Mabel Lozano: «Me he reído muy en serio de mi cáncer»

–¿Por qué lo has contado?

–Me detectaron el cáncer mamá durante la pandemia y tuve que pasar por 34 sesionazas de radioterapia que me sentaba como el culo porque tengo la tensión baja y me desmayaba. Yo no me quejaba, porque eso no me aliviaba ni el susto ni el dolor, por lo que normalice la enfermedad. Y alguien me dijo: 'Es que tú has pasado por el cáncer de puntillas'. Y de repente pensé que lo tenía que contar y el día que lo puse en Instagram, no sabes la cantidad de mujeres, muchas famosas, que me llamaron para decirme que también lo habían tenido y que no lo decían por el estigma.

–Lo llamas por su nombre.

–Es que el cáncer de mama es una enfermedad asociada a la sexualidad de las mujeres. Estamos hablando de las tetas, o sea, un componente sexual muy bestia que implica que ya no eres válida, que ya eres vieja y estás enferma. Nadie pronuncia la palabra. Me decían: '¿Qué hay de lo tuyo? Y yo les respondía: '¿Del cáncer?' Y se quedaba todo el mundo blanco. Pero si al pan lo llamas pan, al cáncer, pues cáncer y además le restas el estigma. Por eso esta película en primera persona. Es mi voz y soy yo.

–Tu testimonio no ha pasado desapercibido. ¿De hecho supone tu primera película a competición en Málaga?

–La crítica ha sido buenísima desde que estrenamos en San Sebastián. Después fue nominada al Goya y ahora ese camino me ha traído a Málaga. Cuando me dijeron que nos habían seleccionado a concurso en Animazine me sorprendí porque no me lo esperaba. He estado en el festival siempre, pero nunca compitiendo. Y además con un género desconocido para mí: me he hecho un viaje de ida y vuelta a la animación.

–¿En qué punto estás de la enfermedad? Perdón, ¿del cáncer?

–Ja, ja. Muy bien. Cuando tienes un cáncer hormonodependiente como el mío, tienes que tomar pastillas 5 o 10 años. En mi caso, son cinco, así que el próximo 31 de mayo termino, aunque ya hace 15 días que estoy de alta. De este no me muero y ha dejado cosas muy buenas en mi vida. El cáncer no te hace ni más guapa, ni más alta, ni más buena persona, pero sí te deja esa sensación de disfrutar de la vida. Esta enfermedad suena a muerte y en la tele siempre dicen cuántos se mueren cada año. La reacción no es que te tengas que reír todo el día a todas horas, pero es verdad que la vida es única y hay que disfrutarla.

–El corto despide humor e ironía.

–Yo he tenido un cáncer en la teta izquierda, pero no lo he tenido en la cabeza y no he dejado que la colonice. Desde el minuto uno me he reído muy en serio de mi cáncer. Yo pregunté si me iba a morir, me dijeron que no, así que me puse a remar la primera. Ya soy una remadora profesional. Y a partir de ahí, he contado todas las etapas y lo he hecho con humor, pero sin banalizar nada.

–¿Ese tono hasta divertido lo consiguió mantener durante el tratamiento?

–Tal cual. Por eso una amiga me dijo: 'Si tú has pasado por eso de puntillas'. Pero esto no ha sido un constipado. He pasado por una operación, una rehabilitación, radioterapia y cinco años de pastillas que me dolían hasta las pestañas. Por eso, la cabeza hay que amueblarla muy bien y tirar para adelante, porque según la OMS, cada minuto muere de cáncer una mujer en el mundo. La cifra es brutal y por eso todo lo que se ha escrito o dicho sobre el cáncer siempre tenía mucha negrura. Y hay que quitársela, no porque la enfermedad no la tenga, sino porque las expectativas de vida cada vez son mucho mayores. Yo estoy como una pera. La secuela del cáncer que me ha quedado es querer ser más disfrutona de la vida.

–Te confeso que me he sentido culpable viendo el corto porque alguna vez le habré preguntado a alguna enferma por su 'lucha'.

–Lo normal es que la gente use esa terminología bélica y te trate de guerrera, luchadora y valiente cuando tú lo que tienes es miedo. Esto no es una guerra, yo soy una enferma oncológica y hay que reírse con humor de eso, en lugar de dar collejas. Odio las películas moralistas.

–Sus documentales sobre la trata muestran compromiso, pero este corto supongo que tiene una implicación personal mayor.

–Hombre, antes de hacerlo me daba una vergüenza que te mueres. Todo mi cine habla en tercera persona, o sea, yo le presto mi cámara a los protagonistas que hablan. Pero aquí soy yo. He sido una 'starlet' de televisión, pero ahora soy feliz detrás de la cámara, mirando en lugar de que me miren. Ya siento mucho pudor con la exposición. Cuando tuve que ir a grabar mi voz, me costó porque llevo ya 20 años de directora y esto ha sido desnudarme. Y la primera vez que lo vi en pantalla me dio vergüenza contar cosas tan íntimas, pero te confieso que luego me he sentido feliz porque todo lo que he recibido ha sido maravilloso.

–Usted creó hace ahora 18 años la sección pionera Afirmando los Derechos de las Mujeres. ¿Cómo ha cambiado este ciclo?

–Empezamos con un corto, luego con dos y ahora estamos recibiendo una media de 400 producciones cada año. Y lo más importante, firmadas tanto por hombres como por mujeres. No solo hay cada año más calidad, sino que los hombres también se han incorporado con delicadeza y compromiso para hablar de la perspectiva de género, la violencia o el rescate de mujeres olvidadas por el hecho de ser mujeres.

–Este año hay un 60% de directoras en la sección oficial a concurso. Esto es algo inédito. ¿Nos acercamos a la normalización?

–La verdad es que te voy a decir una cosa y me gustaría que la pusieras tal cual. Nunca ha sido noticia cuando era al contrario. Claro que estamos felices, pero por otro lado dices que los años en los que no había ninguna mujer no se llamó la atención de dónde estaba el 50% del talento que es la mirada de la mujer. Si este año hay un 60% de mujeres directoras es porque hay un 60% de trabajos magníficos de directoras.

-Ya tiene dos Goya por sus documentales. ¿Para cuando su debut en la ficción?

-Pues sí, voy a hacer mi primera película de ficción este año.

-¿Y me puede adelantar algo?

-Pues va a ir en la misma dirección que va mi compromiso, mi vida, mi activismo y mi cine. Yo soy una vocera contra la explotación sexual, pero también tengo me ha marcado algo que me dijo José Mota: el humor es la distancia más corta entre dos personas. Esa frase la he llevado a gala en 'Lola, Lolita, Lolaza' y lo voy a hacer también en esta primera película de ficción.