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Elena Martínez, Jesús Castro, Ezekiel Montes, Antonio Dechent, Rubén Ochandiano, Jesús Castro y Elena Martín. Migue Fernández
Retrato violento de la corrupción en la Costa del Sol
'Hombre muerto no sabe vivir'

Retrato violento de la corrupción en la Costa del Sol

Ezekiel Montes presenta junto a Antonio Dechent, Rubén Ochandiano, Elena Martínez y Jesús Castro su primer largometraje, un thriller que se estrenará en 2021

Domingo, 23 de agosto 2020, 00:33

Los vemos desfilar entre líneas en los periódicos, disfrazados tras unas siglas y el ruido opaco de un suceso o un escándalo. Muchos se mudaron de los titulares brillantes de las secciones de economía o sociedad a la de tribunales. Pocos terminaron en la cárcel. Las historias de los personajes tras los excesos del boom inmobiliario en la Costa del Sol, así como sus conexiones con sonados casos de corrupción política se han relatado más de mil veces. Ninguna se ha contado con la crudeza y el verismo que lo hace Ezekiel Montes en su primer largometraje, 'Hombre muerto no sabe vivir', cuyo avance se presentó ayer en la sección '5 minutos de cine' del Festival de Málaga.

El director y productor ha tardado una década en dar forma al proyecto y conseguir el respaldo necesario para sacarlo adelante sin ataduras ni cortapisas que lo desfiguraran. «Esta película ha tenido muchos 'no', pero el 'sí' me lo han dado los actores a base de su esfuerzo y sacrificio y les estoy muy agradecido», aseveró durante el encuentro con la prensa y la industria, en el que estuvo arropado por Antonio Dechent, Rubén Ochandiano, Elena Martínez y Jesús Castro. Son sólo algunos de los integrantes de un elenco a medida que completan secundarios de primera fila como Paco Tous y Nancho Novo, entre otros.

La ópera prima del cineasta malagueño, que llegará a las salas en 2021, narra la historia de Tano (Antonio Dechent), quien ha trabajado toda su vida para Manuel, un empresario de la construcción que en épocas mejores controló toda la ciudad. En su vejez, Tano ve como Manuel ya no puede hacerse cargo de la empresa y toda la estructura se enfrenta a un cambio demasiado radical. No sólo llegan una nueva generación y una forma diferente de hacer negocios, sino que el código sobre el que se sostiene todo un sistema de favores está por derrumbarse. Lo que no varía es la violencia, auténtico eje rítmico y emocional del filme. «Probablemente estemos ante la película más violenta del cine español de los últimos 40 años», aseveró el director, quien añadió que «no estar sujetos a organismos ni empresas en la financiación nos ha permitido tocar este tema de verdad, sin suavizar ni maquillar».

Guión a medida

Un guión escrito a medida para estos actores que justifica la entrega con la que se consagraron al rodaje, que se desarrolló en más de cuarenta escenarios de Málaga, Marbella y Cádiz. El propio Antonio Dechent indicó que «la película ha sido un acto de fe, este grado de libertad requería sacrificios de todo el mundo». En un territorio que conjuga el pulso del thriller con el tono de la tradición del cine negro norteamericano, la historia tiene como trasfondo el tema de la lealtad, la importancia del código de valores que sostiene toda realidad alternativa, bien sea la del hampa o la de la alta delincuencia. La corrupción política y el narcotráfico se mezclan con el retrato de personajes a los que Montes ha querido desprender de clichés. «Me he criado en un barrio en el que los papeles se confundían entre sí y los mejores valores no estaban precisamente representados en los personajes que esperábamos, yo quería contar esa verdad, la parte de compromiso y lealtad que hay tras determinados estereotipos oscuros». «En esta película no hay buenos, hay malos y los muy malos de siempre», matizó.

Ezekiel Montes cree que puede convertirse en la película «más violenta del cine español de los últimos 40 años»

El director y productor ha tardado una década en dar forma al proyecto y lograr el respaldo necesario

El rodaje se ha desarrollado en más de cuarenta escenarios de Málaga, Marbella y Cádiz

La deformación de los tipos, la lupa y el espejo con los que los ha expuesto en cada detalle habla de la intención del director de contar a quemarropa. Un aspecto que destacó Dechent: «el amor al cine de Ezekiel es lo que mueve el proyecto, con sus propios medios ha logrado generar una mirada novedosa, insólita en el panorama del cine español». «Vivimos en la era del edulcoramiento, todo el mundo quiere llegar al mayor público posible y éste es un filme de una honestidad brutal, con imágenes descarnadas, pero al mismo tiempo también es una película de personajes, en la que todos tienen un momento glorioso», añadió.

En la película aparecen también actores no profesionales que para el director eran fundamentales a la hora de reflejar el contexto de barrio que requería el guión. Una atmósfera que Ezekiel ha visto transformarse desde su niñez hasta el momento en que empezó a escribir el guión, hace ya diez años. Las viejas organizaciones abandonan códigos caducos para entregarse a nuevas formas de corrupción que ya no se amparan en ninguna norma, ni siquiera en la ley de supervivencia.

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