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Nació en Foz, un pueblo de diez mil habitantes en la costa lucense, pero lleva tantos años viniendo a Málaga que ya ejerce como guía turístico. Por eso cuando una pareja se acerca para preguntar «por ese sitio al final del paseo marítimo donde ... hacían fiestas», José María Alonso, conocido como Piti, responde con rapidez de agente de viajes: «Los Baños del Carmen». Tampoco muestra dudas cuando este periódico le cita en el bar Bruselas: «Fenomenal, pero dame quince minutos, que estoy en la lavandería». Se acumulan los días de trabajo y la ropa sucia para este guardián de las alfombras rojas de todo el país: su agencia de eventos, DyP (de David y Piti), organiza cualquier 'photocall' donde haya invitados, desde los Goya hasta el Festival de Málaga. Detrás de cada posado está Piti, perenne y trajeado, con el cronómetro incrustado en la cabeza: minuto y medio por persona, párate con esta tele, por aquí pasa corriendo, no insistas, ahora viene, paciencia, tenemos tiempo.
Es una tarea minuciosa que requiere concentración y mano izquierda, pero también un carácter explosivo como el suyo, exigente hasta la insistencia. Un talante que, combinado con su sentido del humor (y algunas imitaciones memorables), lo han hecho famoso en toda la industria: no hay actor, actriz, director o productor que no conozca a Piti. También los fotógrafos y los fans, que a menudo lo chantajean con pequeños regalos a cambio de un 'selfie' con su estrella favorita. Periodista de profesión, Alonso trabajaba en El Mundo cuando los medios comenzaron a estrechar salarios y recursos, un horizonte del que escapó para pasarse al otro lado: «Me propusieron entrar en la agencia que llevaba películas como 'Tesis' y 'Los amantes del círculo polar'. Casi no lo dudé, aunque a mi madre le dio un patatús. Me fui a verlas venir, sin nada asegurado». Allí conoció a David Sánchez, que acabaría siendo su socio en DyP, pero también a Salvi García y Mónica Torronteras, nexos entre los invitados al Festival y la prensa: «Los cuatro llevamos juntos 24 años. Somos una comuna hippie. Ahora con la pandemia apenas nos hemos visto, salvo por Zoom, así que estamos felices por vernos a diario en Málaga. Tenemos un engranaje que lleva muchos años funcionando, a prueba de imprevistos y novedades».
Cuando cae la tarde y se despliegan las alfombras, Piti cambia la ropa cómoda por el traje oscuro para guiar los pasos de los invitados y coordinar la atención a los medios, a menudo junto a Samir Mechbal: «Ha echado los dientes en el Festival de Málaga. A veces coincidimos en el traje y le digo: 'Parecemos las azafatas del 1, 2, 3'. Pero es un compañero a quien adoro y con quien me iría al fin del mundo con los ojos cerrados. Bueno, con todos. También con Ana (García Inglán) y los compañeros de DyP». El trabajo, que une tanto como separa, no resulta fácil: casi todos los invitados quieren su dosis de protagonismo y cada medio, la mejor foto y el titular más llamativo. «Tienes que intentar que todo el mundo esté contento, que no ocurra nada que pueda molestar», explica: «Son profesiones con niveles de exposición muy altos. La imagen es fundamental para ellos». ¿Y qué hay de la lucha de egos, los codazos por aparecer en la foto? «Se habla mucho de los egos de los actores y actrices, pero también hay periodistas con un amor propio que no cabe por la puerta».
Piti insiste en desmitificar el oficio de intérprete: «Claro que hay peleas por conseguir personajes, pero es un gremio donde también son solidarios unos con otros, sobre todo para reclamar condiciones laborales dignas, y no hablo de las económicas. Hay gente de todo tipo, como en todos los oficios, pero el 99 por ciento de los actores y actrices son profesionales, saben a lo que vienen». Pero siempre hay excepciones: «Me ofendieron profundamente las palabras de Victoria Abril (que cuestionó la eficacia de las vacunas contra el coronavirus y la propia pandemia durante la presentación de los premios Feroz), pero la profesión está en contra de eso».
En los últimos años ha hecho cameos en series como 'Paquita Salas', de Los Javis, el relato de los vaivenes de una representante de actrices que terminó comprando Netflix: «Me lo paso muy bien y además no me hacen esperar porque les digo que no tengo tiempo. Porque el oficio de actor consiste básicamente en esperar la mayor parte del tiempo. Paquita es un cóctel de muchas personas que conocemos, pero desde el respeto. Todos debemos aprender a reírnos de nosotros mismos. La escena del correo que entra por spam y que provoca que no llegue una invitación a un evento, por ejemplo, la hemos vivido. Y Los Javis te tiran mucho de la lengua. Para ese guión hubo conversaciones de horas».
Por eso cuando, en plena alfombra roja, la actriz Macarena García le pregunta «¿Llevo bien la cremallera, Piti?» los dos estallan en una risa sonora: «Nos meábamos. Le dije: 'Esto parece Paquita Salas'». Tan real como una buena ficción.
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