Los ídolos caídos resucitan el vinilo

Las muertes de David Bowie, Prince o Leonard Cohen disparan las ventas de discos, que marcan en 2016 su máximo histórico en 25 años

guillermo elejabeitia

Jueves, 5 de enero 2017, 01:18

Que un formato inventado en 1888 y perfeccionado en 1948 sea el que más ha crecido en la industria musical en 2016 dice mucho de la inercia nostálgica que impregna la cultura de nuestro tiempo. En los últimos doce meses la venta de discos de vinilo alcanzó un máximo histórico en el Reino Unido, el país que sigue marcando la tendencia en el sector. Unos 3,2 millones de unidades despachadas que suponen un espectacular aumento del 53% respecto al año pasado y la cifra más alta desde que Simply Red reinara en las listas allá por 1991.

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La tendencia no es nueva. Los vinilos han venido creciendo de forma sostenida en la última década en 2007 se vendieron apenas 200.000 en las islas británicas , pero han conseguido explotar definitivamente en 2016. La razón vuelve a ser la nostalgia, en este caso por los ídolos caídos. El año que acaba de terminar será recordado porque vio desaparecer a algunas de las más grandes leyendas de la música de las últimas décadas. David Bowie, Prince, Leonard Cohen o, hace tan sólo unos días, George Michael, han vuelto a las listas de ventas en el último año poco después de fallecer. Pero frente a los justinbiebers o las rihannas que marcan el ritmo de la música actual, su éxito no descansa sobre el streaming y las descargas digitales, sino sobre un formato físico que otorga a sus álbumes el valor de un recuerdo, casi de un monumento funerario.

El caso de Bowie es especialmente ilustrativo del fenómeno. Dos días antes de fallecer publicó Blackstar, un canto de cisne que rápidamente escaló posiciones entre los más vendidos. Ha terminado el año en la sexta posición a nivel mundial, con casi 2 millones de copias totales; sin embargo, reina de forma indiscutible en el mercado de vinilos. Sólo en el Reino Unido ha despachado 52.000 ejemplares y su autor ha conseguido colar otros cuatro álbumes en el top 30.

El legendario Purple Rain, editado en 1984, también volvió a venderse como rosquillas después de la muerte de Prince el pasado 21 de abril. Entre los vinilos ocupa la novena posición; sin embargo, tiene que conformarse con un honroso puesto 35 si atendemos a las ventas globales. La necrofilia del mercado de elepés se confirma si tenemos en cuenta que la mitad de integrantes del top 10 están muertos y que el 80% del top 40 son reediciones. Pero también nuevos artistas como The 1975 o Adele y sellos independientes han encontrado en el disco tradicional un filón.

Más beneficios

Sin duda sus cifras no son tan abultadas como las del compact disc que aunque está en franca decadencia sigue siendo el formato físico más vendido y representan sólo un testimonial 5% del mercado. Pero su extraordinario margen de beneficio ha conseguido devolver parte del pastel de la industria a sellos y artistas. Durante 2016 el gasto en discos de vinilo superó por primera vez al de descargas digitales desde que ambos formatos conviven: 2,4 millones de libras frente a 2,1 millones.

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En el sector ya hay quien predice la muerte de la descarga, por redundante, en unos pocos años. Los hábitos de consumo actuales favorecen indudablemente al streaming, que se ha disparado un 500% desde 2013. La escucha online y el revival del vinilo son dos extremos de una transformación en el mercado que, lejos de matar a la industria, ha conseguido que hoy se escuche más música que nunca.

«El descubrimiento de nuevas canciones estaba antes limitado a la radio, mientras que ahora la gente es libre de explorar a través de internet tanto nuevos lanzamientos como material antiguo y, cuando algo les encanta, salen a comprarlo en formato físico», explica Vanessa Higgins, miembro del British Phonographic Industry Council. A veces únicamente como objeto de colección. De hecho, una reciente encuesta entre compradores británicos revelaba que más de la mitad no escucha habitualmente los vinilos que adquiere.

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En el terreno de lo tangible, el polímero de vinilo que llegó al mercado en 1948 tiene todas las de ganar: generalmente lleva aparejada una descarga digital, una portada más grande realza el valor del libreto como objeto artístico y ha demostrado ser mucho más duradero que su inmediato rival, el CD, cuyas ventas son una sucesión de mínimos históricos. Hasta el casette, que muchos creían muerto y enterrado, está experimentando un ligero repunte en medio de este furor vintage tan contemporáneo.

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