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Un lago 'escondido' en la Patagonia ha terminado por convertirse en una especie de estado paralelo dirigido por un multimillonario inglés. Llegar al mismo epicentro ( ... la mansión) es el objetivo de los protagonistas, que deben cruzar un camino de montaña de unos 50 kilómetros. Parece la sinopsis de un thriller de ficción, pero no es más que una realidad que ocurre en Argentina en estos momentos. 'Lago escondido, soberanía en juego' es el título del documental dirigido por Camilo Gómez Montero, que fue presentado este lunes en el Festival de Málaga con la presencia de uno de sus protagonistas, el cura malagueño Paco Olveira, que lleva 37 años en Argentina luchando contra la injusticia social.
A pesar de lo emocionante (e indignante) que resulta el filme, Olveira explica que ésto es en realidad un pequeño ejemplo de algunos de los grandes problemas que ocurren en Argentina; problemas que en su opinión se han visto acrecentados desde la llegada el poder de Javier Milei. «Es que ya no es ni siquiera el neoliberalismo, es algo mucho más salvaje lo que se ha adueñado de Argentina en estos momentos», explica el sacerdote. «Tenemos un gobierno de extrema derecha, fascista, absolutamente autoritario, que no permite ningún tipo de disenso y cuya única respuesta a la protesta social es la represión».
Olveira sabe de lo que habla. Lleva cerca de cuatro décadas trabajando en las 'villa miseria' argentinas, los barrios más humildes del país donde la situación es extrema. Es el alma de la Fundación Isla Maciel. que tiene su reflejo en España con la Asociación Proyecto Pibe, que canaliza la ayuda de un país a otro. Como miembro de Curas de Opción por los Pobre fue uno de los activistas que participaron en esta marcha hasta lago Escondido, donde evidenciaron que el dinero es capaz de comprar a los poderes públicos, desde la policía hasta los propios jueces.
Sobre la llegada de Milei el poder y si sus planteamientos están calando, Olveira explica que en Argentina hay un 30% de personas que son antiperonistas, «que votarían al Pato Donald antes que una opción así», matiza. Pero aparte, señala que hay un «núcleo duro» de votantes de Milei que cada vez se pone más fuerte. «Solo hay que ver en las redes las cosas que ponen, deseando la muerte de sus rivales políticos; algo que es fruto del discurso violento que viene desde el presidente hacia abajo», lamenta.
Sin embargo, uno de los asuntos que más le preocupa es la ruptura de las políticas de memoria, de verdad y de justicia. «En todo lo que tiene que ver con los derechos humanos la Argentina fue un ejemplo en el mundo, casi el único lugar en el que se juzgaron a los responsables de la dictadura. Ahora, por primera vez, está habiendo un retroceso», critica; a lo que añade el «intento de destrucción» de cuestiones como la sanidad o la universidad públicas.
«En lo que afecta a nuestras organizaciones, están intentando hacer ver a la gente que los que trabajamos con los sectores pobres somos 'chorros', ladrones, que somos gerenciadores de la pobreza; en vez de reconocer que la verdad que hacemos un esfuerzo y nos la jugamos todos los días. Esto a mí es lo que más me duele», describe. A su juicio, la famosa motosierra de Milei existe, pero solo para los de abajo. «Están desmantelando el Estado a nivel general, pero más concretamente en todo lo que son las políticas sociales. Los comedores están sin alimentos y nos ponen trabajar burocráticas todo el tiempo», añade.
El resultado es más que evidente. Todo lo que es política de asistencia a los más pobres se ha cerrado. Olveira admite que él siempre ha vivido situaciones límite por su dedicación, pero matiza. «Hace unos años, en la época que gobernaba Cristina Fernández, había un 23% de pobreza. Yo vivía con ese 23%, pero había un Estado. Hoy convivo casi con un 50% que ya no son pobres, son indigentes, porque no hay un Estado que acompañe la situación de la gente», sentencia.
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