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La modelo israelí ejerció de embajadora de la escudería Williams, el pasado jueves en Barcelona.
Bar Refaeli: «¿Polémica yo?»

Bar Refaeli: «¿Polémica yo?»

La modelo niega en Barcelona ser adicta al escándalo. A punto de casarse, se define como una chica sencilla y normal. «Yo suelo hacer la colada»

ARANTZA FURUNDARENA

Sábado, 9 de mayo 2015, 10:34

Bar Refaeli se paseó el jueves por Barcelona. Y no hizo falta que las wags del Barça se pusieran en guardia para clavarle las uñas. Porque Bar ya no es la que fue. Ha dejado atrás su etapa salvaje (cuando la acusaban de coquetear con toda la alineación blaugrana, banquillo incluido) y ahora está completamente metida en su papel de futura esposa del empresario israelí Adi Ezra. Solar y simpática, pese a su fama de insoportable, la supermodelo y antigua novia de Leonardo di Caprio, inauguró en el Port Vell barcelonés la Terrazza Martini. Y aprovechando que la Fórmula 1 pasa este fin de semana por la Ciudad Condal, ejerció de embajadora de la asociación entre la famosa marca de vermut y la escudería Williams. «¿Polémica yo...?», respondió sorprendida a la pregunta de esta periodista. Y es que la israelí parece decidida a desmontar todos y cada uno de los tópicos que se han ido construyendo alrededor de su persona.

«Estoy estupenda, soy divertida, me gusta salir, también estar en casa, el cine, comer bien... No entiendo qué tengo de malo, ¿Por qué sigo sola?», se quejaba Bar hace un par de años... O al menos, eso es lo que publicó el diario de su país Yedioth Ahronoth, que también aseguró que la modelo andaba buscando un hombre «grande, fuerte y famoso». Pero nada de eso es cierto según explicó Refaeli el jueves en Barcelona. «Yo nunca me he sentido sola aclaró tajante. Siempre he estado encantada de estar soltera y muy feliz con mi vida. Además, eso ya es pasado porque ahora tengo un novio y nos vamos a casar».

Tras haber pasado casi seis años junto al astro hollywoodiense Leonardo di Caprio (y su pegajosa madre), la modelo ha reconducido su vida gracias al también judío Adi Ezra, un atractivo calvo de 40 años y ojos muy claros, no mucho más alto que ella (Bar mide 1,74), que dirige una exitosa empresa de importación y exportación de alimentos. Se conocieron en 2012 y él le pidió matrimonio durante un reciente viaje al Caribe. La pareja ha protagonizado ya al menos una sonora ruptura que acabó en reconciliación y se espera que, si no hay nuevos sobresaltos, en breve celebren su boda en algún enclave de su país natal, del que Bar es una auténtica forofa (e imagen de una campaña del Ministerio de Exteriores). «Para mí los mejores lugares del mundo son Jerusalén y Tel Aviv», reiteró el jueves en Barcelona esta modelo amada y detestada, a partes iguales, en Israel. Este será su segundo matrimonio, aunque el primero que realiza por amor, ya que el anterior fue una especie de farsa urdida para librarse de la mili, tal como ha sospechado siempre el ejército de su país. Y es que en Israel el servicio militar es obligatorio y largo: dos años para las mujeres y tres para los hombres.

«Como sin atiborrarme»

Treinta años redondos cumplirá Refaeli el próximo 4 de junio. Y puede decirse que los últimos los ha dedicado a construirse una imagen de mujer controvertida y aficionada al escándalo. Lo avalan anuncios como aquel de ropa interior en el que se acostaba con una marioneta y fue censurado en Israel por su alto contenido sexual, o esas recientes imágenes en las que aparecía patinando en un parque semidesnuda, o el spot de gafas en el que supuestamente se reía de las gordas, o esa foto que subió a Instagram haciendo como que orinaba de pie en un váter masculino... Sin embargo, nada de eso parece ir con ella. «¿Polémica yo...? No sé de qué me habla. Eso es algo que está en la prensa, pero yo no soy una persona polémica en absoluto. Al contrario, soy una chica sencilla, totalmente normal, y no busco estar en los titulares todo el tiempo», zanjó el jueves.

Bar también avisó que casarse no va a afectar a su carrera «porque no voy a ponerme gordísima de repente ni nada de eso». Aclaró que no sigue una dieta, salvo la del sentido común: «Como todo lo que me gusta, pero en su justa proporción, no me atiborro». Que su debilidad son las patatas fritas («nunca les digo que no»), que de no haber sido modelo quizá habría sido arquitecta («es una carrera larga y ya no la voy a estudiar; tal vez en una próxima vida»), que su proyecto a medio plazo es ser madre... Y que ella no es ninguna diva: «Yo hago la colada a menudo y tiendo y doblo la ropa... Soy una chica sencilla y normal», insistió.

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