El periodista Juan Sanguino, en el hotel Maestranza Málaga. MIGUE FERNÁNDEZ
En los márgenes del Festival de Málaga

Juan Sanguino: «Los 90 fueron la adolescencia de España»

El periodista madrileño, experto en fenómenos de masas y cultura popular, es miembro del Jurado de la Crítica en esta edición del certamen

Domingo, 6 de junio 2021, 00:06

Conversar con Juan Sanguino supone someterse a una clase magistral de cultura pop recitada con un entusiasmo que solo puede provenir de un alma de fan. Este periodista nacido en Madrid en 1984 nos recibe en la cafetería de un hotel en mitad de ... un día que podríamos describir como movidito: en esta jornada se presentan tres películas a concurso de la Sección Oficial y encima ha caído una tormenta que le ha calado entero. Posa para nuestras cámaras recién duchado y nos comenta que ha venido varias veces a Málaga a cubrir el Festival, pero solo «dos o tres días».

Publicidad

Reivindica el lado más social del certamen, no entendido como territorio de frivolidad, sino como un encuentro de la industria que condiciona nuevos proyectos. En esta ocasión, permanecerá en la ciudad en la edición más larga de la historia del Festival para emitir un fallo como miembro del Jurado de la Crítica, acompañado por Begoña Piña y Javier Tolentino. Todo un reto, y una responsabilidad.

«Como es lógico estoy viendo todas las películas y, de manera inevitable, se van formando diálogos entre ellas. En esta edición estamos viendo muchas historias de personajes, y sin alusiones la pandemia». Para explicarlo, pone como ejemplo otra de sus grandes pasiones, Eurovisión, que comenta cada año como periodista experto (junto a la gala de los Oscar), y que sigue con devoción: «Este año en el concurso de la canción tampoco ha habido mucho rastro del virus y no se ha visto ni una sola mascarilla, ni siquiera entre el público, y está bien que así sea, porque es un espectáculo que lo que propone principalmente es evasión».

Sanguino ha escrito dos ensayos muy recomendables que comparten un mismo cuerpo de estudio: el fenómeno de masas. Por un lado, 'Cómo hemos cambiado. La transformación de España a través de la cultura pop' (Ed. Península), donde disecciona el aterrizaje forzoso al primer mundo de un país que hace treinta años apenas había perdido la inocencia. Para él, esta es la década que le cambió la vida al país: «Los 90 fueron la adolescencia de España». La teta de Sabrina, la Macarena en la Super Bowl, Alcásser y la conversión del crimen como entretenimiento, o la euforia remezclada entre la Expo 92 y los Juegos Olímpicos de Barcelona son algunos de los ingredientes que aderezaron aquel decenio entusiasta que nos convirtió de alguna manera en lo que ahora somos. El tiempo y la distancia han generado una intelectualización y materia de análisis: en su momento, sería impensable publicar un libro en serio sobre las Spice Girls o redactar un reportaje largo sobre el 'Barbie girl' de Aqua. Los 90 reviven su particular boom con análisis como este y películas como 'Las Niñas', 'Verano del 93' o 'El año del descubrimiento' que lo reivindican como imponente escenario de ficción.

Publicidad

Otro capítulo inolvidable: el enorme bulo formado en España y que incluía a 'Sorpresa, sorpresa', Ricky Martin, una chica en la habitación, un perro y un bote de mermelada. Aquella mentira se repitió tanto y hubo tantos falsos testigos que generó una denuncia en los tribunales contra la productora por una emisión que nunca se produjo. Ahora que se habla de la posverdad y de las 'fake news', conviene saber que no es un fenómeno contemporáneo: «Se equivoca quien piense que lo viral es una característica propia de este tiempo o que está provocado por el uso de las redes sociales o de internet. Seguramente, en el Imperio Romano también se producía la viralización. Y en la Edad Media y por supuesto durante todo el siglo XX. No es una característica de la tecnología, sino de la condición humana».

En su otro ensayo, 'Generación Titanic' (Ed. Dolmen), analiza esta década a través de 32 películas, entre las cuales, por supuesto, 'Titanic' ocupa un lugar de preferencia. Será complicado encontrar en este país a alguien que sepa de esta película más que él. Es incapaz de enumerar las veces que la ha visto: «Muchísimas. Cada año la veo alguna que otra vez, y cada una de ellas es para mí un acontecimiento». Si Kate Winslet podría haberle hecho un hueco a Leonardo DiCaprio sobre la tabla en la escena final es algo que no despierta el menor interés: «Uno cree que ha visto el Titanic por la película (se hizo una reproducción del barco al 90% de su tamaño) y en ella todo está rendido al relato cinematográfico, en la trama no se hacen planes sobre qué pasaría si el barco hubiera llegado a puerto. Es como si estuviera escrito que nunca iban a llegar, y la historia de amor, por más que pueda gustarnos, es secundaria». No importa que no te guste 'Titanic', 'Philadelphia', 'Scream' o 'El silencio de los corderos': todas ellas nos han influido de manera inevitable como fenómeno de masas.

Publicidad

También en los 90 se contribuyó a que el cine de dibujos animados no fuera solo para niños, aunque sigamos desconfiando de la factoría Disney y de la carga ideológica que imprime a sus películas, con personajes que «no suelen tener ni un ápice de personalidad, por eso después de tantas horas de metraje, nadie sabe cómo es Thor». También esta década, en lo estético, brillaba de manera desmedida la horterada. Ahí estaba Jesús Gil metido en un jacuzzi, con chicas chapoteando en bikini, un teléfono y Benny Hill: «Es curioso, pero ahora estos fenómenos se ven incluso con melancolía y mitificación. Así ha pasado con la serie documental 'El Pionero' (HBO), que entroniza al personaje, y eso me parece peligroso».

En cualquier caso, Sanguino está muy a favor de que las cadenas hagan lo que consideren para conseguir audiencia, aunque esto provoque cierto descrédito intelectual del entretenimiento: «Ahora mismo hay muchísimas opciones en todas las plataformas, no es como en los años 80 en los que había uno o dos canales de televisión y todo el mundo estaba obligado a ver lo mismo. En este caso, si no te gustan ciertos programas, no hay que echarse las manos a la cabeza: basta con no verlos».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad