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Pilar Palomero tenía 12 años en 1992, un «año bisagra en la historia de España marcado por eventos que continúan en el imaginario colectivo». El país proyectaba al mundo una imagen «moderna y abierta» pero de puertas para adentro cargaba aún con una educación anticuada, ... marcada por los tabúes y la rigidez. La directora vuelve al colegio de monjas de su infancia con su primer largometraje, 'Las niñas', un ejercicio de nostalgia con el que invita al público «a recordar cómo fue su paso a la preadolescencia». Un filme que recibió el aplauso de la prensa en su proyección en el Festival de Málaga.
'Las niñas' muestra el viaje que hace Celia (Andrea Fandos), una pequeña marcada por los prejuicios desde la cuna por ser hija de madre soltera (Natalia de Molina). Celia estudia en un estricto colegio de monjas, con las oraciones y la noción del pecado muy presentes. Hay temas de los que no se habla, al menos no abiertamente, y lo mismo sucede en casa. Los silencios protagonizan la relación con su madre, basada en la «incomunicación y el secretismo» que impone la sociedad a una mujer que se quedó embarazada siendo muy joven. Celia empezará así a descubrir la vida, la sexualidad y la diversión de la mano de sus amigas, mientras de fondo suenan Héroes del Silencio y Niños de Brasil en casetes.
No es una autobiografía, su historia no es la de Celia, «pero el universo del colegio sí era así». Deja claro que no es una película «hecha contra nadie, ni contra el colegio, las profesoras o la educación que le da la madre de Celia». «No quería ir por ahí, ni hacer una crítica ni una denuncia, solo mostrar cómo fue para muchas personas. Quería recrear y retratar esa infancia que yo había vivido, esta es mi experiencia», declara.
Para ello se rodea de niñas y adolescentes de hoy para revivir una época que les resulta muy lejana. «Las expresiones, la forma de hablar, cómo dirigirte al profesor, las cosas tabúes como la sexualidad... Ahora en esta generación puedo hablar tranquila y no va a pasar nada», detalla Carlota Gurpegui, una de las amigas de Celia. Todas ellas son, dice la directora, «un reflejo de la sociedad» que aparece en la película, «con prejuicios inculcados que se utilizan como arma arrojadiza en una riña de niñas».
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