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El espacio de trabajo de Rafa Mir, con una creativa composición en la pared, texturizada por Sr. Artefacto.
Mirar con los ojos del arte

Mirar con los ojos del arte

Rafael Mir estudió Farmacia y se especializó en Óptica, aunque su verdaderavocación, el arte, le llegó superados los treinta. Ahora une su profesión con la pasión por retratar a personajes con fuerza, un idilio que se enmarca en unavisión más amplia y fresca de los negocios, que en su caso pasa por convertirseen promotor de artistas con exposiciones y otras actividades culturales

Lorena Codes

Martes, 1 de marzo 2016, 17:05

Rafael Mir pertenece a una familia de farmacéuticos, así que cuando le llegó la hora de elegir la carrera universitaria en la que matricularse optó por Farmacia, no por seguir estrictamente la tradición familiar sino por no darle más vueltas al asunto. «En aquella época yo sólo quería dos cosas, estudiar en otra ciudad y divertirme, así que cuando me preguntaron ¿qué quieres estudiar? contesté fuera», afirma. Se trasladó a Granada y después a Barcelona, donde se especializó en Óptica.

Quizá por esa mirada inquieta suya, la farmacia se le quedó pronto pequeña. Una vez asumido el abecé de la botica las opciones de innovar eran pocas. Para Mir resulta fundamental unir lo que te apasiona y lo que te sostiene, al punto que ha hecho suya esa máxima de Confucio que decía «encuentra un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar un solo día de tu vida». Después de unas cuantas aventuras vitales se decidió a ponerla en práctica y hace tres años se planteó abrir su propia óptica, pero con una mirada muy distinta. Visual no es, pues, sólo un espacio comercial en el que se venden gafas, sino que se ha convertido en un punto de referencia de artistas, laboratorio de creadores emergentes y, sobre todo, el lugar en el que Rafa Mir puede dar rienda suelta a su creatividad a diario. Una extensión de su universo personal.

De esta forma, el malagueño compagina sus labores como óptico con una faceta artística que tardó en brotar pero que a la postre se ha convertido en su gran pasión. Con más de 30 años decidió explorar una dimensión que le atrajo desde bien niño, el arte. «Siempre estaba dibujando y recuerdo que en las asignaturas artísticas sacaba muy buenas notas», corrobora.

Estudió Diseño Gráfico en la Escuela de Arte de San Telmo y comezó a pintar de forma autodidacta. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que le faltaba técnica, de que «había formas más fáciles de llegar al mismo lugar», según sus propias palabras. «Y mientras más aprendes más te cercioras de que sabes muy poco», añade. Tomó clases con Paco Hidalgo y José M. Ruiz Blanco y comenzó a desarrollar su propio estilo. Un sello que busca la esencia, la personalidad de la gente, su único objeto de interés. Estaba inmerso en encontrar la perfección en el académico bodegón, hasta que un día apareció un amigo al lado de su composición y decidió pintarlo también, salirse una vez más por la tangente. No hubo retorno, desde entonces lo humano es lo único que le mueve. Su casa en La Malagueta es testigo de ello. Sus retratos guían al visitante por las diferentes estancias y compiten en protagonismo con un paisaje que difícilmente pueden atrapar unos pinceles: el de la bahía de Málaga que se observa desde su ventana. La brisa marinera despeina las miradas intensas de sus personajes, intensos, sugestivos, perturbadores en algún caso. Todos tienen en común un nosequé que atrapa, que engancha la mirada. «No sabría explicar por qué hay gente que me interesa pintar y otra no, hay individuos cuya personalidad es capaz de traspasar la paleta y entonces me empeño en retratarlos, he llegado a perseguir a algunos para pedirles que se dejen dibujar», apunta Mir. Así pues, no hay personajes planos en esta galería, ni siquiera los que son por encargo. En sus trazos se entrelazan muchas historias, vivencias y sentimientos.

Junto a los cuadros, protagonizan el interior de esta casa del barrio en el que se crió Rafa un sinfín de libros de arte, música, libros y objetos con alma traídos de sus viajes. El hogar de la familia de Mir posee un equilibrio perfecto entre lo creativo y lo confortable. Funcional y bohemio al mismo tiempo, todo lo que entra en la casa parece tener un sentido: desde las estupendas piezas de mobiliario heredadas de su familia que ponen el contrapunto clásico al conjunto hasta las plantas que aportan vida a los espacios o las obras de artistas malagueños y amigos que desfilan por sus paredes. Atmósferas que invitan a crear o a dejarse invadir por la creatividad. Al igual que ocurre en Visual, donde han expuesto su obra, entre otros, artistas como Juanjo Fuentes, Leo Peralta, Silvia Grav, Sonia Puga, Urban Sketchers y, actualmente, Cayetano Romero. Conciertos, presentaciones, desfiles, la puerta está abierta de par en par a la creación en cualquiera de sus facetas. Para mirar al mundo de una forma más rica y consciente, más divertida también.

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