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fernando iturribarria
Martes, 10 de enero 2017, 00:23
La Policía francesa ha detenido a los autores del atraco a Kim Kardashian en París. Pero no ha encontrado el botín, valorado en nueve millones de euros. El mayor robo de joyas a un particular cometido en Francia desde hace más de 20 años está parcialmente resuelto. Al cabo de tres meses de investigaciones, 17 sospechosos cayeron ayer en las redes policiales desplegadas en París, la región de la capital y hasta la Costa Azul. De edades comprendidas entre los 23 y los 72 años, entre ellos abundan los veteranos del hampa fichados por bandidismo o narcotráfico con raíces norteafricanas y gitanas, sin olvidar a un par de judíos encargados de colocar la mercancía en el mercado de los diamantes de Amberes.
La redada fue practicada a las seis de la mañana de ayer de manera simultánea en los distritos 17 y 19 de París, en las localidades periféricas de Vincennes, Créteil y Le Raincy y en Grasse (Alpes Marítimos). En este municipio mediterráneo fue arrestado el patriarca del clan. Pierre B., de 72 años, es un viejo conocido de la Policía por atracos varios y fabricación de moneda falsa. El más joven de los detenidos, entre quienes figuran tres mujeres, nació en enero de 1994. La mayoría son cincuentones con nutridos historiales por robos a mano armada, tráfico de estupefacientes y otras fechorías.
Según fuentes de la investigación, el núcleo duro es oriundo de Cabilia, región montañosa del norte de Argelia poblada por tribus bereberes. También hay gitanos sedentarizados, nómadas que viven en autocaravanas y delincuentes asentados en barriadas populosas. Dos hermanos judíos fueron arrestados, el uno en París y el otro en Le Rancy, por sospecharse que actuaron de intermediarios con estraperlistas de su comunidad en el mercado negro de Amberes.
Una caída providencial
La Brigada de Represión del Bandidismo dio con la pista del comando Kardashian gracias a un par de valiosos indicios. El rastro delator fue el ADN identificado en dos objetos abandonados por los autores del asalto en la madrugada del 3 de octubre último. Un perfil genético apareció en las esposas de plástico con las que dejaron maniatada a la estrella de la telerrealidad en la bañera del lujoso dúplex que ocupaba en un discreto hotel para ricos y famosos. Los atracadores habían irrumpido a eso de las dos de la mañana en el establecimiento, llamado No Adress, disfrazados de policías para preguntar al portero antes de reducirlo por «la mujer del rapero», en alusión a Kanye West.
La suerte y la honradez aportaron la segunda prueba. En las imágenes grabadas por cámaras de vigilancia en la zona, cercana a la plaza de La Madeleine, se observa que los forajidos huyeron a pie y en bicicleta. En una de las filmaciones se ve cómo uno de los bandidos sufre una caída con la bici y pierde una bolsa de plástico de la que caen un montón de joyas. Al recogerlas a toda prisa se olvida de un colgante, que abandona sin darse cuenta en la calzada antes de reanudar la huida.
Se trataba de una cruz de platino con diamantes, tasada en 30.000 euros, que una vecina encontró al día siguiente y entregó en la comisaría del céntrico barrio. Los especialistas de la Policía científica lograron aislar un perfil genético que, al cotejarlo con los obrantes en los ficheros, coincidió con el de «un granuja de gran envergadura». Tirando de los hilos del ADN, los investigadores consiguieron desenredar la madeja con ayuda de vigilancias físicas y telefónicas, así como geolocalizaciones.
El testigo, repatriado
A los jueces instructores del caso se les presenta un contratiempo inesperado. El portero de noche, argelino de 39 años, se tuvo que volver el 30 de diciembre a su país porque no le renovaron el permiso de residencia en Francia. Su abogado, Henri de Beauregard, declaró que iba a presentar un recurso ante el Ministerio del Interior para que se le autorice a volver urgentemente a colaborar en las pesquisas e identificar a los sospechosos. «Mi cliente no es menos víctima y probablemente está más disponible que la señora Kardashian», dijo el defensor del testigo clave.
Tras casi dos meses apartada de las redes sociales, la reina de Instagram (90 millones de seguidores) reapareció el pasado 4 de enero con un vídeo promocional para la nueva temporada del reality La increíble familia Kardashian. Hecha un mar de lágrimas, relata entre sollozos a sus hermanas Khloe y Kourtney la horrible vivencia de París: «Pensaba que me iban a disparar por la espalda. No había forma de escapar. Me desespera mucho pensar en ello», confiesa.
También habla de los rumores de crisis matrimonial con Kanye West y de los problemas de salud del rapero y diseñador, al que ingresaron en noviembre en un centro médico de Los Ángeles por falta de sueño y agotamiento tras cancelar su gira. Y encima la alianza que le regaló, valorada en cuatro millones, sigue sin aparecer. En los registros practicados se han encontrado importantes sumas de dinero, probable fruto de la reventa del botín. Pero ni rastro de las joyas. Snif.
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