![Juan Antonio Vigar: «Vemos los rebrotes con inquietud, pero la situación no es la de marzo»](https://s2.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202008/18/media/cortadas/1426839052-RXBEzRGf1MPVQ5oA7kCSsIO-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
![Juan Antonio Vigar: «Vemos los rebrotes con inquietud, pero la situación no es la de marzo»](https://s2.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202008/18/media/cortadas/1426839052-RXBEzRGf1MPVQ5oA7kCSsIO-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
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El Festival de Málaga va en serio. Para la entrevista nos toman la temperatura al entrar, hay gel hidroalcohólico con generosidad y nos recomiendan subir sin usar el ascensor. Y en la entrevista con Juan Antonio Vigar, director del certamen, la mascarilla filtra todo ... lo que dice. La 23 edición ha sabido convertir el fracaso de su suspensión de marzo en el éxito de su aplazamiento. Bajo medidas estrictas, el responsable reconoce, no obstante, que no las tienen todas consigo hasta la clausura, aunque paso a paso han llegado hasta aquí. En su protector del rostro, diseñado para el festival por el artista Javi Calleja, se puede leer el lema cuerdista 'Amanece que no es poco'. No hay mejor retrato para esta edición que arranca pasado mañana.
–Tras seis meses de incertidumbre se celebra al fin el 23 Festival de Málaga…
–Son cinco...
–Cierto, cinco meses. ¿Por qué este empeño en mantenerlo?
–Primero porque lo pedía el sector audiovisual que lo necesitaba como punto de encuentro y de reactivación. De hecho, el 80% de las películas de la sección oficial son las mismas que las del mes de marzo. En segundo lugar, por la ciudad. Málaga está unida a su festival que es clave en la dinamización económica del sector servicio y hostelero. Y en tercer lugar por la cultura, que no es un gasto, sino una inversión. De acuerdo con nuestro alcalde y la concejala de Cultura, decidimos desde el principio no cancelar, sino aplazar.
–¿Se llegó a poner sobre la mesa la cancelación definitiva?
-No, porque nunca hemos dejado de trabajar durante estos meses analizando la evolución de la situación y entendíamos que en verano eran fechas realistas y posibles. La situación se ha complicado últimamente, pero las cifras y las circunstancias no han modificado el planteamiento.
–Los certámenes virtuales han ganado espacio estos meses, pero Málaga apuesta por el cine en sala.
–Con un verso algo forzado, te lo resumiría: 'Lo presencia es esencial'. Respeto los festivales que ven que es más eficiente el formato on line, pero nosotros defendemos las películas en salas y somos un punto de encuentro para un sector que siente que hay una luz al final del túnel.
–¿Cómo califica la programación final del aplazado 23 festival?
–Es una edición bastante redonda. Nuestra singularidad es la generalidad. Al 80% que se ha mantenido, se han unido películas que no estaban terminadas en marzo y que ahora sí lo están y han querido sumarse. Son 'Hasta el cielo' de Calparsoro, 'Los europeos' de Víctor García León y 'Black Beach' de Esteban Crespo, que se suman a otra serie de nombres por todos conocidos como Icíar Bollaín, David Trueba, Achero Mañas o Arturo Ripstein. Es una sección oficial muy interesante, junto a nombres nuevos que trabajan con inteligencia e intención, como Pilar Palomero, Bernabé Rico o el mexicano Rodrigo Ruiz Patterson.
–Sin alfombra roja ni eventos y con menos películas. ¿Es una edición de circunstancias?
–Es una edición realista. Una edición sensata. Una edición prudente. Una edición inteligente. Es una edición en la que el Festival no pierde su identidad, pero se adapta a las circunstancias. Esto no quiere decir que la ausencia de la alfombra roja abra distancia con el público y la ciudad porque el lema es un festival amable y seguro. Fuimos responsables aplazando un festival cuando no se podía hacer y ahora lo vamos a hacer con la máxima responsabilidad.
–¿Es el mejor festival que se podía celebrar?
–Diría que sí. No te oculto que hemos trabajado durante todos estos meses sin limitación de horario para encontrar la mejor fórmula posible. Nuestro eureka es haber alcanzado un formato que es prudente y realista.
–El escenario con los rebrotes se parece al del pasado marzo...
–Lo vemos con inquietud porque se están dando unas estadísticas que no son las que deseamos, pero discrepo de que la situación sea igual que la de marzo. No soy experto, pero hay indicadores que la hacen cualitativamente diferente. Partiendo de este momento, lo que me planteo es que, si no existe limitación de movilidad en nuestro país y si los cines están abiertos y demostrando que son seguros, nosotros no necesitamos más para celebrar el festival. Tenemos una serie de limitaciones que vamos a cumplir a rajatabla y con exhaustividad, pero dentro de esas limitaciones podemos vivir todas las experiencias. Lo que hay que hacer es convivir con un virus y hacerlo con todas las medidas que la normativa impone y garantiza nuestra seguridad.
–¿Qué tendría que pasar en estos pocos días para que se anulase como ocurrió entonces?
–Pues que las autoridades sanitarias nos dijeran que no lo ven conveniente y, a día de hoy, no es así. Vamos a ser respetuosísimos con los que se nos indique y de hecho, tras las últimas medidas adoptadas por la Junta, hemos consultado si nos afectaba y nos han dicho que no hay problema alguno. Vamos a confiar. En la situación actual está claro que, si las cifras se mantienen o mejoran, nosotros podemos hacer el festival y no nos planteamos otra opción.
–Esa movilidad no parece posible con las películas latinoamericanas. ¿Vendrán sus directores o actores?
–Va a ser difícil. No lo contemplamos porque con Latinoamérica sí hay restricciones. En los casos en los que podamos tener a alguien que la pueda defender a nivel presencial, como un coproductor o distribuidor, estará con nosotros y cuando no sea posible, la situación actual nos ha enseñado que la tecnología pueden estar presentes on line en las ruedas de prensa para defender sus películas.
–Los cines están tardando en recuperar espectadores. ¿Teme que caiga la asistencia al festival?
–El hábito de ir al cine se ha roto para muchos espectadores y hay que recuperarlo. Y tiene que calar que la cultura y los espacios son seguros. El ICAA y la Academia han promovido la campaña #YoVoyAlCine y en Málaga vamos a hacer muy militantes con ese mensaje. Este año será un festival con menos audiencia, pero de reencuentro con el público.
–Pese a la reducción del precio al 50%, aún quedan entradas para la gala de clausura y eso nunca había pasado. ¿Cómo va la venta?
–Este año no va a ser de mirar lo cuantitativo ni de hacer balance del número de espectadores y recaudación, sino que el titular será que «por fin lo logramos hacer». No me quejo, el público vendrá y se sumará al festival cuando vea que arranca.
–¿El parón por el confinamiento afectará también al festival de 2021?
–Hemos tenido muchas semanas en las que los rodajes han estado paralizados. Y vimos que en enero próximo, cuando cerremos el plazo para la edición 24, íbamos a tener escasez de películas. Por eso nos plantemos retrasar algo el festival del año que viene, aunque no tanto como el actual, para tener una sección oficial más sólida. Eso nos ha llevado a plantear de manera definitiva que la edición de 2021 se celebre en junio, en la primera quincena.
–Esas fueron las fechas de la primera edición, allá por 1998.
–Volvemos a esas fechas por necesidad, pero no por convicción. El Festival de Málaga en marzo está muy bien ubicado, entre Berlín y Cannes. La idea es que la 25 edición vuelva a esas fechas.
–El proyecto del Neoalbéniz se ha aprobado, aunque con la oposición municipal. ¿Le parecen justificadas las críticas?
–Las críticas no son tanto al proyecto. La situación de ese espacio hace necesaria esa intervención y otras medidas, como eliminar toda esa manzana, no son realistas. Por eso lo que hay que hacer es acondicionar un espacio que no está a la altura de la ciudad. Vimos la oportunidad de diseñar un edificio que rehabilitara la zona, pero tuviera una estrategia cultural. El Neoalbéniz es perfecto para devolver a la ciudad un espacio que ahora está perdido. Y con respecto a las críticas, todas son razonables y defendibles, pero el balance de las virtudes supera a las diferencias de gusto y opinión. Al final todo el mundo entenderá la bondad del proyecto y el interés social para la ciudad.
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