabor, según comenta Temboury.
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Las instalaciones, que se componen de un modesto edificio en dos niveles y de todos los elementos hidráulicos y controles necesarios, se ubican en terreno inundable y la Junta tuvo que invertir hace 8 años más de 1 millón de euros en volver a poner en servicio el entramado, muy castigado por una riada en 2012.
En Aljaima se hacen tratamientos básicos al agua, que llega con mucha calidad, por el bien de las bombas: se quitan las algas; se desarena, y se eliminan sólidos. También hay capacidad para tratar las tuberías con hipoclorito para aniquilar al mejillón cebra, un molusco diminuto invasor, que se multiplica exponencialmente y que puede llegar a bloquear las conducciones.
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