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Cuando colocaron el cartel de su primera película en el escaparate de la librería de cine Ocho y Medio, daba un rodeo para no verlo. «Me quedaba paralizado, pensaba que no me lo merecía». Jota Linares recuerda su debut como un «proceso tormentoso» marcado por el síndrome del impostor y por la competitividad que descubrió en el sector. «Cuando se anunció que iba a dirigir primera película, amigos íntimos me dejaron de hablar. Eso te destroza, porque te lo crees». Esos miedos y angustias compartidos con el director y guionista Jorge Naranjo les llevó a ambos a escribir 'Las niñas de cristal', un reflejo de esos sentimientos en el exigente mundo del ballet.
El filme, que estrenará Netflix el 8 de abril tras competir en el Festival de Málaga, es «un viaje al miedo y la soledad a la que se enfrenta un artista que tiene la oportunidad de su vida». Aparecen entonces el síndrome del impostor, el miedo al fracaso y también al éxito. Jota Linares, cineasta gaditano formado en Málaga, lo cuenta a través de la amistad de dos bailarinas de una prestigiosa compañía de danza que prepara el estreno de 'Giselle'. Después de que la estrella del Ballet Clásico Nacional se suicide trágicamente, Irene es seleccionada para ocupar su lugar. Y sucede algo real, extraído de los testimonios de profesionales con las que hablaron para documentarse: «Cuando te conviertes en primera bailarina, te quedas sola». Aurora, la última incorporación al ballet, será su única aliada.
Lo que se cuenta, desde el sacrificio personal hasta el nivel de exigencia al que son sometidas las bailarinas, está inspirado en hechos reales. «Cuando lo ves en el escenario, parece muy etéreo y luminoso pero siempre hay algo oscuro detrás de eso», admite María Pedraza. Ella sabe de lo que habla, antes de debutar como actriz fue bailarina desde los 6 a los 20 años. Por eso admitió que tardó cinco minutos en reaccionar cuando vio por primera vez la película. «Me bloquea los sentimientos». Volver a la danza a través del cine, verse como protagonista en un cartel de 'Giselle' y bailar con un cuerpo de danza real ha sido para ella «el mejor regalo como bailarina» que ha podido tener.
A su lado está Paula Losada, que llega a la pantalla directamente del mundo de la danza clásica. «Fue todo un viaje. A nivel emocional pasé por muchas etapas. Ha sido mi primera vez en cine y no me podía haber tocado un personaje mejor, que encima baila que es lo que llevo aquí», declara llevándose la mano al corazón. Porque aunque ambas se hayan bajado del escenario, «la bailarina siempre la llevas dentro», añade Marta Pedraza. El sacrificio y la exigencia»siempre están» en una profesión en la que pasan muchas horas mirándose al espejo y analizando su cuerpo, con los riesgos que eso conlleva.
Completan el elenco grandes actrices de recorrido: la malagueña Mona Martínez, Marta Hazas y Ana Wagener. Para Martínez, 'Las niñas de cristal ' es «cinematográficamente teatral». Para Wagener, se trata de un guion «lleno de belleza, emoción y dolor». Hazas aplaude la construcción de los personajes «con muchas aristas» con planos de gran «belleza».
'Las niñas de cristal' se estructura en dos partes, como los dos actos de 'Giselle': «Uno muy luminoso de despertar a la vida y el descenso a los infiernos. No hay dobles, son las propias actrices las que bailan en todo momento bajo la supervisión del coreógrafo Antonio Ruz, Premio Nacional de Danza. Acabaron con los pies destrozados del esfuerzo que exige el ballet y el cine, donde hay que repetir las tomas. «Pero cuando eres bailarina incluso te sientes orgullosa de tener los pies así», afirma Paula Losada
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