La vuelta de Pilar López de Ayala: «Actuar es como montar en bicicleta, no se olvida»

Cinco años después de rodar su última película, la ganadora en 2001 del Goya a la mejor actriz revelación se muestra muy contenta con la respuesta tan positiva que ha tenido el proyecto durante su paso por el Festival.

–Vuelve a Málaga. ¿Qué le está pareciendo el ambiente que se respira en la ciudad?

–Casi nunca me da tiempo a ver nada. Venir a Málaga es como ir a cualquier otro festival: hacer entrevistas, promocionar la película… Y me da mucha envidia la gente que alquila un apartamento y se queda más tiempo, pero es algo que yo todavía no he podido, y que me encantaría en algún momento, hacer.

Lo que me gusta es el feedback que nos estáis dando los periodistas sobre la película. Me gusta mucho todo lo que nos está llegando.

–Presenta 'El Molino'. ¿Qué nos puede contar a grandes rasgos?

–Es una historia de personajes que habla de la incomunicación entre personas: De personas que no se entienden, porque están mirando su situación y son incapaces de ponerse en la de los demás; de cómo la vida gira como un molino y no se puede detener, por más que uno quiera permanecer inmóvil y no cambiar; de la innovación frente a la tradición… En definitiva, de cómo el mundo tiene que seguir girando por más que algunos quieren que pare.

–Hace el papel de Mayte, una ingeniera que trabaja en Alemania y vuelve al pueblo dónde creció. ¿Qué nos puede decir de ella?

–Mayte es una ingeniera que vive para su trabajo y regresa al pueblo donde creció para reencontrarse con un amor de la infancia. Esto le lleva a indagar un asunto de su pasado y a tratar de encajar las piezas de su mundo emocional. Representa el encuentro con unos valores y una forma de vida. Vivir el tiempo y las relaciones de una forma muy diferente a los suyos, lo que le va a hacer reflexionar sobre la vida.

Podemos decir que es un choque cultural entre el mundo tecnológico y el rural. La gente se va a sentir muy identificada con los personajes de este pueblo, en cuanto cómo viven esas novedades tecnológicas.

–Podemos decir que es un reflejo de la situación actual

–Creo que sí, es bastante actual en ese sentido.

–¿Los personajes también son el reflejo de esta sociedad?

–Por supuesto. Además, esta película está enfocada para hacer llegar la historia a la gente de los pueblos, a las poblaciones rurales, a la España vaciada… Lo estaba hablando con Alfonso (el director) y me estaba comentando que se van a preparar autobuses para llevar esta película a la gente que tiene menos acceso.

–¿Cómo ha sido trabajar con Alfonso Cortés-Cavanillas?

–Ha sido un placer. Es un director muy relajado y muy sano. Le encantan los actores, trabajar con ellos y hablar de la película, con lo cual estoy encantada. Cuando estoy rodando me gusta estar pensando y hablando de la película y de los personajes.

–En el pueblo van apareciendo diversos personajes, pero el nexo común es el molino. ¿Qué significado tiene?

–El molino es como la vida que no se puede parar y que siempre va a seguir evolucionando. Aunque exista gente que quiera parar e impedir esa evolución.

–Asier Etxeandía, Jaime en la película, es otro de los personajes principales. ¿Cómo ha sido trabajar con él de nuevo?

–Tenemos una química en esta película muy diferente de la que tuvimos 20 años atrás, cuando rodamos 'Las 13 rosas' y en la que fuimos pareja. Con Asier siempre es un gusto trabajar porque es un grandísimo actor y compañero.

Nuestros personajes son el activador emocional, el uno del otro, y funciona realmente como un espejo. Mi personaje se va a dar cuenta de lo que se ha dejado por el camino, quizás por estar dedicada enteramente a su trabajo. El personaje de Asier, por su parte, es alguien que no puede controlar sus emociones, que reacciona con ira y enfado, mientras que Mayte es todo lo contrario en ese sentido.

–Son la antítesis. Dos mundos distintos.

–Sí, realmente son dos mundos completamente distintos. Además, lo que representan cada uno: El mundo del progreso, la innovación y de lo tecnológico; frente a lo rural. Y este choque de culturas nos va a hacer reflexionar el cómo vivimos nuestro tiempo: Si le dedicamos todo nuestro tiempo al trabajo o nos organizamos de manera que podamos tener tiempo libre.

–Abril Zamora también aparece en la película. ¿Qué tal la experiencia?

–Abril es una maravilla, tengo una secuencia con ella. Es una persona con mucha energía, como unas campanillas cada vez que entra en una sala y nos lo hemos pasado muy bien.

–Tiene un gran bagaje: Un Goya como actriz revelación, la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián… Pero llevaba tiempo fuera de los rodajes. ¿Cómo ha sido volver a escena?

–Fíjate que llevo cinco años sin rodar una película. Entonces, estoy muy contenta con el feedback que me va llegando después de tanto tiempo, con una historia que hemos rodado con todo el amor del mundo.

Cuando estás en ese proceso que no te llegan proyectos, no sabes muy bien los motivos, solamente lo entiendes a tiempo pasado.

Cuando llega la oportunidad te pones de nuevo a trabajar, a estar en activo y, como mi personaje, a encajar las piezas, no de mi mundo emocional como ella, pero sí el de mi profesión y el de otros asuntos más personales.

–¿Ha notado ese proceso de inactividad?

–Para nada, ha sido un proceso muy natural. Es como montar en bicicleta, no se olvida. Hay nervios como siempre, pero antes también los vivía cuando me embarcaba en un nuevo proyecto. No he notado nada diferente.

Quizás te enfrentas con el paso del tiempo a los personajes con otras capacidades que a lo mejor antes no solías hacerlo. Y también porque mi personaje se mueve por la razón, que está muy alejado de los personajes tan emocionales que llevo haciendo hasta ahora.

–¿Cómo definiría 'El Molino' en una frase?

–Película de personajes y emociones.