Pat Cleveland

La primera modelo negra

Volvió loco a Muhammad Ali, el Ku Klux Klan la atacó y su padrastro le dio una mala vida. Pat Cleveland es, a sus 66 años, un icono de la moda

luis gómez

Lunes, 19 de diciembre 2016, 00:09

Siempre hay una primera vez para todo, pero no todas las primeras veces son igual de impactantes para todos. Aunque parezca mentira, hubo un tiempo en que la industria de la moda sólo daba juego a las mujeres blancas. Las pasarelas fueron durante décadas un territorio vetado para las maniquíes negras. Hasta que apareció ella: Pat Cleveland (Nueva York, 1950). Hija de Johny Johnston, un saxofonista sueco con ascendencia vikinga que sólo vio a Pat una vez en su vida cuando estaba a punto de cumplir dos años, y de una artista afroamericana con sangre cherokee, Pat llevaba marcado su destino.Su madre, Ladybird Cleveland, le aleccionó desde el paritorio. Fue a dar a luz con sus mejores galas: escogió un vestido satinado y se encaramó a unos tacones de vértigo. Pat vivió junto a su progenitora y la tía Helen unos cuantos años en un pequeño apartamento de Harlem escuchando a todas horas el mismo mantra:«Si no te maquillas, nadie se fijará en ti y morirás sola».

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Fascinada por la facilidad de su madre para confeccionar con cuatro retales los vestidos más fantásticos, cogió la directa enseguida. De lo demás se encargó su madrina, Henriette Metcalf, una mujer refinada con la que solía pasar algunos fines de semana en Connecticut. Sofisticó su estilo a base de realizar dos ejercicios que repitió hasta la saciedad.Se hinchó a comer huevos pasados por agua y a caminar con un libro en la cabeza para ir derecha. «La postura lo es todo. Te hace parecer más rica y más alta, como de la realeza», le repetía su madre.

«Muy blanca para los negros»

Su infancia fue una pesadilla. Tuvo que luchar contra la violencia de su padrastro, mientras que en el instituto se acostumbró a los insultos de sus compañeros. Popeye, Palillo y Jirafa era lo más suave que le decían. A los 15 años, Cleveland no terminaba de encajar en ningún ambiente por el color de su piel. Resultaba demasiado blanca para los negros y demasiado negra para los blancos. Corrían otros tiempos y su figura tampoco encajaba en los cánones de la época.Su extrema delgadez la convertía en una chica corriente y sin apenas opciones para tantear sus posibilidades en el mundo del modelaje. Pero un reportaje fotográfico en la revista Ebony y la sorprendente amistad labrada con Oleg Cassini, el modisto favorito de la que fuera dama estadounidense Jackie Kennedy, la acercó a la agencia de Elien Ford, rampa de lanzamiento para miles de maniquíes.

Sólo retocó su nombre

Pat siempre tuvo facilidad para las relaciones sociales, pero sus comienzos fueron frustrantes. «Si tenemos pocas modelos negras, es porque casi no hay trabajo para vosotras», escuchó nada más cruzar la puerta de la agencia más famosa del mundo en los setenta. «No pareces americana, tu cara no es bonita y tu nariz es rara. Las chicas guapas tienen narices pequeñas y rectas. Deberías acortártela», la recomendaron.

No lo hizo, pero sí acortó, por recomendación de la propietaria de Ford, su nombre. Dejó Patricia, pasó a llamarse simplemente Pat y empezaron a lloverle los contratos. Se convirtió oficialmente en la primera modelo negra de la historia. Stephen Burrows, uno de los diseñadores más famosos de la época, hizo que su vida pasara del «blanco y negro al tecnicolor». Tras un flirteo con el hijo del cantante de jazz Billy Eckstine, con el que descubrió el sexo tántrico y la meditación, emigró a Europa, donde paladeó el éxito. Con la fama a cuestas, hizo de todo. Posó desnuda para Dalí, se convirtió en el amor platónico de Muhammad Ali y protagonizó sonados romances con Mick Jagger, Warren Beaty, Michael Douglas, Jack Nicholson... Pese a ser la salsa de casi todas las fiestas, siempre desmintió que la industria de la moda fuera una especie de Sodoma y Gomorra. «Cuando eres modelo estás rodeada de sensualidad y gente sexy, pero a la hora de la verdad el sexo es inexistente.La vida de una modelo es libertina solo en apariencia», confiesa en las memorias que acaba de publicar.

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Íntima de Andy Warhol, relata en Walking with the muses que en 1966 fue atacada por miembros del Ku Klux Klan durante una gira de desfiles que realizó en 1966 por el sur de Estados Unidos. Casada desde hace tres décadas con el fotógrafo Paul van Ravestein ocho años más joven que ella, destripa en la publicación las peculiaridades de su primer matrimonio. Acordó con Martin Snaric que se divorciarían «sin rencor» si a los cinco años de darse el sí quiero no eran felices. Pat juzgó más importante su carrera. «Cuando deseas mucho una estrella tus sueños se hacen realidad». Y el suyo era triunfar como modelo. Lo hizo tras escuchar la recomendación de la histórica editora Diana Vreeland:«Eres elegante, pero para ser fuerte debes tener raíces y permanecer quieta y firme como un árbol». Y así sigue plantada a sus 66 años.

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