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Vista de la localidad de Bascombe, en el condado de Sussex.
Los vecinos de Antonio Banderas

Los vecinos de Antonio Banderas

El actor malagueño se ha mudado a un pueblo de la campiña inglesa repleto de millonarios y coches de lujo. Los condados de Surrey y Sussex, cercanos a Londres, acogen a famosos como Cate Blanchett, Kate Winslet y Adele

CARLOS BENITO

Sábado, 27 de febrero 2016, 00:44

Cuando un famoso se muda al campo, suele tratarse de un campo un poco distinto al que experimenta el común de los mortales. En el caso de Antonio Banderas, esa diferencia puede cuantificarse en 3,1 millones de euros: es lo que le ha costado la casa prefabricada de la marca alemana Huf Haus modelos lujosos, diáfanos, de producción limitada que se ha comprado en el condado inglés de Surrey, para residir allí durante al menos cinco años junto a su novia Nicole Kimpel. En la localidad de Cobham, de casi diez mil habitantes, disfrutará de «la simplicidad y la libertad», de «espacio y paz para escribir y poder pensar», y podrá recorrer en bicicleta los bosques y contemplar zorros y ciervos que le salgan al paso. Todo ello, a tiro de piedra de Londres, donde el actor estudia diseño en la escuela Central Saint Martins: si le apetece acudir en transporte público, desde Cobham tiene 58 minutos hasta Kings Cross, la estación más cercana a su nuevo cole.

La campiña inglesa siempre ha ejercido una poderosa atracción sobre los ricos, tanto nacionales como importados. Combina ese bucolismo que tanto miman los británicos con un asombroso parque inmobiliario, de propiedades con muchísimos acres que cuestan muchísimas libras, y además los pueblitos saben cautivar a los vecinos pudientes con sus tiendas de antigüedades, sus comercios coquetos, sus festivales de arte y sus pubs de engañosa sencillez. Cobham y el vecino Oxshott están plagados de residentes millonarios. El Daily Mail describió hace unos años el asombroso espectáculo del supermercado Waitrose de Cobham, o más bien el de su aparcamiento, donde coincidían dos Maserati, un Lotus Elise, un Porsche Carrera, un Bentley y, como calderilla, unos cuantos Range Rover de cristales ahumados. En la calle principal de Oxshott se pueden comprar diseños de Moschino y a la licorería local se le agotan las existencias de Dom Pérignon por Navidad. En la comarca reside un enjambre de futbolistas, pero últimamente Surrey flojeaba en famosos de más pedigrí: el beatle Ringo Starr se marchó a California y vendió su mansión a un millonario checo por 17 millones de euros, mientras que el stone Ronnie Wood solo ocupó su torre octogonal durante dos años, es decir, dos parejas.

De un tiempo a esta parte, da la impresión de que en esta liga arrasa Sussex, el condado situado inmediatamente al sur, que pilla un poco más lejos de Londres pero también permite atender los asuntos que se tengan en la capital. Allí la nueva vecina ilustre es Cate Blanchett, que acaba de establecerse en una mansión victoriana de ladrillo rojo situada en Crowborough, a 70 kilómetros de Cobham. La actriz australiana ya vivió en Sussex hace unos años y se quedó «enamorada del verdor», así que ahora se ha traído a su esposo y sus cuatro hijos. En la mudanza, además, han ganado un buen pico, porque la casa les ha costado algo menos de cuatro millones, mientras que la de Sídney la vendieron por trece.

El foso de Keith

Más espectacular todavía es lo de West Wittering, al oeste del condado: su censo no llega a los 3.000 habitantes, entre los que se cuentan veteranos como Keith Richards, que ocupa desde los 60 su casa rodeada por un foso, escenario de tantas veladas inconfesables, y recién llegados como Kate Winslet, que se afincó hace tres años en una casa de cuatro millones de euros. A Kate, por cierto, las autoridades le han prohibido construir el rompeolas que quería.

Brighton, la ciudad más importante de Sussex, no tiene mucho de campiña, pero es una parada obligada en ese recorrido por los nidos de las celebrities. Allí, en primera línea de mar, camuflada detrás de unos almacenes portuarios, se encuentra la llamada Hilera de los Millonarios: son once casitas blancas de estilo art deco, construidas hace algo más de un siglo y provistas de su playita privada. Por allí anduvieron de fiesta Frank Sinatra o Ava Gardner, y durante muchos años una de ellas perteneció a Paul McCartney, que al divorciarse se la vendió a Fatboy Slim. El popular DJ se ha hecho finalmente con tres de las viviendas, mientras que otra es el domicilio de la cantante Adele. Un vecino comentaba recientemente cómo a veces se le colaba en casa el perrito de Adele y, detrás, Adele misma, y cómo el sibarita de Fatboy Slim estuvo mirando su colección de vinilos y no quiso comprarle ninguno.

Este hombre no solo vendía los discos, sino también la casa. Pedía cinco millones de euros y no encontró comprador, así que lo mismo sigue disponible, por si alguien quiere emular la vida de las estrellas. ¿Otra opción más asequible? Por algo más de un millón está a la venta en Lewes la villa campestre que ocupó en los 60 el batería de los Stones. A Charlie Watts y su esposa les encantaba, pero se hartaron de que las trabajadoras de una fábrica cercana aprovecharan la pausa del almuerzo para subirse al tejado y fisgonear su vida. Porque también es verdad que, cuando estos personajes conocidos deciden irse al campo, la fama y sus incomodidades se mudan con ellos.

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