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Salón principal, con obras de Chillida y de Chiqui Barbero.
Cincuenta luces de ‘grey’

Cincuenta luces de ‘grey’

La interiorista Chiqui Barbero muestra el proyecto de hogar que ha realizado para Roberto Michel en el centro de la capital

Lorena Codes

Lunes, 15 de agosto 2016, 00:02

Si tal y como sostenía Hermann Hesse «no hay otra realidad que la que tenemos dentro de nosotros», a Chiqui Barbero le está permitido situar el color gris en el lugar del blanco, en el centro de una paleta que no es de colores, sino de luces y sombras. Porque así es su forma de mirar y la luz es un concepto, una idea. La interiorista malagueña se ha hecho con un sello propio que rezuma serenidad y armonía, cierto toque de masculinidad también y un rechazo frontal a la estridencia. Los proyectos de Chiqui Barbero recitan en voz baja.

La decoradora ha encontrado en la escala de grises la piedra angular de su estilo, que conjuga la presencia de lo industrial y lo natural como las dos caras de una misma moneda que se repite en cada trabajo, al igual que su tendencia hacia la pureza ornamental: las piezas necesarias en el lugar justo. «En cuanto he dado con lo importante y he logrado la coherencia global de un proyecto no me interesan los detalles nimios, me gusta destacar la esencia de las cosas, el valor en sí mismas», afirma la interiorista.

Una máxima que ha seguido al pie de la letra en uno de sus últimos proyectos residenciales, un dúplex en pleno corazón del centro histórico, a pocos metros de la Catedral.

La luz natural que entra profusamente por los tres grandes balcones del salón comedor contrasta y destaca el color gris topo del suelo de roble, lienzo perfecto para el resto de elementos de la atmósfera. Con un estructura en U alrededor de la pantalla de televisor, la sala encierra la esencia del estilo decorativo de Barbero: la alianza entre el confort y la estética, el empleo de tonos neutros, la presencia de materiales industriales como el hierro, el uso de textiles naturales como el yute y el kilim y la coronación de ambientes con piezas de arte. En este caso es una obra de su propia factura la que corona la pared principal del salón, sobre el sofá. En el de al lado destacan las cuatro litografías de Chillida, uno de sus autores predilectos. Dos butacas de diseño en piel de los años cincuenta aportan un toque cálido y masculino al conjunto. Sobre las mesas auxiliares descansan dos lámparas art decó antiguas, una de ellas en cuero y la otra de madera y acero. El gusto por la iluminación baja es también otra de las señas de identidad de los trabajos de la malagueña.

En el otro extremo de la habitación se sitúa el comedor, en un rincón acogedor e íntimo. Una mesa central de madera desnuda sobre hierro y unas sillas de diseño de los cincuenta son los elementos centrales, que permiten desilizar el protagonismo hacia detalles tan importantes como el pedestal de hierro que marca el principio de la estancia, o los dos collages con caligrafia, así como al espejo central que multiplica la profundidad de la sala. En el amplio pasillo hacia la zona de la cocina se sitúa otra de las piezas claves del interiorismo de esta casa, la estantería en suspensión realizada a medida en hierro y madera, vestida con libros, músicas y una zona de mueble bar. Dos puff de piel coronan el ambiente y dan paso a un rincón encantador de la casa, el bajo de la escalera de hierro, que es como una espina dorsal que une la parte superior de la primera planta de la vivienda. Bajo ésta, y para contrarrestar la dureza de los elementos estructurales, Chiqui ha colocado una butaca bergere, que aporta un toque dulce y suave a la atmósfera. En esta parte de la casa se encuentra también la habitación en suite de invitados. Hacia adelante, en la entrada de la casa, se sitúa un pequeño aseo y la cocina, ambos decorados en la misma línea estética de la casa. En el aseo, el mueble de tocador de estilo industrial ha sido diseñado a medida. Sobre éste reposa el lavabo de piedra natural, cuyo carácter original se ve potenciado por el revestimiento de las paredes, que simulan un precioso lino.

En la misma escala de grises y tonos piedra se ha realizado la cocina, diáfana y de líneas puras. El objetivo de Chiqui fue hacerla lo más funcional y limpia (visualmente hablando) posible. Por otra parte, la interiorista ha sustituido las habituales placas que se colocan en la pared para protegerlas del uso por unos originales espejos, que aumentan la profundidad de la estancia. Una mesa redonda y dos sillas de diseño retro que rompen con la linealidad del conjunto culminan esta habitación.

La planta superior está reservada para el área de descanso, con dos habitaciones en suite y con vestidor. La principal, abuhardillada, posee amplias claraboyas que iluminan como en una escena de cine la cama y la butaca de piel de los setenta. En este dormitorio Chiqui Barbero ha rebajado un punto los colores, con textiles en blanco y arena. Piezas de herencia familiar y unas cómodas que hacen de mesillas de noche completan el conjunto y lo enlazan con suma coherencia al resto de la casa. En definitiva, se trata de un proyecto que brilla de forma discreta, que invita a descansar y relajarse, a estar en armonía con el mundo.

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