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Almudena Nogués
Martes, 8 de julio 2014, 14:10
Espectacullar el desfile de Dior en la gran cita de la alta costura parisina. Simplemente BRILLANTE. Espectáculo en estado puro. Prendas que enamoran a primera vista, detalles románticos y delicados que hacen soñar sobre la pasarela. Una vez más, el modisto belga Raf Simons ha sorprendido y ha entusiasmado. Esta vez con una colección que echa la vista atrás para repasar la historia de la moda, con muchos guiños a los vestidos de los años 20. Con una imponente puesta es escena, bajo un precioso techo de orquídeas blandas, que recubría las paredes de espejo de la sala circular instalada en los jardines del Museo Rodin, el desfile se estructuró en ocho fases, dedicadas a periodos concretos o prendas especiales. ¿La apuesta de Simons? Un invierno blanco teñido de tonalidades pasteles con pequeñas pinceladas de color, cortes arquitectónicos, volúmenes (el diseñador rescató las líneas voluptuosas del traje a la francesa del siglo XVIII) y lujosos materiales. A destacar, los refinados bordados de geometrías florales y el elegante jacquard de seda de filamentos plateados y dorados. Una estética romántica e hiperfemenina que solo se rompió con la irrumpción en escena de los monos de aviador ceñidos con cinturones joya, apuesta de la casa para la próxima temporada. Las cremalleras también tuvieron su protagonismo en pantalones.
El reportaje completo, en el blog Málaga, pasarela urbana
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