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Hens y Álamo se rodearon de parte del elenco en la presentación de la comedia en la sección Málaga Premiere. Migue Fernández
La victoria de saber renunciar
'Mi gran despedida'

La victoria de saber renunciar

Antonio Hens y Antonio Álamo dirigen una loca historia coral de mujeres en este sueño de una noche de verano a la gaditana

Lunes, 24 de agosto 2020, 00:23

La despedida más difícil que alguien puede enfrentar es aquella que lo desprende de la seguridad de vivir como le han enseñado y lo obliga a experimentar el peso de la libertad. Las razones que desencadenan ese golpe en la mesa que implica cambiar radicalmente de rumbo son previsibles a veces y otras demasiado azarosas, casi cómicas. El acto de decir adiós, de rebobinar la cinta al inicio y cambiar el argumento porque la película no resulta como esperábamos, se esconde tras la carcajada y el alboroto de 'Mi gran despedida', una comedia con tintes lorquianos que presentaron ayer Antonio Hens y Antonio Álamo en la sección Málaga Premiere del Festival. Parte del elenco de la película, con Eloína Marco y Rocío Marín a la cabeza, además del productor, Ezekiel Montes, participaron en la puesta de largo de esta cinta que estará en carteleras esta misma semana.

Sara celebra su despedida de soltera con amigas y familiares. Lo que comienza siendo un divertido almuerzo va avanzando hacia zonas más sombrías a medida que se derraman las copas de vino, los secretos y los miedos. Sara está ilusionada, quiere casarse, pero se le han sentado a la mesa un grupo de espejos que deforman su idea de felicidad. Personajes femeninos aparentemente poderosos que se achican en un entorno rígido, a los que se les ha asignado una narración cerrada del futuro.

A golpe de carcajada fácil (y a veces soez de más) una veintena de mujeres van dando ritmo a este encuentro de tres historias de amor lastradas por el yugo de la tradición y los estereotipos heredados. Sara, que se siente atrapada en un mundo en el que no encaja y no quiere renunciar a la libertada de decidir su destino; Puri, que sufre las consecuencias de su obsesión por un hombre que la desprecia; y Milagri, que persigue la maternidad de una forma casi maníaca. La cinta, indicó Hens, «es una comedia, pero eso no impide que se traten cuestiones más profundas, hoy en día todos transitamos de unos géneros a otros sin necesidad de encorsetarlos». Relatos demasiado familiares que los directores han construido gracias a un trabajo previo de dramaturgia, que comenzó con un taller en Cádiz, la ciudad que enmarca este loco sueño de una Noche de San Juan en la que todo puede arder.

La despedida de soltera, casi un subgénero que ha servido de excusa a incontables títulos norteamericanos, se torna aquí tragicómico cuando los personajes se deshacen de la máscara para mirarse al espejo. Las gaditanas Eloína Marco, Rocío Marín, Carmen Vique y Carolina Herrera encabezan un reparto que cuenta también con debutantes que han puesto su propia realidad al servicio de la cámara. Para lograrlo, los directores ensayaron un método teatral en el que pidieron improvisación para incorporar los últimos matices al guión de Antonio Álvaro, debutante en la dirección cinematográfica un largo recorrido en la escena teatral y la literatura. «Lo que me interesa de las comedias irreverentes como ésta es que tras la carcajada se pone en solfa el orden establecido», explicó Álvaro, quien aseguró que «hay una especie de machismo feminista que en la cinta está deformado y llevado al extremo, pero que no es tan difícil de encontrar en la realidad del Sur».

A golpe de carcajada fácil, una veintena de mujeres van dando ritmo a este encuentro de historias de amor

Hens destaca de su cuarto trabajo su mirada universal, aunque se ubique en un lugar concreto, Cádiz

Precisamente, el dialecto gaditano (si es que hay sólo uno) adquiere tal protagonismo en el conjunto que casi adquiere el rango de personaje. Para Hens, que con éste firma su cuarto largometraje, «la obra tiene una mirada universal, aunque se ubique en un lugar concreto, Cádiz, y se circunscriba a un grupo social determinado».

El trabajo de la jerezana Rocío Marín brilla especialmente en esa línea de autenticidad que buscaban los directores. Su personaje, Milagri, sostiene gran parte del misterio y el ritmo sobre el que se genera el espacio de incertidumbre previa que necesita la risa. En contraste con estas mujeres desquiciadas al mando de nada, los caracteres masculinos encarnados por Jesús Castro, Juanma Lara y José Manuel Pichardo bailan entre algunos tópicos que, a fuerza de buscar el verismo, desdibujan quizá la posibilidad de sorpresa.

Temas universales

Entre los lugares comunes propios de este tipo de celebraciones previas al matrimonio, estriptis y tarta con forma de pene incluidos, Hens y Álvaro deslizan temas universales como la modernidad superficial que se esconde tras determinadas identidades femeninas o la obsesión compulsiva que late en ciertas relaciones de pareja. La guasa salvaje sobre la que transita buena parte del guión tiene su contrapunto, de hecho, en una mirada tierna, de solidaridad y empatía entre mujeres que se saben marionetas de un decorado que fue diseñado en un tiempo distinto y que tal vez sólo pueden transformar unidas.

Un cóctel de contrastes que se traslada también a la banda sonora de la película, en la que se unen la música jazz de Antonio Meliveo, elegante y 'cool', con composiciones de Maka Rey que nacieron de la primera etapa de improvisación en el taller de mujeres y se incorporaron al guión casi al final para revestirlo del tono local que necesitaban determinadas escenas. «Cuando les pedimos a las actrices que hicieran lo que quisieran durante ese periodo de ensayos todas arrancaron a cantar, así que nos pareció que teníamos que incluir ese prisma musical en la película», indica Hens.

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