La importancia de llamarse Bush

'Jeb', hijo y hermano de presidentes, quiere llegar a la Casa Blanca. A favor, el apellido y la fortuna de una dinastía «antagónica» a los Kennedy

daniel vidal

Miércoles, 31 de diciembre 2014, 02:22

Richard y Esther Shapiro, los creadores de 'Dinastía', podrían haberse inspirado en George Herbert Walker Bush para dar vida al personaje estrella de la serie, el inefable magnate del petróleo Blake Carrington. Alto, apuesto, musculoso y convertido en un héroe tras participar como piloto en la II Guerra Mundial, George H. W. Bush, el primero de la familia en llegar a la presidencia de los Estados Unidos, ya había acumulado un patrimonio de casi 1.500 millones de dólares con 40 años gracias a su empresa de prospección y explotación de crudo. Pero no solo del petróleo viven (a todo trapo) los Bush, una de las mayores fortunas del país y cuyas andanzas han llenado muchas más páginas y más horas de televisión que los Carrington. La realidad supera la ficción y las intrigas de aquella 'Dinastía' que inundó la pantallas de los hogares de medio mundo en los 80 se quedan en agua de borrajas comparadas con las aventuras de esta familia, «antagónica a todo lo que representan los Kennedy: progreso, dinamismo, modernidad. La de los Bush es una dinastía muy 'texana': tradicional y poco dada a negociar. Con muchísimo dinero», valora Isidro Sepúlveda, profesor de Historia Contemporánea de la UNED y especialista en Relaciones Internacionales y Seguridad.

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Desde el bisabuelo Samuel P. Bush, rey de los ferrocarriles y el acero y artífice del poder económico del clan junto a su hijo, el exsenador y consejero de bancos de Wall Street Prescott Bush, hasta el último presidente Bush, aficionado a la bebida. El último 'niño bonito' de la familia y de un sector importante del Partido Republicano es el exgobernador de Florida 'Jeb' Bush, que acaba de anunciar su intención de «explorar activamente la posibilidad de presentarme a presidente de los Estados Unidos». Como su padre y como su hermano. Desde jovencito, 'Jeb' (acrónimo de su verdadero nombre, John Ellis Bush) parecía el más preparado de los seis hijos para llegar a lo más alto. Tanto en los negocios como en la política. El más dotado para ocupar el Despacho Oval de la Casa Blanca y suceder al padre, que hoy está ingresado por una insuficiencia respiratoria.

En Estados Unidos «heredar la poltrona no es extraño, como también se heredan los puestos de mando de los clanes empresariales y económicos que hay detrás del poder», ilustra Sepúlveda. Sin embargo, fue el hermano díscolo -y el pequeño- el que ganó la carrera. Y eso que era «un tarambana que pasó de cogerse unas borracheras tremendas a organizar cenas en las que no se servía alcohol. Representaba la fe del converso». Un adolescente levantisco y juerguista que no quiso comulgar con los valores familiares hasta que experimentó una especie de experiencia religiosa, como él mismo lo ha definido, y dejó la bebida y la vida disoluta tras una conversación con su esposa Laura y un largo paseo por la playa con el predicador evangelista Bill Graham. Pese a todo, hay cosas que el George W. Bush, como presidente, no pudo esconder. «Hizo una ostentación pornográfica de la riqueza que no se vio bien en un país como Estados Unidos, donde esas manifestaciones, por ejemplo, se hacen a través de obras benéficas», observa Sepúlveda. Todo ello, tras ganar su propio pastizal: compró acciones del equipo de béisbol Texas Rangers por 600.000 dólares y las vendió unos años después por 14 millones. Después, con la cartera llena y la cara lavada, se metió en política, «hizo un buen papel» como gobernador de Texas y le arrebató la presidencia de los Estados Unidos a Al Gore por un puñado de votos. Los 537 de Florida.

«Herencia ponzoñosa»

Lo mejor de 'Jeb' Bush, cree el profesor de la UNED, «es que se parece mucho más al padre que al hermano, que dejó una herencia ponzoñosa, un país empantanado con dos guerras abiertas -Irak y Afganistán- y una crisis económica jamás vista». De la misma opinión es el periodista Russ Baker, autor del libro 'Familia de secretos': «Me parece más fiable que su hermano. Tres Bush en la Casa Blanca con estilos diferentes pero todos apoyados por los mismos intereses. ¡Todo es posible!». A favor de 'Jeb' Bush cuenta, evidentemente, un apellido que no necesita presentación y un empuje económico que quizá no tengan otros posibles candidatos dentro del Partido Republicano. Sobre todo, si tiene a su disposición la maquinaria electoral que logró aupar a sus dos familiares, dirigida por Karl Rove, «capaz de conseguir cantidades ingentes de dinero para la campaña», apunta Sepúlveda.

Además, 'Jeb' Bush habla fluidamente castellano gracias a su matrimonio con Columba Garnica, una mexicana que le ha dado tres hijos a los que el viejo presidente Bush, el abuelo hoy enfermo, llamaba 'los morenitos'. Eso puede atraer gran parte del voto hispano, aunque sus políticas moderadas y centristas respecto a la inmigración y otras cuestiones «le pueden hacer daño dentro de su partido», advierte el profesor. Lo que no dejó mancha en su expediente fue el escándalo de las cajas de ahorro de los años 90: un agujero financiero de miles de millones de dólares que sí salpicó a su hermano Neil, más apartado de los focos. El que sí acaba de saltar al ruedo es el hijo de 'Jeb', George Prescott -uno de esos 'morenitos'-, que acaba de ser elegido Comisionado de Tierras de Texas y representa la cuarta generación de 'Bushes' en el servicio público y quién sabe si en la Casa Blanca. Para algunos, incluida la matriarca, Barbara Bush, puede ser demasiado. La dinastía continúa.

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