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yolanda veiga
Domingo, 9 de noviembre 2014, 01:57
En la web de la Casa Real la infanta Cristina figura en el único sitio del que no se le puede sacar. Media línea en las biografías de los Reyes Juan Carlos y Sofía -se dice que es la segunda hija y que nació el 13 de junio de 1965- y algunas fotos de niña. Por cierto, que la imagen del bautizo aparece la última, separada de las de la infanta Elena y el Rey Felipe.
En la web de 'L'illustré', una importante revista del corazón de Suiza, no hay fotos de la infanta. Solo dos de la Reina Letizia, una con falda gris y blusa negra de seda y la otra con jersey a cuadros y pantalón negro, para que los lectores voten por su modelo favorito (el primero tiene un 68% de 'me gusta' y el segundo un 71%).
«En Suiza hay poca prensa rosa y, además, no se admira a la nobleza, es un país muy democrático. Los únicos reporteros que han perseguido a los duques de Palma son españoles», aclara Nicole Herzorg, suiza francófona y periodista retirada en España.
Lo que dejaron atrás En Barcelona los duques de Palma vivían a todo tren y presentaban facturas como estas
207 euros cuesta la petición de admisión online en la Escuela de Ginebra. La matrícula son 2.076 y hay una tasa de mantenimiento del centro de 3.322. Más la cuotas 30.000 euros al año por cada uno.
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin se exiliaron a Ginebra en agosto de 2013, en un intento de escapar de la presión mediática en Barcelona. «A la gente de dinero le gusta vivir aquí porque es un lugar muy civilizado, donde no se hace ostentación y el director del banco viaja en tranvía», ilustra Nicole. Parece el escondite perfecto, pero nada más llegar se montó un gran revuelo. «Los vecinos protestaron porque el barrio es muy tranquilo y se llenó de paparazzi. No son los primeros con problemas con la justicia que se instalan en Suiza, pero la gente está un poco harta de esa mala fama que nos presenta como un país donde se blanquea dinero... Cuando llegó la infanta se quedaron moscas, dijeron que les había tocado la oveja negra de la familia», recuerda Cécile Thibaud, corresponsal en Madrid, donde reside desde hace 12 años.
El malestar que generó su llegada quedó reflejado en los titulares de los medios de comunicación: 'No es bienvenida en Suiza', publicaba un periódico francés que se lee en Ginebra. 'Se ha instalado muy oportunamente en Suiza', 'Cristina en casa de los aristócratas'. Porque los Urdangarin se mudaron a «un sitio muy chic», el barrio Florissant, en el corazón del casco antiguo de la capital. Viven en un ático de 200 metros cuadrados en la Rue de les Granjes -«se llama así porque antes era la zona de los pajares»-, en un edificio «de más de trescientos años» por el que pagan 60.000 euros al año (5.000 al mes). Solo un mordisco de su presupuesto anual, que se dispara hasta los 480.000.
Además del alquiler, pagan 120.000 por el colegio de los cuatro niños. Estudian en la International School of Geneva, fundada en 1924, y una de las mejores del mundo. Por allí han pasado alumnos ilustres como los actores Michael Douglas y Christopher Lambert o la ex primera ministra de la India, Indira Gandhi. Actualmente hay 4.400 alumnos en sus tres campus, que después de las clases hacen bádminton, yoga, cocina, cerámica, escalada... Es un colegio bilingüe (francés e inglés) y solo el autobús al barrio Florissant, donde residen, cuesta 2.690 euros. En Barcelona los hermanos estudiaban en el Liceo Francés, pero el estallido del caso Nóos llegó al aula. «Les decían: 'Tu padre es un chorizo' y la niña se alteraba mucho».
Seguridad
A los gastos de alquiler y colegio hay que sumar otros 300.000 euros en seguridad. Se ha publicado que esta partida corre a cargo del Estado, pero el Ministerio de Interior, por mucho que el Gobierno presuma de política de transparencia, no quiso aclarar ayer este punto.
«Una vez hubo un problema con los guardaespaldas. Los trabajadores que vigilan el estacionamiento tuvieron que advertirles que la infanta no podía dejar aparcado el coche delante de su casa», cuenta Thibaud y rescata un viejo recorte de periódico: «Una mujer cuenta que la infanta ha entrado en su tienda y que la ha atendido ella. Pero hay poco cotilleo».
Siguiendo con la suma... Luego está el ocio (en Semana Santa la infanta fue a esquiar con sus hijos a Baqueira y en abril se les vio en la bella ciudad marroquí de Essaouira) y la cesta de la compra, porque en el país helvético una docena de huevos cuesta 3,25 euros, casi 12 la entrada al cine y el doble cenar una hamburguesa. Pero les salen las cuentas, porque la infanta Cristina se fue a Suiza con trabajo. Es directora del área internacional de la Fundación Bancaria La Caixa y también trabaja con Aga Khan Development Network (tiene allí la oficina), una organización con la que La Caixa tiene un convenio. La entidad no informa sobre el sueldo de la infanta, solo dice que es «estrictamente el mismo» que cobraba en Barcelona. Se barajan cifras que oscilan entre 238.000 y 400.000 euros anuales. Urdangarin pidió una «excedencia» en Telefónica y ocupa su tiempo con los niños y el deporte, es habitual verle haciendo footing o andando en bicicleta.
También es verdad que desde que estalló el escándalo gastan poco: las celebraciones las hacen en casa y no tienen muchos invitados. Nada que ver con el trepidante ritmo que llevaban en Barcelona. «Hacen una vida absolutamente familiar. Con la madre y las hermanas de Iñaki hay mucha relación», asegura la periodista del corazón Rosa Villacastín. Alguna vez se ha visto a Iñaki por Vitoria visitando a su madre, Claire Liebaert, y este verano han pasado con ella y parte de la familia Urdangarin unos días en la playa de Bidart, su refugio francés.
Por la otra parte, el nexo principal sigue siendo la Reina Sofía. En estos catorce meses de exilio suizo les ha visitado al menos cuatro veces. La primera, en septiembre de 2013, cuando llevaban un mes instalados y se presentó junto a Froilán en la fiesta del 14 cumpleaños de Juan Valentín, el mayor de los cuatro hijos de los duques de Palma. También se escapó a principios de noviembre del año pasado, aprovechando su 75 aniversario, y en diciembre, para soplar las 13 velas de Pablo Nicolás (le acompañaron la infanta Elena y de nuevo Froilán). En abril cumplió 12 Miguel, pero doña Sofía estaba de viaje oficial en Londres y que se sepa tampoco fue al noveno cumpleaños de la pequeña Irene. La última visita fue este verano, en junio, tras la proclamación de Felipe y Letizia como nuevos Reyes. «Doña Sofía no quiere que sus nietos noten ese vacío», cuenta Villacastín.
¿Y el resto de la familia?
Felipe adoraba a su hermana y no tiene por qué haberse acabado el cariño. Igual se llaman todas las noches, pero los Reyes viven de su imagen pública y se tiene que notar esa distancia. La estrategia de la Casa Real ha sido muy inteligente y cauta, perfecta. Ellos tienen que escenificar el tránsito, que son tiempos nuevos y no se les puede ver acompañados de personas que no han tenido un comportamiento ejemplar -considera María José Rubio, experta en asuntos de la Casa del Rey-.
Desde la proclamación de don Felipe y doña Letizia, la realeza son ellos. «La estrategia ha sido apartarse de manera brusca y definitiva de lo que les llevaba al borde del abismo». Las infantas Cristina y Elena han sido eliminadas del apartado 'La familia Real' en la web, lo que ha permitido «que doña Letizia tenga más protagonismo al no entrar en pugna con ellas». Don Juan Carlos aparece en quinta posición, después de los nuevos monarcas y sus dos hijas, y «ha sido condenado al ostracismo». Una estrategia que, apunta Rubio, «recuerda al tránsito entre Isabel II y su hijo, Alfonso XII. Ella tuvo que abdicar en París (1870) y no la dejaron regresar para no perjudicar la imagen del rey. Detrás de aquello estuvo Cánovas del Castillo y detrás de la política de marcar un tiempo nuevo con Felipe VI está Jaime Alfonsín, jefe de la Casa Real. La maniobra ha resultado porque don Felipe está gustando». Y gusta más solo que mal acompañado.
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