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Escote rosado en su reciente viaje a Nueva Zelanda.
Catalina y los «fallos de vestuario»

Catalina y los «fallos de vestuario»

Por mucho que la reina intente evitarlo, cada milímetro de la anatomía más privada de la duquesa de Cambridge da la vuelta al mundo

LOURDES GÓMEZ

Lunes, 2 de junio 2014, 13:22

Adiós a los pliegues y los vuelos. La duquesa de Cambridge ha cambiado de estilo en su primer acto oficial tras la publicación de las comprometidas fotografías en las que luce un fino vestido que revoloteó con el viento australiano, dejando parte de su trasero al aire. Catalina llegó el jueves a Escocia, en compañía del príncipe Guillermo, resguardada hasta por debajo de las rodillas en un abrigo rojo que apenas dejaba entrever su conjuntado modelito tubo. Aguantó el temporal en tierras escocesas sin miedo a enseñar sus intimidades anatómicas.

La prensa británica ha vetado la fotografía del trasero de la duquesa. Pero el ejercicio de autocensura ha tenido efecto nulo en la era de internet. En las fronteras abiertas del ciberespacio nadie está a salvo. El «fallo de vestuario», como se describe la embarazosa situación en que cayó la madre del pequeño Jorge, se ha esparcido esta semana como la pólvora desde las páginas del tabloide alemán Bild am Sonmtag a la pantallas de ordenadores y tabletas de medio mundo.

Los rotativos de Reino Unido se negaron a pagar por la imagen del apuro de Catalina durante su reciente viaje oficial por Australia. El remolino de viento creado por las aspas del helicóptero que la pareja se disponía a abordar para trasladarse a Sidney levantó los pliegues de la falda en algodón con estampados azules en batik que ella vestía con su habitual elegancia. Y en el revuelo se vio la nalga desnuda de la esposa de Guillermo. La duquesa probablemente evitará ponerse en público otra creación de Diane von Frustenberg, aunque la diseñadora es una de sus favoritas en alta costura.

«¿Quién usa todavía tanga cuando es una moda de los noventa?», cuestionó el viernes Jan Moir, célebre columnista del 'Daily Mail'. No es la única periodista que alarga el tormento de los duques de Cambridge en su propio país. A la prensa popular británica le ha indignado la «humillación» provocada por su rival alemán, pero reprodujo la hiriente foto, con el trasero oscurecido, en sus ediciones en papel y electrónicas. Describe los detalles del incidente y continúa hurgando en la herida. Unos comentaristas hablan de falta de respeto de los continentales y otros se prestan a coser pesos en el dobladillo de las faldas de Catalina... como hace la reina Isabel II para evitar sorpresas

Escuchas y supervivencia

El recato de los tabloides obedece más a su propia supervivencia que a un insólito afán por proteger a la familia real. El juicio de las escuchas ilícitas en el ya desaparecido 'News of The World' ha entrado en su fase final ocho meses después de la apertura del proceso en Londres. Y uno de los imputados, el excorresponsal palaciego Clive Goodman, ha desvelado que pinchó repetidamente los móviles de Guillermo y su entonces novia Kate Middleton.

Entre el 21 de diciembre de 2005 y mayo de 2006, en pleno noviazgo de la pareja, el periodista interceptó mensajes privados de Kate en 155 ocasiones. El príncipe tuvo más suerte. Su buzón de voz solo fue intervenido 35 veces.

El escándalo de las escuchas puso entre las cuerdas a la prensa popular. Los tabloides están a prueba desde entonces y un paso en falso les costará la independencia. Han montado un nuevo ente regulador, Independent Press Standard Organisation (IPSO), que comenzará a operar plenamente en otoño.

Pero el gobierno está decidido a actuar si se reanudan las intromisiones en las actividades privadas de los Windsor, los acosos de famosos o las excesivas instancias de mal gusto. Y en el extraño clima de autocensura, nadie puede evitar que medios extranjeros expriman recursos de los que tanto abusó la prensa amarilla del Reino Unido. Como hace dos años, cuando la revista francesa 'Closer' sacó de quicio a la casa real británica al publicar unas fotos de Catalina en topless, cuando disfrutaba de unos días de descanso con Guillermo en la Provenza francesa. El asunto acabó en los juzgados.

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