Crítica Festival de Málaga: Belén Funes conmueve con 'Los tortuga'

La directora ganadora del Goya por 'La hija de un ladrón' robó la atención dominical con una historia de luto. La de Delia y Anabel, madre e hija que tienen que afrontar la pérdida de su pareja y padre, respectivamente. Cada una a su manera. Y con los papeles cambiados. La más madura, huyendo y la joven, aceptándolo. El duelo es el telón de fondo de esta película dolorosa y bella que sostienen dos actrices en estado de gracia, la chilena Antonia Zegers y la nobel Elvira Lara, cuya sonrisa llena la pantalla. Una cosa tremenda. Lo sostienen ellas, decía, y también una directora con caligrafía vital y casi documental que nos habla de la inmigración andaluza de antaño y la latina de ahora –de ahí el título, por los que abandonan su pueblo con la casa a cuestas en una maleta–, la crisis del campo y los desahucios.

Los olivos de Jaén, lugar de procedencia del padre fallecido, al que casi no vemos nítido ni en fotos, y el acento andaluz tienen un protagonismo especial en este filme que en algunos momentos recuerda a la premiada 'Alcarrás', por el decorado y por el espíritu familiar. El argumento rural se mezcla con el urbano, a medio camino entre Andalucía y Barcelona, donde trabaja la madre como taxista, también inmigrante y procedente de Chile, que arrastra su duelo en silencio, mientras malvive de las carreras. El drama de estas dos tortugas, madre e hija, transcurre con aparente sencillez, pero sobre todo verdad. Tanto que estas mujeres atrapan y conmueven. Y en su otro duelo, el interpretativo, protagonizan uno de los finales más hermosos que se han rodado en los últimos años en el cine español. Otras dos candidatas a Biznaga a mejor actriz, que este año está cotizadísimo.

'Los tortuga' ha tenido además la habilidad de arrebatarle el protagonismo a Gracia Querejeta, palabras mayores en este festival con dos Biznagas de Oro ('Héctor' y '15 años y un día'). Pero no parece que vaya a ganar la tercera. Al menos, con su nueva película, 'La buena suerte', adaptación de la novela de Rosa Montero y rodada con corrección y gran casting (Hugo Silva, Megan Montaner, Miguel Rellán…). Incluso, la historia arranca con una intriga atractiva: un tipo que se baja del tren en un pueblo de mala muerte en mitad de ninguna parte. Como en un 'western'. La película está fotografiada y producida con primor, pero ni la trama funciona ni terminas de creértela. Este hombre maduro en crisis está tan perdido como el metraje y, para cuando se comienzan a conectar su historia, no atrapa ni la relación amorosa ni el drama familiar que esconde ni la peripecia policial. Y el oficio de la directora tampoco alcanza para ordenar el desconcierto generalizado del relato. Un naufragio del que se salva Rellán con un personaje entrañable que reflota cada escena en la que aparece. Las de la piscina y las otras.

Más interesante resultó el debut en la dirección de Gerard Oms, que presentó 'Muy lejos', un filme que también tiene como protagonista a una persona que huye y no sabemos de qué. Lo iremos descubriendo –no haremos espoiler porque es la clave del filme– a la par que este 'hooligan' del español interpretado por Mario Casas se queda en Utrecht sin aparente explicación, después de un partido de su equipo. Raro ver a este actor en una producción independiente como está. Pero su entrega por el personaje es tan intensa como siempre (no descarten premio). Con toque también de documental realista mestizo con la ficción, la mirada de este autor atrapa en esta película sobre el autodescubrimiento, el rechazo al inmigrante en Europa -el personaje de la casera encarnada por Jetty Mathurin es sensacional– y la necesidad de resetearse comenzando de nuevo lejos de casa. Aunque eso sí, por mucho cambio, Casas no se quita el chándal en toda la película.

La jornada la cerró el cine latino que entró ayer en el concurso -este año solo hay siete películas iberoamericanas frente al doble de españolas, 15- con el debut en la dirección de la argentina Matilde Tute Vissani, que presentó 'Nunca fui a Disney', una historia de descubrimiento adolescente en un verano azul. La omnipresente protagonista, la pequeña Lucía Martínez Lag, es el imán de esta modesta producción sobre una niña que todavía juega con su barbie patinadora, pero mira de reojo al Ken que vive en el chalé de enfrente. Ese despertar no es nada nuevo, aunque bien contado podría haber funcionado. Sobre todo con esa actriz de talento natural. Pero a la película le falta carne y emoción, y le sobran primeros planos, lugares comunes y puesta en escena teatral ante la evidente escasez de medios de un filme que solo que apunta intenciones sin cumplirlas.