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En Dejà Vu se puede encontrar desde ropa de firma hasta porcelana de Limoge..
Segunda mano de lujo se llama ‘vintage’

Segunda mano de lujo se llama ‘vintage’

Las firmas Chanel y Hermès son las estrellas de estos establecimientos por su calidad y atemporalidad

Joaquina dueñas

Domingo, 30 de agosto 2015, 01:17

Reducir, reutilizar y reciclar. Las tres erres son protagonistas, cada día más, en la vida cotidiana. Ya no es sólo que la ropa de los hermanos mayores pase a los pequeños o que se entregue a beneficencia la que ya no se utilice. La ropa y los complementos cobran una nueva vida gracias a las tiendas de segunda mano, una oportunidad para los clientes que son, en uno, vendedores y compradores.

La segunda mano gana fuerza especialmente en el mercado de lujo donde lo antiguo o de otras temporadas, lejos de convertirse en algo pasado de moda, muta a la condición de vintage. Una fórmula ideal para permitirse tantos caprichos como fuera posible a precios mucho más bajos de lo habitual o para encontrar auténticas joyas del diseño, eso sí, a precio de piezas únicas. Las firmas más cotizadas por su escasez y su estilo imperecedero son Chanel y Hermès. Algunos de sus vestidos, de hecho, siguen manteniendo el mismo valor que cuando salieron a la venta por primera vez varias décadas atrás.

Unos de los pioneros en Marbella en este tipo de boutique son el matrimonio formado por el estadounidense Richard Zizzi y la británica Amanda Knight, que llevan en el negocio desde 1997. Ella procede de una familia de anticuarios y su madre era modelo así que con la combinación de ambas herencias culturales no quedaba más remedio que dedicarse a la moda vintage. En su establecimiento, Dejà Vu, en el casco antiguo de Marbella se encuentran desde piezas exclusivas de Yves Saint Laurent o de Chanel hasta vajillas de Limoge. La tienda tiene un carácter netamente internacional ya que no sólo cuentan con firmas de todo el mundo sino que, tal como relata Zizzi, «nuestra clientela se compone de personas de todo el mundo que viven en Marbella o que tienen aquí una segunda residencia por lo que contamos con objetos llegados de todas partes de Europa y de Estados Unidos».

«Los españoles no estaban muy acostumbrados a la ropa de segunda mano, pero la palabra vintage ha sido mágica, ahora se entiende lo que es y la gente muestra más interés, aunque la crisis económica también ha hecho que cambie la perspectiva», puntualiza.

Una de sus piezas más particulares es un vestido de seda datado en los años 20 ligeramente deteriorado. «Es un vestido para exposición más que para vestir», explica el responsable del local.

Carlos Ruz Sánchez, su mujer, Mari Carmen Fernández, y el hermano de ésta son los propietarios de Ruz Joyerías y Ruz Vintage, negocios que también han sabido detectar el incremento de esta corriente. «Empezamos con las joyerías, pero por la crisis económica mundial subió muchísimo el precio del oro por lo que tuvimos que cambiar el modelo de negocio, en cierto modo, forzados por la situación», explica Mari Carmen. Así comenzaron con la compra de oro comprobando que la necesidad de liquidez para resolver situaciones económicas difíciles o para poder permitirse nuevas compras, favorecía este tipo de entrega en depósito. De ahí a poner en marcha una boutique de segunda mano con firmas de primera línea sólo era cuestión de tiempo y así nació Ruz Vintage.

Depósito

La fórmula es sencilla. El cliente interesado lleva una prenda o accesorio a la tienda y lo deja en depósito bajo contrato en el que, además de establecer el reparto del beneficio, que suele estar en el 50 por ciento para cada parte, se certifica la autenticidad del objeto. Luego, sólo queda venderlo. Aunque en estos establecimientos también se pueden encontrar muebles, menaje, juguetes, incluso instrumentos, las estrellas son los complementos y la ropa, muchas veces, incluso sin estrenar. Se trata de una buena forma de poder lucir unos zapatos de Gianmarco Lorenzi de 1.900 euros a 500, un bolso de Loewe de 700 a 300 o un vestido de Cavalli por 150 en lugar de desembolsar los 600 del precio original. Ideal de los pies a la cabeza, siempre que las tallas y los números coincidan con los del cliente. Entre tanto, quien lo vende puede reinvertir el dinero en su nuevo fetiche de temporada.

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