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ARANTZA FURUNDARENA
Lunes, 22 de diciembre 2014, 11:33
La gente debe de pensar que me paso el día en cenas de gala y vestida de largo», dice una Mar Flores con el pelo recogido, sin apenas maquillar y vestida con una sencilla camisa vaquera remangada... Es la otra cara de la exmodelo de los 80 (y de 1,80); de la mujer que tuvo a media España en vilo por su presunta infidelidad con un importantísimo empresario y sus amoríos con un conde italiano; de la chica de Usera que conquistó el corazón del aristócrata Cayetano Martínez de Irujo para pasmo y desconcierto de su madre, la duquesa de Alba... Poco queda ya de aquella díscola Mar Flores. Reciclada en señora bien, en abnegada esposa y madre de familia numerosa, María del Mar Flores Caballero, a sus 45 años, hace mucho que cambió las pasarelas y los sets de rodaje por el diseño, las redes sociales y las causas humanitarias. El martes se pasó la mañana repartiendo regalos entre un grupo de niños con síndrome de Down, en el desayuno navideño que ofreció en su tienda madrileña de Fuencarral la firma de cosmética Kiehls en beneficio de la Fundación Götze.
«Una niña se me ha agarrado al cuello y no me soltaba. La infancia, aunque haya problemas y discapacidades, siempre es una maravilla». A Mar le habría gustado «muchísimo» tener una hija. Pero a cambio ha traído al mundo a cinco varones: Carlo (de su primer matrimonio), Mauro, Beltrán, Bruno y Darío, cuyas edades van de los 22 a los tres años. «Y ya es un número muy poco manejable como para pensar en aumentar la familia advierte. Sobre todo para mí, que delego muy poco». Su última decisión drástica a nivel doméstico consiste en no trabajar después de las cinco de la tarde. «A partir de esa hora me dedico a hacer los deberes con mis hijos y a poner orden en casa. Porque por mucha ayuda que tengas, una madre es una madre». Y ella además, pese a vivir en un amplísimo chalé, asegura no tener más que una persona de servicio.
Flores lleva diez años junto a su marido, Javier Merino. Con él ha vivido su década prodigiosa, al menos en lo referente a estabilidad económica y sentimental. La pareja posó el pasado fin de semana en Baqueira, con Tamara Falcó y otros famosos, en la fiesta ofrecida por Moët para celebrar con champán el comienzo de la temporada de esquí. La imagen de los dos juntos ha servido para demostrar una vez más lo unidos que están y el buen estado de salud del empresario, aquejado recientemente por un tipo de malaria que contrajo en un viaje de negocios a África. «Se ha curado y ya está perfecto», recalca su mujer.
Tras haber pasado un annus horribilis en 2013, en el que la Agencia Tributaria llegó a precintarle el yate (luego recurrió y la justicia le dio la razón) y en el que un tribunal le condenó a una multa de 1,5 millones de euros por «uso de información privilegiada» en la venta de unas acciones, el marido de Mar Flores parece haber superado los peores escollos judiciales. Pero eso no significa que las Navidades en casa de los Merino vayan a ser idílicas. «Desde que fallecieron mis padres, para mí en Navidad el sentimiento de orfandad se refuerza confiesa la exmodelo. Aún así, trataremos de organizar planes divertidos para los niños».
En lo profesional, Mar ya no aspira a convertirse en actriz de prestigio sino a consolidar su marca Mar Flores Madrid en la red. Convertida en una activa bloguera de moda, tiene más de 3.000 seguidores en Facebook, según proclama en un vídeo casero dando las gracias por triplicado; y ya va por su tercera colección de bolsos. «Yo no me atrevo a llamarme diseñadora, pero tras veinte años como maniquí, la que diseña, elige las telas y se reúne con el fabricante soy yo». El resultado es una marca solidaria de accesorios y ropa de hogar producida íntegramente por artesanos españoles y que destina el 5% de sus beneficios a una fundación benéfica; este año, en concreto, la de Iván Mañero contra la desnutrición infantil en Guinea Bissau. «No tengo mucho margen en lo que vendo y tampoco lo busco», asegura la exmodelo. La gente tal vez pensará que Mar Flores se pasa el día en cenas de gala y vestida de largo... «Pero los que me conocen saben muy bien cómo soy».
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