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Miuccia Prada ha acusado la caída de las ventas.
Prada se sube a la parra

Prada se sube a la parra

A Miuccia Prada le ha llegado el momento de cuidar del negocio

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Martes, 5 de julio 2016, 01:09

Miuccia Prada le ha llegado la hora de cuidar el negocio. Tras ver cómo sus beneficios caían un 38% en el último cuatrimestre, la inventora del it bag se ha visto en la encrucijada de vender menos para ser más sofisticada y evitar morir de éxito. La diseñadora que revolucionó la moda en 1979 con el lanzamiento de unas sencillas mochilas de nailon, fabricadas con los tejidos que usaba su padre para tapizar baúles de viaje, es consciente de que todo tiene un principio y un final. Y que cuando las cosas se tuercen no queda más remedio que dar un volantazo para seguir compitiendo en primera línea. «El mayor desafío como diseñadora es no volverte estúpida, mantener tu individualidad e introducir algo de inteligencia», defiende.

Miuccia se ha puesto manos a la obra con urgencia porque veía peligrar el emporio que tiene montado con su marido, Patrizio Bertelli, que lleva los asuntos financieros. La joven que en los años 60 militaba en el Partido Comunista de Italia y participaba en piquetes vestida de Yves Saint Laurent, reconoce sus errores y atribuye el desplome de las ventas a que la firma se había vuelto «demasiado comercial».

Orgullosa, sigue sintiéndose muy segura de lo que hace, pero, por si acaso, cuenta con un plan b y, además, se confiesa «un gran monstruo de la ambición. El éxito fácil te distrae y entonces deber recordarte que es fundamental controlar las ventas para cuidar a tus clientes. Mientras siga conectada con el mundo, no habrá problema».

El asunto es si la gran Miuccia será capaz de volver a sus orígenes y enamorar a la clientela. A sus 66 años, confiesa que no tiene ninguna intención de jubilarse. Podría hacerlo y dedicarse a vivir la buena vida, pero le gusta trabajar. «Es lo único que puede hacerte independiente. Ganar tu dinero es el único camino a la libertad», argumenta una mujer que, por primera vez en su vida, se ha sentido agobiada por la necesidad de ofrecer novedades a todas horas. «Con internet la gente quiere cambiar todo el rato. El ritmo puede ser excesivo, por eso Raf Simons se marchó de Dior».

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