CARLOS BENITO
Sábado, 21 de junio 2014, 00:41
Cuando Emma Sayle aparece en los periódicos, puede ser para explayarse sobre dos cosas. La primera opción es que le pregunten por Kate Middleton, amiga suya desde que remaron juntas durante tres meses, allá por 2007. Recientemente, por ejemplo, Emma desvelaba a 'Life & Style' cómo había hecho la duquesa de Cambridge para no engordar demasiado durante el embarazo: «A Kate le encanta el ejercicio y practicó un montón de natación y 'pilates'», detalló, con una intimidad que desmiente su ocasional insistencia en que realmente no son tan amigas. La segunda cuestión sobre la que suele hablar Emma es menos convencional y puede incluir frases tan inesperadas como esta: «En aquellos días, tenía que ocuparme yo misma de la limpieza, así que a las siete de la mañana estaba con los guantes de fregar, recogiendo condones».
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Se refiere a la época en la que puso en marcha Killing Kittens, 'Matando Gatitos', un club sin sede fija que ha acumulado ya más de 40.000 miembros. En esencia, Emma, de 36 años, se ha especializado en dos servicios: organiza orgías para la «élite sexual», con antifaces sofisticados, entornos exquisitos y grandes cantidades de ostras y champán, y también hace realidad fantasías por encargo, en las que su empresa secuestra, por ejemplo, a una chica para que su pareja acuda a rescatarla. Entre su selecta clientela hay políticos -incluido un diputado aficionado a los collares de perro-, jueces -tiene uno al que le gusta azotar a mujeres mientras le llaman 'general'-, deportistas, banqueros, estrellas de cine, modelos y pijos en general, aunque, eso sí, asegura que jamás ha trabajado con la realeza.
Emma, una rubia de metro ochenta y tres, es hija de un coronel que desempeñaba tareas diplomáticas, así que su infancia transcurrió en lugares como Alemania, Egipto o Kuwait. En Berlín le pilló la caída del Muro y demostró talento para los negocios, porque se aprovisionó de unos cuantos fragmentos para venderlos después en su colegio. Estudió en un internado femenino, un lugar que considera muy propicio para la desinhibición sexual, y acabó licenciándose en Ciencias del Deporte, pero después orientó su carrera hacia las relaciones públicas y, más concretamente, hacia la representación de compañías de eso que llaman 'sector adulto'. Aquellas fiestas fetichistas y de intercambio de parejas se le hacían demasiado masculinas, planteadas siempre desde la simpleza sexual del hombre cargado de testosterona.
Su momento de inspiración llegó durante una estancia en Ibiza, adonde acudió como invitada a una boda. Allí presenció una orgía de unas doscientas personas, incluida una actriz «mundialmente conocida» que practicaba el sexo sobre la encimera de una cocina. Los alegres participantes en el revoltijo hasta le dieron el nombre para su proyecto: «¡Ayer matamos un montón de gatitos!», soltó uno al levantarse, en referencia a esa idea jocosa de que Dios extermina un animalito cada vez que alguien se masturba. En 2005, puso en marcha el club, dirigido a personas entre 18 y 45 años -posteriormente lo amplió con una rama para mayores de esa edad- y regido por el principio de que las mujeres deciden. Ellas aceptan o rechazan, ellas ponen los límites, ellas mandan.
Un elfo en cada rodilla
A Emma le gusta contar cosas del trabajo, pero, por supuesto, jamás da nombres, más allá de confirmar que al actor galés Rhys Ifans no le dejaron entrar a una de sus fiestas porque iba vestido como un pordiosero. Ha explicado, por ejemplo, que la mitad de los asistentes se limitan a mirar, que las mujeres suelen enrollarse entre ellas pero los hombres no, que «hay cuencos con condones por todas partes» pero nadie fiscaliza su uso o que un presuntuoso ídolo del fútbol se negaba a pagar las 150 libras de la entrada, pero después acabó muy contento con una chica vestida de elfo en cada rodilla. Incluso ha publicado este año un libro, 'Behind The Mask' (es decir, 'Tras la máscara'), más cercano al tono de 'Cincuenta sombras de Grey' que a las revelaciones escandalosas que algunos esperaban. Ah, Emma jamás toma parte en las bacanales: se declara cristiana, va a misa y está felizmente emparejada con James Tindall, jugador olímpico de hockey. Ahora mismo anda por el quinto mes de embarazo.
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Curiosamente, su relación con Kate Middleton es posterior al inicio de actividades de Killing Kittens. Ya habían coincidido en la escuela, pero Emma es mayor que la duquesa y no llegaron a conocerse. En 2007, cuando Kate y Guillermo abrieron un paréntesis en su noviazgo, la decepcionada muchacha se sumó a otra de las iniciativas de Emma, The Sisterhood, una hermandad femenina que afronta retos deportivos con propósito solidario. Juntas se prepararon para cruzar remando el Canal de la Mancha, y a Kate la retrataron los paparazzi al timón de la embarcación, con el cabello al viento, feliz y recuperada. Y no se veía en ella rastro de antifaz.
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