Con 64 años, no se puede decir que Bigote Arrocet sea un 'toy boy' para la veterana periodista.

La Campos florece

La presentadora protagoniza, a los 73 años, el romance del verano

sur

Miércoles, 3 de septiembre 2014, 00:53

George Clooney está a punto de perder su legendaria soltería con la abogada Amal Alamuddin. Iker Casillas y Sara Carbonero han paseado su amor y sus figuras por playas paradisíacas. David Bustamante y Paula Echevarría chapotean en almíbar en su feliz matrimonio y, en el extremo opuesto, Chabelita Pantoja y Alberto Isla se tiran de los pelos mientras hacen caja con su retoño melenudo. Y resulta que con un panorama sentimental tan interesante, todas las miradas se dirigen hacia una pareja en edad de jubilación: la que forman la presentadora María Teresa Campos y el cómico Bigote Arrocet. ¿Cómo es posible? «Pues porque hay mucha 'sequía' veraniega. Ella es muy popular y él es una persona que cae simpática. Nadie se lo esperaba y tampoco es que haya muchas noticias», opina Rosa Villacastín. Los rumores comenzaron cuando el pasado mes de julio se les vio salir del brazo de un restaurante. Ellos negaron su romance con pocas ganas y tardaron menos de un mes en confirmarlo con una foto dándose un piquito y unas vacaciones juntos. Así, 'la Campos', como le gusta que la llamen, cruzaba la línea y pasaba del lado de los que hablan al de los que dan que hablar.

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Según Villacastín, su amiga desde los años setenta, no lo está llevando mal. «Ella comprende el trabajo de los paparazzi. Siempre que llega a Marbella pacta con ellos, y en vez de arriesgarse a que le saquen una foto en la que salga desfavorecida, queda un día, se arregla el pelo y se pone un pareo mono. Son treinta años de televisión y es muy consciente de que al estar expuesta al público tanto tiempo la gente acaba queriendo saber qué hace y si está o no enamorada».

El novio que le hace reír

  • Desde Chile con humor Edmundo 'Bigote' Arrocet von Lohse (Buenos Aires, 1949), chileno de origen argentino, se estableció en España en los 70, donde alcanzó la fama gracias a Un, dos, tres... responda otra vez. No le fue tan bien en su país de origen

Pocas personas estarán tan habituadas a salir en los medios de comunicación como María Teresa Campos (Tetuán, entonces Protectorado de Marruecos, 1941), aunque la primera vez que su nombre apareció en los periódicos, con solo cuatro años, fue por un motivo mucho más dramático: resultó alcanzada por la metralla de una bomba que un chico hizo explotar al confundirla con una pelota. Dejando este susto al margen, disfrutó una infancia feliz en una familia numerosa y de clase acomodada, que se estableció en Málaga después de que naciera.

El periodismo fue algo sobrevenido: con quince años participó en un concurso de una emisora local -Radio Juventud-, y llamó la atención de su director, que la fichó. Entonces era Mari Tere, y hacía de todo, desde programas de discos dedicados y publicidad hasta seriales. La radio le dio popularidad en Málaga y se convirtió en el centro de su vida, sobre todo cuando, en 1964, se casó con un compañero de trabajo, José María Borrego, con quien tuvo dos hijas, Teresa Lourdes -más conocida por 'Terelu'-, y Carmen

Unas bragas para el 23-F

Fichó por la Cope para conducir 'Español Pop', donde conoció a artistas de lo que se dio en llamar canción protesta como Serrat, Lluis Llach o Patxi Andión. Ahora suena antiguo, pero hay que pensar que en Radio Juventud había un censor que se dedicaba a rayar discos con una cuchilla en cuanto empezaban a hablar de besos y carne. A ella, sus atrevimientos le costaron en su día amenazas de la ultraderecha, así que cuando Tejero tomó el Congreso el 23 de febrero de 1981 y le dijeron que unos policías querían aprovechar la ocasión para darle un escarmiento, lo creyó y decidió esconderse. Cuenta en su libro de memorias 'Mis dos vidas', que en esos momentos, cuando no sabía si triunfaría el golpe y si la meterían en la cárcel, solo tenía una obsesión: tener unas bragas para cambiarse por si aquello se alargaba.

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Ese año le llegó su gran oportunidad. En 1980 había sido nombrada directora de informativos de Andalucía en Radio Cadena Española -ahí ganó un Premio Ondas-, y en 1981 le ofrecieron marcharse a Madrid como responsable nacional de ese área. La oferta no solo era tentadora en lo profesional: su matrimonio no funcionaba y era una ocasión perfecta para poner tierra de por medio y separarse de hecho, ya que no legalmente.

Se mudó a la capital y dejó a sus hijas con su marido, aunque acudía a verlas cada fin de semana. Fue una situación familiar que se prolongó tres años y medio, hasta que una noche cambió de forma abrupta. Recibió una llamada de su compañera en la emisora Ángeles Macua pidiéndole que telefonease a su casa. «Tu marido se ha pegado un tiro», le dijo.

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La televisión fue el medio que la catapultó a la fama, y Jesús Hermida el encargado de darle la gran alternativa. Aunque más mayor, María Teresa Campos pasó a formar parte de sus 'chicas', colaboradoras en sus programas como Nieves Herrero, Consuelo Berlanga, Irma Soriano o Miriam Díaz Aroca. Ante él se plantó un día para proponerle hacer algo nuevo en TVE. «Me dijo: '¿Qué puedes aportar?', y le contesté: 'Puedo hacer el programa que presento en la radio desde hace años. Se llama 'Apueste por una' y creo que tendría una versión televisiva buena'. 'Sí, sí -me dijo-, pero esto, ¿cuándo lo harías?'. 'Cuando quiera, ¿mañana?'. 'Pues mañana'. Y así empecé». Estaba en camino de convertirse en la reina de las mañanas.

María Teresa acabó superando a su mentor. Tras su éxito con 'Esta es tu casa' y 'Pasa la vida' en la tele pública, fichó en 1996 por Telecinco para 'Día a día': la cadena le pagaba 500 millones de pesetas por 200 programas. Hasta 2004 no tuvo rival en su franja horaria ni en su categoría: era, después de Javier Sardá, la presentadora mejor pagada de la televisión y se habló de un sueldo de 6 millones de euros por temporada. Aun así, causó asombro el reportaje que le hizo la revista 'Semana' en su casa a las afueras de Madrid: una mansión de 2.000 metros cuadrados con tres edificios, trece dormitorios, catorce baños y una piscina cubierta tamaño balneario.

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Su posterior salto a Antena 3 no salió como estaba planeado: 'Cada día' no mantuvo los resultados, y el cetro pasó a manos de Ana Rosa Quintana, que sigue asiéndolo con fuerza. No fue el disgusto más grave que se llevó: fue intervenida de unos nódulos en la garganta y sus propias hijas también tuvieron que luchar contra el cáncer. Tampoco tuvo que ser plato de buen gusto ver cómo hacían picadillo a Terelu en los programas del corazón a cuenta de sus posados o sus masajes eróticos a Pipi Estrada, escuchar como Bárbara Rey la ponía pingando -«prepotente, orgullosa, soberbia, manipuladora e incoherente»-, o tener que sacudirse 60.000 euros por anunciar que los Aznar se iban a separar. Y, encima, que después de una vida dedicada al periodismo, adelantándose a su tiempo e introduciendo formatos nuevos, mucha gente tenga de ella la idea de que es una presentadora de programas de 'marujas'.

«Es una de las periodistas más cualificadas que hay en este país -afirma rotunda su colega Chelo García Cortés-. No se puede encasillar a nadie por el tipo de programa que haga. Es una gran comunicadora que llega a las masas y que lo mismo puede presentar un espacio de debate político, un magazín o un programa como '¡Qué tiempo tan feliz!'. Es una periodista todoterreno». Por eso está encantada con que ahora que la Campos, con 73 años, parecía aparcada en la parrilla esperando el retiro, se haya puesto el mundo por montera echándose novio. «Una cosa es la edad biológica y otra la que se tiene: hay personas de treinta años que parece que están muertas. Yo revindico su derecho a enamorarse y a sentir emociones de todo tipo. ¡Cuántas mujeres más jóvenes querrían ser como ella!».

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