Lorena Codes
Lunes, 30 de noviembre 2015, 00:23
Como si de un Montmartre malagueño se tratase, al norte de Ollerías y casi en la colina que sube a El Ejido, un grupo multidisciplinar de artistas han instalado sus ilusiones y sus ganas de experimentar y dar rienda suelta a la creatividad. La Cruz del Molinillo alberga desde hace un mes el nuevo Espacio Cienfuegos, una asociación de jóvenes creadores cuya actividad se ha consolidado en tres años. La cuna de antiguos molinos, como ocurrió en París con el Moulin de la Galette y los otros 14 que poblaban la colina de Montmartre, ha sido el entorno elegido por el colectivo para expandirse. A unos pasos, calles como Molino del Aceite recuerdan que la ribera del Guadalmedina albergó varias de estas construcciones propias de aquella Málaga agrícola.
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Sea como fuere, lo que ambas situaciones tienen en común además de los molinos y la actividad creadora conjunta es la necesidad de encontrar un espacio compartido para vivir el arte en libertad, alejados de circuitos engullidos por la gentrificación que se produce en otros barrios del centro. No se sabe si de aquí saldrá algún Picasso, aunque varios de sus integrantes apuntan maneras. De hecho, Ignacio Estudillo, por ejemplo, ha sido distinguido con el Premio Young Artist en el BP Portrait Award de National Portrait Gallery de Londres y, más recientemente, con el Premio BMW de Pintura. La primera experiencia en común del colectivo ha durado tres años y ha constatado el buen funcionamiento de la fórmula. De hecho, el local de la calle Conde de Cienfuegos en el que germinó el grupo primigenio se les ha quedado pequeño, razón principal de esta mudanza.
Cristian Alcaraz, Laura Franco, Ignacio Estudillo, Delia Márquez, Adrián Olivares y Natalia Domínguez fueron sus impulsores en el año 2012. Algunos habían coincidido en la Fundación Antonio Gala y otros se fueron sumando por la necesidad de un taller donde trabajar. De éstos han quedado Laura Franco, Estudillo y Olivares, a los que se han unido nuevos compañeros de viaje. La única regla inamovible es la de compartir no sólo el espacio, sino también el proyecto, manteniendo al mismo tiempo la individualidad de cada autor. Es decir, la constitución del colectivo como asociación les diferencia de otros grupos que comparten zona de trabajo, pero nada más. Aquí cada uno se enriquece con la aportación del resto. Pintura, instalación, escultura, cine, teatro, música y literatura conviven y se engrandecen entre sí.
La fórmula que tantos resultados insignes ha proporcionado a la historia del arte demuestra su solvencia de nuevo. Del mismo modo, como en una rueda eterna de la (escasa) fortuna en el terreno de la creación artística, la actividad de Cienfuegos peligró hace poco más de un año por falta de fondos. Iniciaron entonces una campaña de micromecenazgo que obtuvo una respuesta muy positiva. La emergente iniciativa cultural de antaño había logrado un hueco en la escena alternativa de Málaga. Poco después, a finales de 2014 les otorgaron la Beca Injuve, un nuevo impulso para continuar en el buen camino.
La mudanza se planteó con la llegada de nuevos miembros al grupo, como Luis Alhama, Zeus Sánchez, Alejandro Martín Parra, Ana Robles y Natalia Resnik Las Musas aplauden, así como los integrantes del Colectivo Croma (seis en total). La novia de uno de ellos buscaba piso cuando vio el local cerrado, que había pertenecido a la ferretería Ferrorazar. Confiesan que al principio les costó visualizar las bondades del sitio, aunque tenía posibilidades. Más de 380 metros cuadrados distribuidos en tres plantas eran más que una buena razón. Se pusieron manos a la obra y durante casi seis meses se sumergieron en una complicada reforma. Ahora el proyecto puede materializarse con un perfil mucho más fiel a la idea original, puesto que ninguno de los artistas se ve obligado a interrumpir su trabajo cuando se desarrolla una actividad colectiva.
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El espacio está dividido en tres zonas que se corresponden con los diferentes niveles. Abajo, una planta diáfana se constituye como la sala polivalente, donde se llevan a cabo actividades de todo tipo. En la planta intermedia se sitúan los talleres individuales de cada artista, en un espacio dividido, aunque no compartimentado. Por último, arriba están la oficina, la zona de coworking y la sala de reuniones. Lo más importante es que la cultura de base que figuraba arriba de su escala de prioridades puede desarrollarse aquí sin inconvenientes. De hecho, Cienfuegos ha otorgado diez becas de producción a recién egresados y tienen en mente la creación de un premio en el futuro. Además de esto, su nuevo hogar, que se inauguró hace hoy un mes, les permite afianzar el arte de base, de servir de dinamizadores del barrio y de la sociedad malagueña en general. A su excelsa programación se añaden ahora talleres formativos y la opción de ceder el espacio para todo tipo de propuestas. Igualmente, los dos escaparates del local serán espacios para intervenir que han inaugurado Joan Lara y Juanjo Fuentes. Este último con una particular visión de la portada de Architectural Digest, ácida y divertida como sus obras. El arte por el arte tiene un semillero de lujo en Málaga, un espacio en el que los jóvenes talentos se apoyan y se sienten libres para construir su propio discurso.
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