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La primera de muchas. De 22 películas a concurso, ni más ni menos. Con días de hasta cuatro títulos. Un menú sobrecalórico de cine que ... ayer, no obstante, empezó con un solo plato, un sólo título, además de una esperada vuelta: la de Daniel Guzmán, ganador de la Biznaga de Oro con 'A cambio de nada', con 'La deuda'. Un filme elevado a la exclusividad de la inauguración y que, como aquel, nos plantea un drama social. En este caso, la gentrificación de las grandes ciudades con la historia de una abuela desahuciada –enternecedora Charo García–, aunque el protagonista real de la historia sea el propio director que hace el papel del nieto buscavidas metido en un lío tras otro. Película correcta, con escenas memorables, pero que deriva hacia el 'thriller' y el truco de guion que chirría con el resto de la película.
Título: 'La deuda'
El olfato de Guzmán para la dirección queda ya bendecido en esta tercera película que vuelve a brillar cuando se antepone el drama. Ahí se maneja con soltura, apoyado en su habilidad para manejar emociones. Un acento que personifica esa ochentera impagable de mirada tan frágil como inquebrantable que encarna la desconocida Charo García, que se come la pantalla. Allí está mi abuela y la abuela de cualquiera. Una complicidad que también crean los personajes secundarios, particularmente, Itziar Ituño y Susana Abaitua, cuyas apariciones levantan el relato. Como lo hace la malagueña Mona Martínez, que acapara el centro de interés en los pocos y directos planos que protagoniza.
El que no termina por saber a dónde va es el propio director. De fondo nos habla de precariedad y vulnerabilidad familiar con esos fondos buitres que se tiran sobre los esqueletos de grandes edificios para echar a los inquilinos y después engordar esas fincas para aumentar sus beneficios a golpe de burbuja inmobiliaria. Pero esto, en realidad, solo deja de ser un marco para la verdadera historia de la película, la de un granuja y canalla encantador que solo hace equivocarse pese a sus buenas intenciones. Su trampa con el banco no es lo única que tiene que pagar. Un error con resultados dolorosos y catastróficos es su verdadera deuda. Pero ese drama personal y la necesidad de perdón se complica tanto que Guzmán no encuentra otra salida que derivar la trama hacia el cine de género de bajos fondos, policías y película de barrio de Nueva York.
'La deuda' se debate entre esas dos almas sin saber a que santo ponerle las velas. Y lo que queda es es relato desdibujado y falso: un drama social que se arrepiente para querer ser un 'thriller' o un 'thriller' que no sabe ser un drama social.
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