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Esto es todo amigos. Se acabó la sección oficial a concurso, aunque la jornada de ayer nos la podríamos haber ahorrado. Ya estaba todo dicho ... en el concurso desde el jueves. El alivio fue que solo tuvimos dos películas a concurso, que, por un lado, confirmó una impresión generalizada esta edición y, por el otro, aportó la mayor rareza de esta edición.
Título: 'El diablo en el camino'
De México procede la nueva cinta de Carlos Armella, 'El diablo en el camino', la odisea de una antiguo militar arrastrándose por México con el ataúd de su hijo a cuestas. El peso de la religión y de la muerte caen como una losa sobre esta película ambientada hace un siglo que, visualmente y vista desde aquí, nos recuerda por momentos a los escenarios y los argumentos del salvaje oeste. Para los crecimos con el 'spaghetti western', este personaje de ex soldado cargando con ataúd nos recuerda al mítico 'Django', aunque el director nos corregiría que su referente es el propio cine mexicano y 'Macario', como confesó ayer.
El caso es que el retrato de aquel México de época en 'El diablo en el camino' es sencillamente demoledor, unos tiempos de miseria y fanatismo marcados por la muerte. Eso, un cuerpo sin vida, es lo único que le queda a este padre al que acompañamos en un relato que, como otros en este festival, se malogra en un confuso y redundante argumento al que le cuesta llegar al desenlace. Y te deja la sensación de que el vía crucis es para el espectador. Una última película que confirmó la discreta selección de películas latinoamericanas de esta edición.
Título: 'Ravens'
La jornada final del concurso la completamos con la rareza de 'Ravens' (Cuervos). A saber: una cinta japonesa, hablada en ídem, dirigida por el británico Marc Gill y con una pequeña participación española en la financiación. Ah, y con la historia de Masahisa Fukase, el genio de la fotografía. Seleccionada en el concurso por los pelos de la coproducción, el caso es que descubrir la vida de este artista es lo más reseñable de la película. Eso, y el amor por los negativos, el cuarto oscuro y la foto analógica que despide todo el metraje. Como el artista que retrata este filme, soy hijo de fotógrafos de estudio y el retrato que hace Gill del mundo perdido de las instantáneas es fascinante. Con un filme que también crea su particular universo visual a partir de los cuervos que inmortalizó el propio Fukase en una de sus series más famosas, cargadas de soledad, melancolía, tristeza y negrura. Conceptualmente y estéticamente, 'Ravens' es de diez, pero eso no esconde la convencionalidad de su argumento y su condición de hagiografía. La enésima película del genio atormentando y alcoholizado abandonado por su mujer. Nada que no hayamos visto antes. Aunque nunca lo hubiéramos escuchado en japonés. Y eso fue todo.
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