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A tres días de la inauguración del Festival de Málaga, una huelga de transporte amenaza la instalación del material urbano del certamen y la ... previsión del tiempo anuncia lluvias para el viernes en una ciudad anaranjada por la calima. Pero Juan Antonio Vigar vuelve a hacer gala de ese hombre tranquilo al estilo fordiano que esconde bajo la chaqueta: «Solo se trata de ser pacientes, imaginativos y trabajar más si hace falta». El director de la semana grande del cine en español afronta una edición especial con un doble aniversario: los 25 años del certamen y los diez bajo su mando. El festival lo celebra acercándose lo máximo posible a la normalidad, con una alfombra roja tras mascarillas, una gran gala inaugural en el Martín Carpena para 2.400 personas (unas 700 de protocolo, 1.000 de colectivos sociales y asociaciones llevadas por la Fundación la Caixa y otras 700 que ya agotaron las entradas) y una parrilla con nombres como Carla Simón, Imanol Uribe y Daniel Guzmán. «No nos preocupamos de quien no está, quienes están forman parte del mejor destilado del cine español».
–Faltan tres días para la inauguración, pero conociéndole está tranquilo y lo tiene todo bajo control.
–Me gustaría estar más tranquilo de lo que estoy. Pero intento mantener la serenidad y ver que todos los problemas tendrán su solución. Solo se trata de ser pacientes, imaginativos y trabajar más si hace falta.
–¿Qué le preocupa?
–Estamos teniendo problemas con el tema de la huelga de transporte porque necesitamos traer todo el material para las instalaciones del mobiliario urbano. Y por otro lado, el tiempo. Pero me gusta ser positivo y pensar que si llueve será lo mejor que pueda suceder, porque se necesita, y si no llueve, nos alegraremos también porque Málaga es una ciudad generosa con su festival.
–¿Ha merecido la pena el traslado de la inauguración del Cervantes al Carpena?
–Es una pregunta compleja de responder. El esfuerzo económico que hemos tenido que hacer ha sido mucho más elevado. Allí carecemos de todo lo que tiene el teatro, hay que poner un escenario, pantallas... Desde el punto de vista logístico y de gestión de los públicos también ha sido más complejo. Si nos quedáramos solo con eso diríamos que es una decisión que arroja complejidad y mayor gasto, pero queda en segundo plano cuando analizamos la simbología y el valor que tiene esta acción. Llevamos dos años en los que la relación con nuestro público ha sido estrecha pero no amplia por las limitaciones de la pandemia. Necesitábamos que el encuentro con la ciudad fuera lo más pleno posible. Por eso vuelve la alfombra roja y se hace esta gala en el Carpena para que esté el público que siempre ha querido estar y nunca ha podido y también asociaciones y colectivos que quizás nunca se han planteado que podían estar y ahora lo van a hacer con la Fundación la Caixa.
–¿Está previsto algún gesto de solidaridad con Ucrania?
-Sí, en la gala inaugural, pero no lo puedo desvelar.
–¿Puede decir que ha hecho la edición que quería hacer?
–Está cerca de lo que queríamos hacer. Uno cuando se plantea los objetivos tiende a ser muy ambicioso, luego la realidad hace que tengas que modificar ciertas cosas. Es una edición compleja pero no quita para que esté muy cerca del modelo que nos habíamos planteado. La excelencia es algo a lo que se tiende, y llegaremos a ello, pero siempre hay que dejar un margen de mejora.
–¿Es ya un evento imprescindible para el cine español?
–Totalmente. No lo digo yo, lo dijo el presidente de la Academia de Cine en vuestro periódico, el representante del cine español al que hemos querido homenajear con el Premio Málaga SUR. El cine español ha sido nuestro compañero de viaje durante 25 años, nuestra esencia y razón de ser. Y era también un homenaje muy merecido por otra razón. El audiovisual ha sido sustento anímico para la sociedad durante los dos años de pandemia, lo que nos ha divertido y emocionado, lo que ha llenado nuestros silencios. Ha estado ahí y no se le ha hecho un reconocimiento en la medida que realmente se merece. Nosotros humildemente pretendemos hacerlo.
–Pero, ¿qué gana el cine español con Málaga?
–El festival está inserto en su cadena de valor. Apoyamos las películas desde que están en el laboratorio, seguimos su evolución en el 'Work in Progress', luego le damos difusión con las proyecciones del festival y después nos apoyamos mutuamente para la venta internacional a través de los Spanish Screenings, que este año vienen dimensionados a través del formato XXL. El Observatorio de la Cultura sitúa al Festival de Málaga en el 'top ten' de instituciones a nivel nacional. Es un orgullo y una prueba evidente del valor que tiene.
–En cualquier caso, hay directores que le dicen 'no' a Málaga.
–Hay directores que en determinado momento le pueden decir 'no' a Málaga y a cualquier otro festival. Por oportunidad y conveniencia. Nosotros no nos preocupamos de quien no está. Lo que miramos es a quienes están, que forman parte de la esencia y del mejor destilado del cine español. Nombres como Carla Simón que viene con el Oso de Oro de Berlín, o Daniel Guzmán, Juan Miguel del Castillo, Imanol Uribe… Hay como una gran familia del Festival de Málaga, esos directores a los que hemos ayudado y dado impulso en sus inicios y que ahora vuelven situados en un nivel de alto prestigio. Estoy convencido de que quien no ha traído película quizás más adelante tenga deseo e interés, y nosotros estaremos aquí encantados de que así sea.
–Estos dos años, por necesidad, ha sido un festival centrado en lo puramente cinematográfico. ¿Es bueno para Málaga recuperar el fenómeno fan?
–Me acuerdo de que al inicio del festival algunas personas comentaban que aquí venía gente de televisión. Después resultó que esos que estaban en televisión eran los que nutrían ampliamente las películas, los actores relevantes del mundo del cine, y entonces ya sí se valoraba que estuvieran. Y ahora estamos en un fenómeno mucho más complejo en el que junto al cine están todas las producciones audiovisuales que van a plataformas y hay un trasvase natural entre cine, series y audiovisuales de televisión. Más que hablar de un fenómeno fan en Málaga hay que hablar de un fenómeno de cercanía y de aprecio al trabajo que todos los profesionales hacen, lo hagan donde lo hagan.
–¿No frivoliza al certamen? Al final se lleva la foto quien consigue más gritos y no quien lo ha hecho mejor.
–No estoy de acuerdo. Tenemos el caso de Mario Casas. Era un fenómeno televisivo y hoy es uno de los grandísimos actores del cine español. ¿Era diferente aquel Mario Casas a este? No, era un actor en un proceso de crecimiento personal. Reconocer sus trabajos desde el principio es algo de intuición y de visión de futuro, y eso es lo que se ha hecho en Málaga. De hecho, somos el único festival que da un premio al joven talento, el Málaga Talent.
–Entonces, Málaga ha ido siempre un paso por delante.
–Sí. Ya fue ir un paso por delante imaginar que hacía falta un festival de cine español en España. Fue visionario, era una apuesta de riesgo. Esa idea de que el cine español podía tener un 'star system', un colectivo de actores y actrices que pudieran pasar por una alfombra roja entre el aplauso y el calor del público, fue una apuesta de futuro que se fue haciendo cada vez más sólida. Incluso ha habido quien nos ha mirado con ojos de sana envidia y hemos servido de inspiración para otros festivales a la hora de buscar una identidad. Pero en Málaga fuimos los primeros que apostamos por el cine español.
–¿Quién nos envidia?
–Todo lo que funciona siempre despierta deseo de réplica. Sin decir nombres, las buenas ideas están para exportarlas y hay quien las ha importado a su festival con mayor o menor fortuna.
–¿El ministerio de Cultura ya se ha resarcido con el Festival de Málaga con su apoyo a los mercados con los Spanish Screenings XXL?
–Con el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) hemos tenido siempre una relación de cercanía y de diálogo muy constructivo. Al margen de la subvención nominativa que tenemos, que uno siempre desea que sea mayor, con el apoyo que realiza este año al área de industria ha mostrado claramente su compromiso con el Festival de Málaga. Nos tenemos que sentir contentos de que podamos hacer de Málaga un centro de encuentro y de negocio en torno al cine español.
–Pero le gustaría que la subvención directa fuera mayor…
–Un festival que tiene voluntad de crecer necesita más recursos. Pero en este momento al ICAA no podemos pedirle más. Tenemos que hacer que las aportaciones públicas y privadas estén lo más equilibradas posible. Estamos en la voluntad de ir llegando al 50-50.
–El año que viene se cumple otra efemérides: su década al frente del Festival de Málaga.
-¡Es esta! Mi primera edición fue en 2013. Llevo nueve años pero diez ediciones. Miro atrás y veo todo lo que ha crecido el festival y me siento orgulloso del trabajo que ha realizado todo el equipo. Los resultados nos hacen pensar que hemos ido por buen camino.
–¿Le quedan ganas para otros diez?
–(Ríe) Es una pregunta de difícil respuesta. Tal y como lo tengo en la cabeza, necesitaría algunas ediciones más para dejar al festival en lo que uno sueña que puede ser una realidad. Desde el año 2013 tengo las ideas claras de cómo quiero que llegue a ser el festival y todavía me queda algún camino por recorrer, pero no tanto como diez años. Pero yo soy de mirar al presente. Para nadie hay futuros pero para todos hay un presente continuo. Y en ese camino estamos.
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