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Llega con retraso a la cita, la primera entrevista de la mañana en la terraza del AC Málaga Palacio. Mientras toma asiento contempla impresionado los ... tejados de la ciudad –«Da hasta vértigo», comenta– y toma alguna fotografía con su móvil. No tiene prisas al llegar, pero tampoco al marcharse pese a los tiempos tan medidos que siempre impone un festival. Y eso se agradece. Empieza entonces una charla calmada donde Mariano Barroso habla de su trayectoria, del sector y de su futuro al frente de la Academia de Cine. No optará a la reelección cuando acabe su mandato justo dentro de un año, le ha llegado el momento de centrarse en sus proyectos. El director, productor y guionista ('Mi hermano del alma', 'Hormigas en la boca', 'Todas las mujeres', 'La línea invisible') recibió ayer el reconocimiento a toda una carrera con el Premio Retrospectiva del Festival de Málaga, una mirada atrás para coger impulso.
–Un Premio Retrospectiva indica que hay mucho hecho y bueno. ¿Tiene esa sensación?
–La verdad es que pienso que hay mucho por hacer, y espero que bueno. De repente es como un shock... Para un Premio Retrospectiva se supone que tienes un bagaje de cosas hechas y que algo ha interesado. Es un poco abrumador ya solo la palabra retrospectiva, te obliga a mirar por el retrovisor. Tiene peso.
–¿Se permite la nostalgia cuando mira atrás?
–En este oficio nuestro como te recrees en algún tipo de nostalgia... El otro día le puse a mis hijos una película mía, una de las que yo en principio tengo un buen recuerdo y estoy orgulloso. No de todas estoy igual de orgulloso, pero todas las reivindico. Pero hacía mucho tiempo que no la veía y de repente empecé a darme cuenta de todos los errores que tenía. Tenía unos errores muy básicos de montaje y tenía errores de guión. A veces sueño con que tengo tiempo para rehacer todas mis películas y las haría completamente distintas, las ajustaría, pero sería muy complicado juntar a todos los actores otra vez y algunos ya no están.
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–¿Qué película era?
–Era 'Éxtasis'. Se la enseñaba a mis hijos y pensaba pero cómo has hecho esto, cómo has escrito esto, cómo has hecho este montaje...
–¿Y ellos que pensaron?
–A ellos les gustó mucho porque es una historia de unos chavales que van buscándose la vida y van engañando a sus familias y eso les hacía gracia. Yo les miraba de reojo y les decía '¿qué estáis tramando?'
–Está bien que estos premios se den cuando aún se es joven para disfrutarlos.
–Claro. Cuando me llamó Juan Antonio Vigar, me alegré muchísimo y enseguida miré en Internet a ver quién había recibido este premio, a ver qué pasa aquí. Vi que se lo habían dado a Isabel Coixet, a Bayona, a Álex de la Iglesia... y pensé que no estaba tan mal la cosa. Estamos bien.
–Pese a la experiencia y todo lo vivido, ¿sigue siendo necesaria una palmadita en la espalda?
–¿A quién le viene mal una palmadita en la espalda? No conozco a nadie que no le ayude. He hecho bastantes cosas, pero hay mucho por hacer y mucho por aprender. Y cuanto más haces, más te das cuenta de todo lo que te falta por aprender, y de todas las cosas que harías distinto o que has olvidado. Pero una palmadita en la espalda le viene bien a cualquiera y en nuestra profesión, especialmente.
–Porque si antes hacer cine era difícil, ahora es casi épico.
–No me gusta llorar, es un oficio de privilegiados el que tenemos. Si puedes dedicarte a algo que te gusta, que es tu sueño y encima puedes más o menos vivir de ello, imagínate. ¡Qué más quieres! Es un momento difícil. Pero como es un momento difícil para toda la sociedad, quizá no se note tanto. Para problemas, los sanitarios. Sobre todo, es un momento de mucho cambio y mucha incertidumbre para todos, y también para nosotros. No sabemos cuál va a ser el paisaje que va a quedar después de la batalla de la pandemia. En septiembre empezaremos a tener un retrato de cómo queda el panorama, de cómo quedan el cine y las salas.
Llegó al cine por la vía del teatro tras ser alumno de William Layton. El corto 'Expreso' marcó el inicio de su carrera. Fue amigo de Gabriel García Márquez, a quien más de una vez le pidió los derechos de su relato corto 'El rastro de tu sangre en la nieve'. Pero Gabo le «daba largas». Su primer largometraje 'Mi hermano del alma' (1993) estaba dedicado a Benjamín, el hermano que le inculcó la pasión por el cine y que falleció antes de tiempo. Esa película le valdría el primero de sus tres Goya. Y aún así, Mariano Barroso confiesa: «Hasta hace poco no me he sentido director, en el sentido de tener la sensación de que vives de esto, y que puede tener una cierta continuidad». Lo dijo en la rueda de prensa previa a su homenaje, acompañado por el director del Festival de Málaga Juan Antonio Vigar y el guionista Alejandro Hernández, autor del libro 'Nunca quise ser un outsider. Conversaciones con Mariano Barroso'.
–Dice que no le gusta llorar. En cualquier caso, a la cultura se le tolera poco la queja.
–Es que la queja... Otra cosa es la reivindicación legítima. No creo que nos merezcamos más que ninguna otra profesión, pero tampoco nos merecemos menos. Una ciudad como Málaga ha sido ya desde hace 24 años muy lúcida al acoger este festival y apoyar el cine de esta manera, porque han descubierto una rentabilidad que no tiene solo que ver con la económica, sino de cómo el cine está arraigado en la sociedad, entre la gente. Todas las celebraciones y apoyos que reciba el cine tienen un retorno clarísimo e inmediato. Es muy inteligente apoyar al cine. Cualquier entidad que lo hace raramente se arrepiente.
–¿Y entonces por qué no lo hacen más?
–Eso me pregunto yo.
–¿Teme que el público no vuelva a las salas ahora que se ha acostumbrado a un consumo tan casero?
–No sabemos lo que va a pasar. No saben los científicos lo que va a pasar con la cepa india. Creo que hay una necesidad de volver a las salas, parece ser que en Francia están volviendo de forma masiva. En lugares donde hay una industria muy potente y una protección fuerte del cine están volviendo. Pero no sé qué va a ocurrir aquí. En septiembre lo veremos.
–¿Está satisfecho de las dos galas de los Goya que se han celebrado en Málaga?
–Estoy moderadamente satisfecho y relativamente orgulloso. La gala de los Goya es una cosa que hay que inventarse cada año, porque todo cambia de un año para otro, porque no hay nada con lo que compararse, porque ahora parece que el público quiere otro tipo de cosas...
–Sus últimos proyectos han sido para la televisión. ¿Es donde ahora está el trabajo?
–Claramente las plataformas tienen muchísima demanda y eso se traduce en que la financiación de las producciones es relativamente más ágil, bastante más ágil, que el cine. El cine requiere de una financiación y unos procesos de producción más complejos. Es una revolución que es evidente para todos, para los productores, los espectadores y también para los cineastas. Pero tengo proyectos de cine también, espero poderlos encajar. Pero no se puede hablar de ellos hasta que se van haciendo.
–Ha tocado temas tabús y polémicos, como el de ETA en 'La línea invisible'. ¿Seguirá en esa línea?
–Más que tabús, son preguntas que no tienen respuesta en el día a día o a nivel cotidiano, esas son las que se plantean en el cine.
–En los últimos Goya había más mujeres nominadas que nunca y en esta edición del festival también hay una elevada presencia femenina. ¿Es real esa tendencia a la igualdad? ¿Hay ya igualdad de sueldos y protagonismos?
–Eso es una cosa que siempre está pendiente y esperamos que sea por poco tiempo. Esperamos que sea una tendencia lógica que caiga por su peso, no puede ser de otra forma.
–Da la sensación de que se dice mucho pero se hace poco.
–No dejamos de ser un reflejo de lo que ocurre en la sociedad, para bien y para mal. El peso que tiene la mujer en la sociedad es la que tiene en el cine.
–¿Y cuál es la salud del cine español?
–Es un enfermo crónico que goza de muy buena salud. Alguien dijo eso hace muchos años y sigue vigente. Eso va a ser así para siempre. Tenemos que aprender de la gente del teatro que llevan 25 siglos sobreviviendo, pero viviendo y activos. Estamos en marcha. El cine español es muy creativo, hay todo tipo de películas, todo tipo de proyectos de todo tipo de sensibilidades. En un festival como este puedes ver seis películas al día y cada una es un viaje a un lugar distinto. Y esa es una riqueza que no tiene discusión.
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