![Juan Diego Botto: «El cine es un hecho social y eso se pierde en el salón de tu casa»](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202008/28/media/cortadas/botto2-RgUKRNUrUcEBtOrXA1kLdRO-1248x770@Diario%20Sur.jpeg)
![Juan Diego Botto: «El cine es un hecho social y eso se pierde en el salón de tu casa»](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202008/28/media/cortadas/botto2-RgUKRNUrUcEBtOrXA1kLdRO-1248x770@Diario%20Sur.jpeg)
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Hubo un tiempo en el que lo español se asociaba a «la Virgen del Pilar, la represión, el matrimonio y las faldas hasta el tobillo». España parecía el «lado apagado de Europa» y se tenía la sensación de que nunca se competía al mismo nivel. ... Un complejo, asegura Juan Diego Botto, ya superado. Él es la prueba. Lo mismo protagoniza una película independiente en España que rueda lo nuevo del universo DC en Atlanta. Y todo mientras ultima su salto al otro lado del escenario y de la cámara, con su primera obra teatral sobre Lorca y su debut en la dirección de cine con una historia sobre la precariedad en España. De momento a Málaga le trae 'Los europeos', una adaptación de la novela de Rafael Azcona dirigida por Víctor García León sobre la ventana al mundo que representaba Ibiza en los años 50.
–¿Hemos evolucionado respecto a esa España hipócrita y de doble moral que aparece en el filme?
–La película transcurre en pleno centro de una dictadura. Eso implica una represión y una censura, que siempre crean una doble moral. Estos personajes viajan a un lugar que tiene una ventanita en la que asomarse a otro mundo. Ibiza está llena de turistas europeos y ellos traen consigo otra forma de vivir y de entender la vida, su propio cuerpo y la sexualidad.
–Su personaje dice en varias ocasiones: 'No seas tan español'.
–Sí. Es un tipo de clase alta con su vida garantizada y entregado al hedonismo. Siente que está por encima de estos preceptos morales que se aplicaban entonces y le gustaría parecerse a estos europeos que, para él, viven la buena vida. Todo lo que tiene que ver con lo español lo asocia con la Virgen del Pilar, con la represión, el matrimonio y las faldas hasta el tobillo.
–¿Sigue existiendo ese complejo de lo español?
–Gran parte de ese complejo se ha caído en los últimos años. Es verdad que mi generación, yo tengo 45, sí que vivió esa cosa de que nunca estamos a la altura, de que siempre somos un poquito menos, somos el lado apagado de Europa. Pero en los últimos años ha habido unas ciertas transformaciones. Tenemos actores que trabajan fuera y ganan Oscar, escritores que venden en todo el mundo y deportistas que ganan mundiales. Esa maldición de que nunca competimos en el mismo lugar que el resto de Europa ya no es tanto.
–De hecho, usted lo mismo rueda una cinta independiente que hace la última del universo DC.
–Y no soy una excepción. Tuve la suerte el año pasado de estar rodando aquí y estar en Atlanta con 'El escuadrón suicida' con James Guun. Una experiencia fantástica.
–¿Deslumbra ese tipo de cine?
–Deslumbra en parte porque nunca había participado en un proyecto con un presupuesto tan asombroso, tan espectacular. Realmente es apabullante. Los decorados, los efectos, los tiempos, los medios con los que se juegan son incomparables. Impresiona.
–'Los europeos' se va a estrenar directamente en Orange TV. ¿Le parece bien el giro que está dando la industria?
–Se va a estrenar el próximo lunes en Orange, lo cual no significa que no se vaya a exhibir eventualmente en salas. Serán pocas y selectas, pero tendrá su vida en circuito de salas. Pero la pandemia lo que ha hecho es acelerar unos procesos que venían lentamente produciéndose desde hace tiempo. La exhibición del cine ha cambiado completamente y va a ser normal que haya películas que se estrenen directamente en plataformas, simultáneamente en cines y online, en páginas web...
–¿Es un romántico de las salas?
–Me gusta ver el cine en salas. El cine es un hecho social. Cualquiera que haya hecho teatro sabe que cuando la misma función la ven cinco espectadores y la ven 300, las risas no son las mismas. La risa del tipo de al lado arrastra tu propia risa, y lo mismo pasa con la emoción y con el llanto. Y eso se pierde cuando lo ves en el salón de tu casa. Pero las cosas cambian y hay que aceptarlo.
–Justo este iba a ser su año. Le había llegado el momento de contar sus historias como autor y director, ¿antes no se atrevía?
–Sí, pero el momento no se había dado. Mi obra de teatro la escribí hace casi tres años, pero no había podido ponerla en pie porque el director con el que quería contar, Sergio Peris-Mencheta, está trabajando en Los Ángeles. No habíamos podido coincidir hasta ahora, que hemos estado todo el verano trabajando y ya la obra está montada. Y yo llevaba siete años intentado levantar la financiación de mi primer largo. Ha costado mucho pero finalmente lo hemos conseguido. En 2021 rodaré mi primer largo.
–¿Qué quiere contar?
–La obra de teatro es la historia de Lorca y Lorca nos permite hablar de nuestro pasado y presente. Y el guión de cine es sobre precariedad en España.
–¿No concibe este oficio sin compromiso?
–Obviamente son piezas comprometidas, pero son lo que a mí me conmueve. Y creo que lo que nos termina conmoviendo de una pieza es que hable de cosas humanas, la historia de amor, la lucha de un personaje frente al medio, la conquista de la libertad...
–Usted se ha caracterizado por ser activo en la denuncia social.
–Por lo que sea, tengo esa sensación de que nada de lo humano me es ajeno, vivimos en comunidad y creo que de alguna manera puedo contribuir, que entre todos podemos hacerlo. Entiendo la política en un sentido amplio; no es solo territorio de los políticos, también debería serlo de los ciudadanos.
–Durante el confinamiento esperaba que saliéramos mejores de esa situación. Ya estamos desconfinados, ¿somos mejores?
–No, ni mucho menos. De hecho, se han vivido cosas notablemente desagradables, una crispación absolutamente innecesaria. Hemos visto desde el negacionismo tierraplanista más absurdo a la búsqueda de beneficio político por decisiones que deberían ser estrictamente técnicas. Y luego una elevada dosis de incompetencia que genera una preocupación innecesaria.
–Y lo pronto que olvidamos.
–¡Sí! Salíamos todos los días a las 8 a aplaudir considerando héroes a los profesionales sanitarios y ahora ya nos da igual si contratan más o menos médicos. Pensé que nadie iba a volver a dudar de la necesidad de la inversión en la sanidad pública y nos hemos olvidado.
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