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Lorena Codes
Sábado, 6 de agosto 2016, 00:40
Nunca se sabe a ciencia cierta cuándo y cómo se despierta una vocación, de qué forma nace el deseo de dedicarse a una labor y no a otra. El caso de Laura Pou es distinto. La madrileña afincada en Marbella desde hace más de dos décadas identifica el momento exacto en el que supo que se dedicaría al diseño de exteriores, al paisajismo. Su abuelo paterno fue el culpable de mostrarle el camino. Apenas tenía doce años cuando acudió, un verano más, a pasar las vacaciones a la casa de campo de sus abuelos en el pantano de San Juan, a las afueras de Madrid. A la niña le daba por quedarse descalza para ir a regar el huerto de sus abuelos. «Me encantaba sentir el barro en los pies, estar rodeada de plantas», recuerda Pou.Así que un año su abuelo decidió regalarle un invernadero, le construyó un espacio de cristal que a Laura le pareció mágico. Allí experimentaba con semillas e hizo sus primeros pinitos con la botánica.
Por entonces a Laura Pou le hubiese gustado ser bailarina de ballet clásico, incluso acudió a clases durante doce años, pero la pasión pudo con la disciplina y cuando comenzó a descuidar los estudio sus padres la apartaron del baile. Llegada la hora de escoger titulación universitaria, lo más parecido que encontró a lo que hacía en su invernadero de niña fue Agrícolas, carrera que abandonó al poco de empezar porque, asevera, no le gustaba. «En Europa sí existía una carrera de Diseño de Exteriores pero en España esto era cosa de cuatro majaretas», apunta Pou.
Finalmente, encontró un camino propio que recorrer en la Escuela Castillo de Batres de Madrid, donde completó los tres ciclos de formación en Paisajismo, Ordenación del Territorio y Estudio de Impacto Ambiental. Antes incluso de terminar los cinco años ya diseñaba jardines, la ocupación que realmente le hace feliz. Han pasado más de veinte años y a Laura Pou se le sigue dibujando una sonrisa con cada nuevo proyecto que cae en sus manos. Dentro de su profesión ha tocado todos los campos que abarca el Paisajismo, a menudo desconocidos, según explica: «Nuestro trabajo engloba elementos muy distintos, desde el diseño de una fachada hasta la vegetación, la orientación, la iluminación o aspectos estructurales, de obra».
Su último trabajo antes de llegar a Marbella fue en Amsterdam, donde ejerció de broker de plantas en la subasta internacional de planta y flor de Alsmeer. Por entonces se produjo un cambio radical en su vida, necesitaba romper con todo y decidió que el sur de Andalucía sería un buen lugar para empezar de cero. Afirma que «fue la época del boom marbellí, así que no fue difícil encontrar trabajo, no paré». Quería más libertad para proyectar por su cuenta, así que fundó, junto a una amiga paisajista, Nobilis, arquitectura de paisaje, firma de la que ahora es responsable.
Dice Laura Pou que «Marbella es uno de los sitios de España donde más se valora el paisajismo, puesto que los más de 300 días de sol al año hacen que el jardín sea una habitación más de la casa». En la Costa del Sol ha hecho realidad proyectos de todo tipo, desde enormes villas hasta jardines encantadores de casitas más modestas. En estas dos décadas ha vivido anécdotas de todo tipo. Recuerda, por ejemplo, que un señor invirtió una «cantidad considerable» en unas enormes palmeras para su villa en Sierra Blanca. Al año de terminar el proyecto recibió una llamada de un vecino de la misma calle, que le pidió «unas palmeras más largas que las de su vecino». «En Marbella el jardín también es parte de la vida social y éste es un aspecto que hay que tener en cuenta», añade.
Asegura que lo más importante es conocer el uso que los clientes quieren darle a ese espacio exterior. A partir de ahí, toca hacer mucha didáctica porque existe un gran desconocimiento de la botánica en general. «Estamos en Andalucía y nos correspondería una jardinería muy mediterránea, de influencia árabe, pero las tendencias en arquitectura no casan con este estilo, la tipología de las edificaciones nada tienen que ver con lo vernáculo, que es el cortijo», sostiene. Entre sus trabajos destaca el diseño que realizó para un jeque de Catar, para el que trasplantó la metasecuioa más grande que se había traído a España. También la colección tropical para el Orquidario de Estepona.
En constante actualización, además de enriquecerse viajando, Laura Pou engulle todo tipo de publicaciones relacionadas con el jardín. Dice que le encantaría diseñar uno para alguien con discapacidad física, para demostrar que «es un espacio que se disfruta con los cinco sentidos». Ahora comparte sus ilusiones con su labor como presidenta de la Asociación de Empresarios para la Vivienda de Alta Calidad DOM3: «Marbella y la Costa del Sol han sufrido demasiados envites en los últimos tiempos, a la crisis general se suman los escándalos de corrupción y una imagen decadente, nosotros queremos mostrar la otra Marbella, la de gente con talento que trabaja y disfruta de la vida en este paraíso».
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Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Encarni Hinojosa | Málaga
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