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ARANTZA FURUNDARENA
Sábado, 8 de abril 2017, 00:50
La nueva Chica Ipanema se llama Cristina Pedroche. Solar por naturaleza, la vallecana ha sido elegida para iluminar con su sonrisa la última colección veraniega de la famosa marca de chanclas. Ahora que la relación entre Bustamante y Paula Echevarría está muerta o en la UVI, el binomio formado por Pedroche y el chef David Muñoz se perfila como el nuevo paradigma de la perfecta pareja mediática. Sus redes sociales rezuman almíbar. «Eres la persona más bonita, creativa, motivadora, constante, luchadora y mágica que conozco le ha escrito la presentadora a su marido Si te tengo a ti lo tengo todo».
Acostumbrada a dar la campanada (no solo en Nochevieja), Pedroche tiene una habilidad especial para ser noticia. Su último gong ha sido un divertido twerking a medias con Anna Simon que lo está petando en Instagram. No en vano es el rostro más popular de Atresmedia y la primera mujer española que alcanzó un millón de seguidores en Twitter. A sus 28 años, visiblemente más delgada, adicta a la adrenalina, a las endorfinas generadas por el deporte y al yoga más acrobático, la nueva Chica Ipanema asegura que últimamente repite mucho eso de «mira qué cosa más linda»... «Yo se lo cantaría a todo el que se levanta por la mañana con ganas de comerse el mundo y también a Aruk, el perro de mi prima Marta, que me tiene loca».
Pedroche es intensa y poco dada al término medio. «Nunca he sido tímida y siempre que he querido algo he ido a por ello con todas las armas», asegura. Será por eso que en cuanto vio a David Muñoz, sintió un flechazo y se dijo: «¡Este para mí!». Convivieron «desde el minuto uno». Y apenas habían intercambiado unas palabras ya sabían que acabarían casándose. Lo malo es que Muñoz ya estaba casado. Pero la presentadora defiende que cuando ella le conoció su matrimonio ya estaba roto. «Yo no podría estar con una persona que se separa para estar conmigo», ha aclarado.
Cuenta Pedroche que su experiencia como conductora del concurso Pekín Express le ayudó a madurar y le llevó a «reconsiderar muchas cosas». En el transcurso del programa no solo conoció a personas «felices y risueñas a pesar de no tener casi nada», sino que también se vio obligada a soportar situaciones extremas «como tener que dormir rodeada de serpientes, ratas y cucarachas. Pero yo, en general, no tengo miedo a nada puntualiza y si me equivoco y me caigo me levanto muy rápido».
Devota de su barrio, de su equipo de fútbol (el Rayo) «y de los vallecanos», a Pedroche le encanta ejercer de castiza y le enorgullece que sus despampanantes trajes de Nochevieja sirvan luego en Carnaval como inspiración de transformistas y drag queens. «Me siento muy apoyada y querida». Por imitarla, hasta su marido ha posado travestido de Pedroche, demostrando que ser un divo de los fogones con tres estrellas Michelin no está reñido con hacer de vez en cuando el ridículo y reírse de uno mismo.
Hermética cuando quiere
La reina de las transparencias se declara «transparente y sincera en todo», incluso consigo misma, «porque no hay persona más autocrítica que yo». Sin embargo, en la entrevista que ha servido para la elaboración de este perfil, no contestó ni una sola de las preguntas que esta periodista le formuló sobre su relación con Muñoz... Y tampoco quiso aclarar el motivo de tan súbito hermetismo.
Ya de niña, Pedroche apuntaba maneras. «Tenía una gran curiosidad. Siempre quería ser la mejor en todo y era muy perfeccionista». Hoy día dice seguir siendo la misma. La pequeña Cristina también «odiaba comer; me parecía una pérdida de tiempo». Aquella chiquilla inapetente y traviesa a veces tiraba el yogur por la ventana... «Hasta que un día subió la vecina diciendo que le habíamos manchado las sábanas que tenía tendidas», recuerda entre carcajadas. A fecha de hoy, Pedroche sigue sin llevarse bien con los fogones. «No me gusta cocinar, no tengo nada de paciencia y cuando lo intento me entra hambre y voy picando». La silueta (demasiado escuálida, según sus detractores) la mantiene a raya a base de «pegarme unas buenas palizas en el gimnasio y cenar todas las noches verduras».
Así es Cristina Pedroche, hasta donde dejan entrever sus transparencias... Una chica que se ha marcado unos límites muy altos porque, como ella misma dice, «siempre tengo ganas de más y no veo el final. Para mí no hay nada imposible».
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