daniel vidal
Martes, 10 de marzo 2015, 01:08
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Al principio, todo eran risas. «Nos pusimos los uniformes, después los chalecos antibalas, las mochilas, los cascos, cogimos los fusiles... ¡Y casi no podíamos movernos! ¡Vaya pandilla! ¡Vaya posturas! Parecíamos sacados de una película de Leslie Nielsen». El actor Luis Fernández no puede contener la carcajada cuando recuerda la estampa que formaba el reparto de 'Los nuestros' (Telecinco, lunes, 22.30) al empezar la convivencia con los Grupos de Operaciones Especiales (GOES), la élite. Después llegó el trabajo duro, la instrucción, el adiestramiento, «aunque no al nivel de los militares que nos acompañaron. Yo soy muy vago y no podría correr todos los días diez kilómetros con esa mochila a la espalda», reconoce Fernández, que interpreta al conflictivo teniente Daniel Solá. Ganó cuatro kilos de músculo para la ocasión: «Esto es lo que se llama ser un actor de método».
El entrenamiento castrense de los actores antes del rodaje, una suerte de 'minimili' que se desarrolló en el Cuartel de Artillería de Fuencarral (a solo unos metros de la sede de Telecinco), en Zaragoza y en Alicante, buscaba precisamente «depurar esos movimientos de novatos y lograr que se movieran con soltura, como los soldados profesionales que encarnan en la serie», resume el comandante Alfonso Blas, responsable de Comunicación del Mando de Operaciones Especiales (MOE). «Tener claros ciertos conocimientos: que se saluda con la mano derecha y no con la izquierda, conocer los galones, las relaciones entre compañeros... En definitiva, mostrarles quiénes somos para que la gente en casa conozca nuestro trabajo».
Aunque hubo intentos previos que finalmente no llegaron a la pequeña pantalla, 'Los nuestros', que la semana pasada se estrenó con un exitazo traducido en cuatro millones de espectadores, es el primer drama bélico producido para la televisión en nuestro país y «la primera serie española que cuenta con asesoramiento militar durante toda la producción», detalla el Ministerio de Defensa. Series americanas como 'Generation kill' o 'The Pacific' y la necesidad de un nuevo giro en la oferta de la cadena de Fuencarral motivaron a Tedy Villalba, productor ejecutivo, a contar «cosas nuevas». La sal del argumento la puso poco antes la liberación de dos cooperantes españoles en Malí, retenidos durante meses por un grupo salafista.
En la miniserie, un grupo de yihadistas secuestra a los dos hijos de un matrimonio, destinado por trabajo en el mismo país africano. Los boinas verdes, en conexión directa con La Moncloa, se ocupan del rescate. Entre medias, un tormentoso romance entre la francotiradora Isabel Santana (Blanca Suárez) y el capitán Alberto Sánchez (Hugo Silva). «En el tema sentimental no nos metimos, aunque cada uno tenemos nuestras historias», bromea -no sin razón- Alfonso Blas. «Eso sí, nuestro asesor devolvió el guion corregido y ampliado con toda la salsa militar». El resultado, casi el doble de páginas que el texto inicial.
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Respetar los valores
Ese asesor meticuloso es Juan Ginés García y Pérez, un teniente coronel del Ejército que ya ha aportado sus conocimientos en algunos documentales. «Antes éramos más reacios, quizá porque en series y películas veníamos arrastrando detalles que no se correspondían con la realidad de la institución, y estábamos más a la defensiva. Pero nuestra implicación con estas cuestiones ha ido cambiando», admite. Solo desde el año 2009, el Ejército de Tierra ha colaborado con más de 100 productoras, ya sea para programas de televisión, concursos, largometrajes y cortometrajes de éxito, como 'Aquel no era yo', galardonado con un Goya y seleccionado para los Oscar. El director Daniel Calparsoro aún agradece el apoyo prestado por la Legión durante el rodaje de 'Guerreros', en 2001: «Sin su ayuda no hubiera sido posible». No hubo la misma sintonía para Invasor, en 2012, sobre la guerra de Irak. El argumento de la película, basada en la crítica novela de Fernando Marías, no hizo demasiada gracia en Defensa, como reconoció en su día el productor Juan Gordón.
Los requisitos que las Fuerzas Armadas exigieron tanto a Tedy Villaba como a Calparsoro son los mismos de siempre: «Respetar los valores del Ejército, no interferir en el trabajo de las unidades y que la colaboración no suponga gasto alguno para la institución». De este modo, el rodaje de las secuencias en el helicóptero tuvo que adaptarse al horario de vuelo del aparato y la gasolina de los vehículos militares URO, cuando había que echar horas extras en las dunas de Fuerteventura, «la ponía de mi bolsillo», cuenta Tedy Villaba.
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Su productora también compró 80 uniformes en la tienda del Ejército. Aunque los complementos exclusivos de los boinas verdes -cascos, chalecos o pegatinas- fueron cedidos. «No se pueden encontrar en ninguna parte del mundo», ilustra Alfonso Blas. La productora ya los ha devuelto. Para las armas hacía falta demasiado papeleo, así que se recurrió al departamento de efectos especiales. Por supuesto, los fusiles estaban 'capados' y los chalecos y mochilas eran tan ligeros como una pluma, que para algo estamos en la tele.
Nunca se había vito que soldados profesionales formaran parte del equipo artístico. Incluso se buscaron ocho boinas verdes para asesorar personalmente a los ocho actores principales. «Nos contaron sus vivencias personales, sus experiencias... Aprendí muchísimo, fue muy gratificante. ¡Incluso ahora sé manejar una pistola!», se excita Luis Fernández. A Blanca Suárez, «que se manejaba de maravilla con el fusil Accuracy de 10 kilos durante la instrucción», recuerda Alfonso Blas, la pusieron a entrenar con una francotiradora real, una oficial que permaneció en los Grupos de Operaciones Especiales durante varios años. Hugo Silva, que no hizo la mili, salió encantado de la experiencia: «Yo me alisté sin dudarlo en el proyecto. Me ha permitido profundizar en la vida de estos profesionales».
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«No son 'cowboys'»
Todos los extras que aparecen en 'Los nuestros' vestidos de caqui son militares reales «que pidieron días de permiso para rodar y que han cobrado como cualquier figurante», observa Villaba. Aunque no da cifras «por educación», cualquier extra del montón cobra, de media, unos 35 euros por 12 horas de trabajo. «Era importante adecuarse lo más posible a la realidad», apunta el teniente coronel Ginés. En este sentido, su empeño tenía un objetivo claro: «Hemos querido explicar que los miembros de los Grupos de Operaciones Especiales, los boinas verdes, no son cowboys. Que las relaciones personales no son despóticas, el oficial no pisa al subordinado. Hay humor. El tratamiento es rígido, pero muy cordial». Aunque no todos en el Ejército lo ven así: estos días proliferan críticas de soldados y mandos en las redes sociales contra la serie por la «falta de seriedad», una excesiva «promiscuidad» impropia de las Fuerzas Armadas, y la difusión de una imagen «distorsionada» de la cultura de defensa.
En cualquier caso, la experiencia ha dejado buen sabor de boca a los actores y a los militares que participaron en el proyecto. Ahora se mandan mensajes comentando la serie y hasta quedan para tomarse cañas. Para eso no hace falta entrenamiento.
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