rosa villacastín
Jueves, 24 de julio 2014, 02:30
Ayer me llamó el Padre Ángel (Mensajeros de la Paz) cuando iba camino de Gaza, qué horror, que inmenso horror para recordarme que era el día de los abuelos. Un gesto que le agradezco en el alma porque aunque sabe que hace años que perdí a los míos su recuerdo permanecerá siempre en mi memoria, como en la de casi todos los que hemos tenido la enorme suerte de disfrutar del cariño y de las atenciones de nuestros yayos.
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Un papel no siempre suficientemente reconocido quizá porque damos por hecho que hacen lo que les corresponde o simplemente porque los grandes almacenes no han caído en la cuenta y mira que es raro estando como están a la que salta, sobre la enorme repercusión que podría tener festejar por todo lo alto una fecha como ésta tan necesaria como justa. Y no solo por el cariño desinteresado de los abuelos y las abuelas hacia sus nietos, sino por la enorme labor social que desarrollan a una edad, en la que lo normal sería que disfrutaran de la vida, en un momento en que ya no tienen que demostrar nada a nadie, en vez de ir de casa en casa recogiendo niños para hacer de canguros.
Sin embargo, hay algo que me llama la atención y es el mucho bombo que se da a las abuelas, con toda la razón del mundo, y lo poco que se reconoce la labor de los abuelos. Quizá porque los hombres son más tímidos a la hora de hablar de sus sentimientos, mientras las mujeres se pasan el día enviando por whasapp, por SMS, por todos los medios tecnológicos a su alcance, las fotos de sus nietos protagonizando la última jugarreta del día.
Un tema, el del escaso eco que tienen los abuelos en los medios, del que he hablado en numerosas ocasiones con mis yayos favoritos, Carlos Goyanes y Bertín Osborne. Con Carlos, porque ya solo habla de las proezas de sus nietos y de las del Real Madrid, y Bertín porque no deja de tener gracia que sus dos hijos pequeños tengan casi la misma edad que sus cuatro nietos, hijos a su vez de Alejandra y Eugenia, ya que Claudia todavía no se ha casado, ocupada como anda por terminar la carrera de Derecho.
Las tres han estado juntas en Marbella con Bertín y Fabiola, en la gala de Eva Longoria en la que recibieron un premio a la Fundación que lleva el nombre del patriarca por la enorme labor de investigación que llevan a cabo a favor de los peques con lesiones cerebrales.
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Pues bien, a Bertín, que es un hombre que se bebe a grandes sorbos la vida y que incluso en los peores momentos ha sabido poner buena cara al mal tiempo, se le cae la baba cuando está con sus nietos. Una imagen que debería publicitar más porque demuestra lo difícil que es resistirse ante la sonrisa de un niño. Y si además este es tu vivo retrato, mucho menos.
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