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Jesús Hinojosa
Jueves, 20 de noviembre 2014, 13:17
La cercanía de la Duquesa de Alba al mundo de las cofradías, especialmente las sevillanas, ha quedado suficientemente demostrada a lo largo de toda su vida. En caso de Málaga, se plasmó en dos visitas: una en la Semana Santa del año 1960 y otra en el verano de 2003. En la primera de ellas, Cayetana Fitz-James Stuart acudió a la ciudad en compañía de su entonces marido Luis Martínez de Irujo. Según reflejaron las crónicas de SUR, el matrimonio presenció el Domingo de Ramos el desfile procesional de la Cofradía de la Pollinica desde el palco de la tribuna principal acompañados por el hermano mayor de esta hermandad, Francisco Triviño. La duquesa fue nombrada desde entonces camarera de honor de la corporación que abre la Semana Santa malagueña. Para plasmar este vínculo, la Virgen del Amparo, titular mariana de la cofradía, estrenó al año siguiente, en 1961, un palio en el que figuraba el escudo de la Casa de Alba.
Pero esa primera visita de 1960 sirvió principalmente para que doña Cayetana estableciera un lazo de unión que se ha mantenido en el tiempo con la Cofradía de la Columna o de los Gitanos, homónima de la sevillana a la que estuvo tan vinculada y en cuyo templo reposarán parte de sus restos, según era su voluntad. Los duques de Alba fueron recibidos la mañana del Lunes Santo, día de la salida procesional de esta hermandad, en la parroquia de los Santos Mártires, donde asistieron a una función religiosa a la una de la tarde oficiada por el párroco Rafael Jiménez Cárdenas. En el transcurso de esta ceremonia, la cofradía les impuso sus medallas de honor, una distinción que también recibieron el jefe nacional de Educación y Descanso, José María Gutiérrez del Castillo, y Carmen Marínez, viuda de Martí Torres, como reconocimiento a su labor benefactora con la corporación, que entonces estaba presidida por José Villegas como hermano mayor. Por la tarde, la duquesa participó en la salida procesional de la cofradía con un bastón. Su escudo figuró durante algunos años en el frontal del trono del Cristo de la Columna y aún se conserva en la casa hermandad de los Gitanos.
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La segunda de las visitas fue un tanto sui géneris, ya que se produjo en una calurosa tarde del verano del año 2003. Doña Cayetana, que se encontraba en su residencia estival de Marbella, acudió a la capital a primera hora de la tarde para visitar la capilla de los titulares de la Cofradía de los Gitanos en la parroquia de los Santos Mártires y posteriormente se dirigió a la casa hermandad de la corporación, en la calle Frailes, para firmar en su libro de honor. En ese momento se produjo una curiosa anécdota, ya que preguntó a sus acompañantes si querían que pusiera su nombre completo o solo la abreviatura, ya que de todos es conocido que la aristócrata poseía casi una veintena de nombres de pila, lo que provocó la sonrisa de más de un cofrade. Los Gitanos le regaló un cuadro con un retrato suyo realizado por el pintor malagueño Antonio Montiel y una fotografía de cuando participó en la procesión de 1960. El actual hermano mayor, José Losada, recuerda que en la visita de hace una década descubrió a una mujer muy simpática y cercana pero al mismo tiempo con mucho empaque. La invitamos para la inauguración de la casa hermandad pero dijo que quería una visita discreta, y así se hizo, explicó Losada, quien apuntó que la relación de la cofradía con doña Cayetana se mantenido a lo largo de estos años, en los que incluso ha colaborado económicamente con alguno de sus proyectos. Todos los años le mandábamos una carta y siempre nos contestaba muy amablemente. Le estamos muy agradecidos porque nunca se han interrumpido las relaciones, añadió el hermano mayor, quien lamentó su fallecimiento.
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